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Sobre la decisión del ministro Urtasun de suprimir el Premio Nacional de Tauromaquia
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Sobre la decisión del ministro Urtasun de suprimir el Premio Nacional de Tauromaquia

La ética considera un deber eliminar cualquier mal, y el sufrimiento es un mal. Se pueden discutir los derechos de los animales, pero es indiscutible que nuestra obligación es no hacerles mal

Foto: El diestro Miguel Angel Perera. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El diestro Miguel Angel Perera. (EFE/Rodrigo Jiménez)

El ministro español de Cultura, Ernest Urtasun, ha suprimido el Premio Nacional de Tauromaquia. Cuando me han pedido mi opinión al respecto, mi reacción espontánea ha sido decir que me parece muy bien. No entiendo de tales premios, pero considero que es un deber eliminar todo mal. Y el sufrimiento es un mal.

Si reflexiono ahora sobre lo que se llama fiesta de los toros, mi rechazo aumenta. Los defensores de la tauromaquia minimizan el sufrimiento, realzan su arte y exaltan el valor de una tradición rica en lo español. Además, citan a su favor a personas relevantes que se entusiasman con el toreo. El caso de Bergamin, por ejemplo, espléndido en tantas cosas, inclinaría la balanza hacia la defensa de la supuesta fiesta. Pero que un animal como el toro se duele en la tortura que le lleva a la muerte es un hecho innegable. Y nada justifica ese dolor. Mil años de felicidad no compensan el dolor inútil de un minuto.

Llama la atención, además, que con todas posibilidades que tenemos para divertirnos, algunos elijan el dar muerte con dolor

Que sea un arte es más que discutible, a no ser que nos parezca bien regocijarnos en el dolor ajeno Es como decir, de modo extravagante, que el diablo es bello en cuanto diablo. Respecto a las tradiciones, debemos filtrarlas porque nos pueden llegar llenas de miseria. La quema de viudas ha sido tanto una tradición como una barbaridad. Y lo de nacional puede ser sencillamente ridículo. El nacionalismo rancio solo sirve para alegría barata.

En relación a los argumentos por autoridad, hay que decir que responden a una manera falaz de razonar. Benjamín puede saber, y sabía, de lo suyo, pero ahí se acaba su saber. El filósofo y amigo Jesús Mosterín, por cierto, nos ofreció el mejor cuadro en el que contemplar la insensatez del torear. Merecería la pena leerle. Llama la atención, además, que con todas posibilidades que tenemos para divertirnos, algunos elijan el dar muerte con dolor.

Los que pensamos que el sujeto de la ética lo componen la comunidad de los sufrientes, pensamos también que aquello que ahorre el sufrir será bienvenido. Se puede discutir todo lo que se quiera sobre los derechos de los animales. Lo que es indiscutible es nuestra obligación de no hacerles mal.

El ministro español de Cultura, Ernest Urtasun, ha suprimido el Premio Nacional de Tauromaquia. Cuando me han pedido mi opinión al respecto, mi reacción espontánea ha sido decir que me parece muy bien. No entiendo de tales premios, pero considero que es un deber eliminar todo mal. Y el sufrimiento es un mal.

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