A mi bola
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Cazorla y el triunfo de no conformarse con volver a caminar con su hijo (y gracias)
Cazorla volvió a jugar un partido oficial casi dos años después, tras superar una extraña infección que obligó a reconstruirle el tendón de Aquiles y pudo haberle dejado cojo de por vida
Y 668 días después, Santi Cazorla volvió a jugar un partido oficial. Lo hizo con su Villarreal en el debut liguero de los amarillos contra la Real Sociedad (1-2). La última vez que el asturiano se había vestido de corto fue hace 22 meses. Concretamente el 19 de octubre de 2016 en un encuentro de la Champions de su anterior equipo, el Arsenal, ante el Ludogorets (6-0). Cuando en el minuto 57 fue sustituido por el egipcio Mohamed Elneny, no pensó que tardaría tanto en regresar a un terreno de juego. "Si consigues volver a caminar con tu hijo por el jardín, date por satisfecho", le dijeron a Santi los médicos ingleses, incapaces de encontrar una explicación —y por tanto, una solución— a una infección en el tobillo derecho que le dañó el hueso calcáneo y se comió el tendón de Aquiles.
"Me faltaban ocho centímetros", explicó Cazorla en un gran reportaje que le hizo el diario 'Marca' en noviembre del año pasado, durante su recuperación en Salamanca. Allí tiene su clínica Juan Carlos Herranz, fisioterapeuta de la Selección española. Unos meses antes, Santi se había instalado en una habitación de un hotel de la ciudad salmantina dispuesto a lograr lo que parecía imposible. Y lo hizo separado de su familia, que tuvo que quedarse en Londres. "Estar aquí solo sin ellos es lo más duro", reconoció en el citado reportaje Cazorla, quien por las mañanas se zambullía en la piscina, seguía con la rehabilitación manual, luego hacía una hora de pilates y, para acabar la jornada, montaba en bicicleta.
La pesadilla empezó cuando el internacional español fue intervenido de una lesión en el tendón de la zona plantar del pie derecho. Una operación que, en principio, solo le debería haber tenido tres semanas de reposo. Sin embargo, cuando al mes le quitaron los puntos, la herida no había cicatrizado. Es más, se abría una y otra vez, de ahí que, además de pasar por quirófano hasta ocho veces en un año, llegó un momento en el que el dolor y la cojera hacían presagiar lo peor. En el reportaje de Lorena González y Pablo García, Santi no tuvo ningún reparo en enseñar una foto de su tobillo con el tendón a la vista, así como en recordar lo que le dijeron los médicos.
En mayo del año pasado, Santi viajó a Vitoria con la esperanza, quizás la última, de que el doctor Mikel Sánchez pudiera ayudarle a encontrar una solución. Cuando este reconocido galeno le operó, se encontró con algo que nunca había visto. Tres bacterias, una de ellas contagiada en algún quirófano, eran las causantes de las continuas infecciones. Después de someterse a varios tratamientos con antibióticos, el doctor Sánchez realizó la última reconstrucción del tendón de Aquiles. Para taparlo, se utilizó piel del antebrazo izquierdo, donde Santi llevaba tatuado el nombre de su hija India, al que ahora le falta la mitad. Bueno, en realidad la otra mitad la luce en el tobillo, tal y como pudo verse en la portada de 'Marca'.
El Arsenal, un club donde Cazorla es muy querido y respetado, nunca le dejó solo. De hecho, los 'gunners' le renovaron su contrato hasta junio de este año, por más que en Londres no dieran una libra por que el centrocampista español pudiera volver a jugar al fútbol. Su baja la notó, y mucho, el equipo todavía dirigido por Arsène Wenger, quien siempre contó con Santi como titular. Para todos sus compañeros también fue duro ver cómo, por más que lo intentara, el español no podía volver a entrenarse con ellos. También le echaron de menos en la Selección, a la que tampoco pudo volver. "Ahora me doy cuenta de quién es quién. Casi cada día recibo un mensaje de Iniesta, Silva, Villa...", comentó Cazorla.
"Nadie confiaba en mí, pero yo sí"
Santi, que confesó no haber necesitado psicólogo en este duro y largo calvario, llegó a decir que "nadie confiaba en mí, pero yo sí lo sigo haciendo". De ahí que cuando surgió la posibilidad de volver al Villarreal y estar a prueba durante la pretemporada, no lo dudara. Aceptó el reto y, una vez más, lo ha superado. "Cuando se pone a entrenar y a competir, es uno más y no da ninguna sensación de haber estado dos años parado", comentó el pasado mes de julio Javier Calleja, técnico del Villarreal, que añadió: "En lo único que se puede notar es en el ritmo, pero en lo que respecta a la lesión, no hay nada que nos haga dudar de que pueda jugar. Es una maravilla volver a verle en los terrenos de juego. Está a un nivel que, si fuese por mí, sería para hacerle ficha ya mismo".
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— Villarreal CF (@VillarrealCF) 19 de agosto de 2018
Y dicho y hecho. A sus 33 años, el asturiano no solo forma parte de la plantilla del Villarreal, sino que este sábado fue titular en Estadio de la Cerámica. Un campo que cuando en 2011 se marchó al Málaga aún se llamaba El Madrigal, pero en el que se encuentra como en casa. "Es un día especial por volver a jugar, pero amargo porque no hemos podido conseguir los tres puntos", dijo Cazorla tras el partido ante la Real. Sin embargo, para alguien al que le dijeron que se diera por satisfecho si volvía a caminar con su hijo por el jardín, volver a correr sobre un campo de fútbol es todo un triunfo. El triunfo de la tenacidad. Enhorabuena, Santi.
Y 668 días después, Santi Cazorla volvió a jugar un partido oficial. Lo hizo con su Villarreal en el debut liguero de los amarillos contra la Real Sociedad (1-2). La última vez que el asturiano se había vestido de corto fue hace 22 meses. Concretamente el 19 de octubre de 2016 en un encuentro de la Champions de su anterior equipo, el Arsenal, ante el Ludogorets (6-0). Cuando en el minuto 57 fue sustituido por el egipcio Mohamed Elneny, no pensó que tardaría tanto en regresar a un terreno de juego. "Si consigues volver a caminar con tu hijo por el jardín, date por satisfecho", le dijeron a Santi los médicos ingleses, incapaces de encontrar una explicación —y por tanto, una solución— a una infección en el tobillo derecho que le dañó el hueso calcáneo y se comió el tendón de Aquiles.