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Luis Enrique se echó el órdago de su vida... y nos ha ganado a todos
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Alfredo Pascual

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Luis Enrique se echó el órdago de su vida... y nos ha ganado a todos

El seleccionador siempre tuvo claro el camino y nos ha hecho verlo a los incrédulos

Foto: Luis Enrique y su cuerpo técnico celebran uno de los goles de España contra Croacia. (Reuters)
Luis Enrique y su cuerpo técnico celebran uno de los goles de España contra Croacia. (Reuters)

Vaya por delante que yo era de los que no confiaba en la España de Luis Enrique (lo cual nada tiene que ver con querer que pierda, como algunos aficionados han malentendido). Me basaba en la renqueante fase de clasificación para el Mundial y en la creencia, siempre personal, de que es mejor un héroe cojo que un aspirante prometedor para un torneo como este. Después, el tono áspero con el que jugadores y seleccionador se han comunicado con sus aficionados, y el poco acierto de los delanteros, me hicieron presagiar lo peor: una eliminación tan temprana como indiferente para la mayoría de los españoles.

Pero ayer cambió todo. Aunque persisten ciertos problemas de la clasificación, sobre todo en los puntas y los centrales, hoy la Selección no es la misma que se despertó ayer en Copenhague. La goleada ante Croacia, que poco tiene que ver con Eslovaquia, se consiguió en unas circunstancias en las que otras selecciones naufragan. Me refiero a la tremenda pifia de Unai Simón, cuando la eliminatoria buscaba dueño, y al cabezazo de Pasalic en el 92' para mandar el partido a la prórroga. Dos golpes emocionales que, sumados al ruido generado en torno al equipo, bien podrían haber finiquitado nuestra participación en esta Eurocopa.

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No fue así. Los chicos de Luis Enrique, antes conocidos como la Selección 'random', se crecieron ante la adversidad. Primero con el gol de Sarabia, que nos hizo llegar al descanso con vida, y después con el control y remate de Morata en el comienzo de la prórroga. Ganar por dos goles a 13 minutos del final y tener que enfrentarse a otros 30 minutos de juego es una prueba de estrés que pocos confiábamos en superar. Los que siempre confiaron fueron el seleccionador y los jugadores, que llevan días diciendo que la concentración está siendo perfecta y que en el vestuario hace días que cunde el optimismo. Ellos tenían razón y los críticos no.

Por el camino, España ha conseguido algo que muchos habíamos descartado: recuperar la ilusión del aficionado. En dos partidos han marcado 10 goles, que es más de lo que conseguirán la mayoría de los equipos de esta Euro, y se ha instalado la sensación de que este grupo va a más. En una calurosa tarde de lunes, seis de cada 10 españoles que vieron la televisión, se engancharon a la Roja. O, lo que es lo mismo, ocho millones de almas vibrando con un partido que quedará para siempre en el recuerdo de los aficionados. En el día D, ante la subcampeona del mundo y su Balón de Oro, la selección alcanzó su nota más alta, un rango de agudos que muchos no percibíamos en su registro vocal.

Foto: El equipo técnico español celebra la victoria ante Croacia (Reuters) Opinión
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No obstante, la máxima exigencia parece perseguir al seleccionador. Al comienzo de la Euro, casi todos habríamos firmado una eliminación honrosa en cuartos de final contra una selección como Francia, que mete miedo solo con enseñar el tridente ofensivo. Pero el rival será Suiza, un equipo inferior a España línea por línea, y a los chicos de Luis Enrique les pediremos, al menos, jugar las semifinales.

A partir de aquí se abre un mundo de posibilidades, la mayoría halagüeñas. España se encuentra a tres partidos de ganar la Eurocopa, en su mejor momento y con un rival que ya conseguimos eliminar en 1994, cuando contaba con la mejor camada de su historia. No es que España no fuese tan mala antes ni ahora tan buena, es que nos encontramos ante la evolución de un equipo que ha demostrado poder competir como si fueran veteranos del Vietnam.

No es que España antes fuese tan mala ni ahora tan buena, es que el equipo ha evolucionado

Pase lo que pase, Luis Enrique ya ha ganado. Se lo jugó todo a una idea —y ha flirteado con el desastre en más de una ocasión— y el resultado es inapelable. Se mantuvo firme en un esquema y en un grupo mientras medio país le gritaba lo contrario, incluso con algunos jugadores recibiendo amenazas personales, y ahora a ver quién se atreve a no colocarnos entre los favoritos para ganar la competición.

Seleccionador, siempre es duro equivocarse, pero aquí tiene a un converso feliz de serlo. Sepa que el viernes tendrá a todo el país movilizado con su Selección 'random' y que, aunque las cosas no salgan bien, usted y su grupo ya se han ganado nuestro respeto y admiración.

Vaya por delante que yo era de los que no confiaba en la España de Luis Enrique (lo cual nada tiene que ver con querer que pierda, como algunos aficionados han malentendido). Me basaba en la renqueante fase de clasificación para el Mundial y en la creencia, siempre personal, de que es mejor un héroe cojo que un aspirante prometedor para un torneo como este. Después, el tono áspero con el que jugadores y seleccionador se han comunicado con sus aficionados, y el poco acierto de los delanteros, me hicieron presagiar lo peor: una eliminación tan temprana como indiferente para la mayoría de los españoles.

Luis Enrique