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Sobre bufones y asesores

Los intelectuales críticos están en extinción. Lo que pulula son asesores, amigos, familiares, del partido que mande y empresarios a río revuelto

Foto: Ilustración de un bufón. (iStock)
Ilustración de un bufón. (iStock)

El bufón es un personaje. El asesor es un personajillo. La figura del bufón tiene muchas aristas. El asesor es plano. En la historia, el bufón ha jugado muchos papeles. Desde halagar y divertir a los poderosos hasta ser un crítico cáustico y burlón. Lo de burlón es importante. Porque el burlón se ríe de la empalagosa seriedad, del gesto ridículamente solemne, de la mediocridad vestida de domingo.

No tiene nada de extraño que Nietzsche, con toda la ironía del mundo, se llamara a sí mismo bufón. El asesor, por el contrario, es un personaje oscuro, sin gracia, siempre a las órdenes de un amo que suele ser tan mediocre como él. El asesor es un sirviente, dice lo que sabe que se quiere oír y busca tranquilizar a base de tópicos. Tiende a ser una mezcla de chivato y pelota.

Los intelectuales críticos con el poder e independientes están en fase de extinción

Se objetará que el bufón es un inútil, mientras que el asesor es de utilidad porque es obvio que hay materias en las que los gobiernos necesitan expertos. Cuando Chomsky en su libro La Responsabilidad de los Intelectuales habla de los asesores, se refiere a esas personas con la sabiduría suficiente como para poder aconsejar, sin buscar prebendas, de una manera coyuntural y desinteresada. Mucho me temo que no estemos ante intelectuales asesores.

Entre otras razones, porque los intelectuales críticos con el poder e independientes están en fase de extinción. Lo que pulula, como dije, son asesores, amigos, familiares, del partido que mande y empresarios a río revuelto. Por todo lo dicho, sería aire fresco, que existieran más bufones, que estén a la contra, que se rían de la idiotez y que no se conviertan rápidamente en asesores.

El bufón es un personaje. El asesor es un personajillo. La figura del bufón tiene muchas aristas. El asesor es plano. En la historia, el bufón ha jugado muchos papeles. Desde halagar y divertir a los poderosos hasta ser un crítico cáustico y burlón. Lo de burlón es importante. Porque el burlón se ríe de la empalagosa seriedad, del gesto ridículamente solemne, de la mediocridad vestida de domingo.

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