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Florentino, entre el ridículo y la dimisión
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Kike Marín

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Florentino, entre el ridículo y la dimisión

La espantada de los seis clubes ingleses del proyecto de Superliga deja a su presidente contra las cuerdas y a su Real Madrid en una delicada situación reputacional y ante la UEFA

Foto: Florentino Pérez, junto a Zidane. (EFE)
Florentino Pérez, junto a Zidane. (EFE)
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Dicen que la soberbia es el vicio más frecuentemente castigado y, sin embargo, el más difícil de curar. Si de algo ha pecado Florentino Pérez en su papel de principal impulsor y primer —¿y último?— presidente de la Superliga, es precisamente de ser un soberbio. De creerse que podía desafiar a la UEFA y la FIFA, además de dejar en la estacada a LaLiga, con la suficiencia y la impunidad con que se maneja en España, donde todo se le consiente.

Lo definió muy bien Javier Tebas: "Para Florentino, dialogar es hacer lo que él quiere. Y cuando no se hace lo que él quiere, no se dialoga". Quizás el año que lleva sin poder mover sus hilos en el palco del Bernabéu le ha hecho perder facultades. La noche de cuchillos largos que se vivió este martes le va a dejar marcado de por vida, y no solo en lo que a desprestigio se refiere. Por muy ser superior que le considere Butragueño, lo de erigirse en el salvador del fútbol ha rozado lo grotesco.

Ya el lunes, en lugar de convocar una rueda de prensa, aunque en estos tiempos de covid tuviera que ser telemática, el presidente del Real Madrid acudió a un programa nocturno de televisión cuyo nombre le vino como anillo al dedo: 'El Chiringuito'. Y allí fue Florentino a presentar un proyecto que no solo pareció tener cogido con pinzas, sino que se limitó a venderlo como quien vende una enciclopedia. "Hay que hacer algo porque, de lo contrario, el fútbol desaparece. El fútbol, tal como está hoy en día, no puede seguir así. Llevamos trabajando en este proyecto desde hace más de dos años". Bla, bla, bla.

Claro que lo peor no fue que Pérez no supiera explicar cómo pensaba encajar su secesionista e insolidaria competición como es —o era— la European Super League, sino que en su soberbia dialéctica llegó a decir cosas como que "no puede ser que en la Liga ganen dinero la mayoría de los clubes modestos y lo pierda el Barcelona". Toda una falta de respeto hacia todos esos clubes, modestos, pero honrados, que no necesitan que Florentino les salve de nada y que a partir de ahora tienen un motivo más para recelar de él y, lo que es peor, de su Real Madrid.

Foto: El abogado Ramón Calderón mira por la ventana de su despacho. (El Confidencial)

"¿Le preocupa que los clubes abandonen la Superliga?", le preguntaron este mismo martes a Florentino en una entrevista concedida a un medio serio como el diario 'L'Equipe', en el que, por cierto, cualquiera diría que supieran la que se avecinaba. "No. La situación es tan grave que todos están de acuerdo en llevar a cabo este proyecto y buscar una solución", respondió el presidente del Real Madrid, quien incluso fue más lejos y añadió: "Estoy convencido de que el PSG y el Bayern se unirán finalmente a nosotros". Sobran comentarios.

La lección del fútbol inglés

A diferencia de lo sucedido en España, donde el Gobierno se limitó a templar gaitas, el presidente de la RFEF y vicepresidente de la UEFA no tuvieron los arrestos suficientes para plantar cara a Florentino, la mayoría de los aficionados de Real Madrid y FC Barcelona miraron hacia otro lado, mientras que solo los del Atlético de Madrid mostraron su rechazo, en Inglaterra las presiones de los hinchas y de los organismos gubernamentales acabaron forzando la renuncia en bloque de los seis clubes de la Premier que se habían apuntado a un proyecto que no ha llegado a los dos días de vida.

placeholder Aficionados del Chelsea, contra la Super League. (Reuters)
Aficionados del Chelsea, contra la Super League. (Reuters)

El Manchester City fue el primero en hacer oficial su retirada a través de un comunicado difundido en sus redes sociales. De hecho, Pep Guardiola ya se había pronunciado por la mañana claramente en contra. El clamor contra la nueva competición de varios e importantes futbolistas provocó la renuncia de Ed Woodward como presidente ejecutivo del Manchester United. Y a medianoche Liverpool, Arsenal —"cometimos un error y nos disculpamos por ello", rezó el comunicado de los 'gunners'—, Tottenham y el mencionado United se sumaron. Solo faltaba el Chelsea, pero no tardó mucho en hacerlo.

Florentino tenía previsto acudir al programa 'El Larguero', pero no lo hizo. La excusa fue la reunión con los otros 11 clubes que firmaron el documento fundacional de la Superliga, aunque lo cierto es que le hubiera dado tiempo. Sobre todo porque para no poder impedir la espantada de los seis clubes ingleses y emitir el comunicado que emitieron, le sobró tiempo. "Dadas las circunstancias, vamos a reconsiderar las medidas apropiadas para rediseñar este proyecto, teniendo siempre en mente ofrecer a los aficionados la mejor experiencia posible y reforzar la solidaridad para toda la comunidad futbolística". ¿Pero de verdad alguien se traga lo de la solidaridad?

Foto: Protestas de los aficionados del Liverpool en Anfield. (Reuters)

Después del ridículo histórico y mundial que ha protagonizado y, lo que es peor, del bochorno reputacional que ha supuesto para la imagen del Real Madrid, Florentino debería plantearse la dimisión. Sobre todo porque, a diferencia de los seis clubes de la Premier que han rectificado a tiempo, Pérez no es el dueño del Madrid y, por más que se le llene la boca diciendo que es de sus socios, no les ha tenido en cuenta a la hora de meterse en una guerra de la que ha salido escaldado y que está por ver que no le pase factura con la UEFA. De momento, de los cuatro semifinalistas de la Champions, a saber, PSG, City, Chelsea y Real Madrid, solo el español no se ha apeado de la Superliga. Y es que, como decía al principio, la soberbia es difícil de curar.

Dicen que la soberbia es el vicio más frecuentemente castigado y, sin embargo, el más difícil de curar. Si de algo ha pecado Florentino Pérez en su papel de principal impulsor y primer —¿y último?— presidente de la Superliga, es precisamente de ser un soberbio. De creerse que podía desafiar a la UEFA y la FIFA, además de dejar en la estacada a LaLiga, con la suficiencia y la impunidad con que se maneja en España, donde todo se le consiente.

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