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25 años de Atlanta 1996: los Juegos Olímpicos 'robados' al baloncesto español
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Pablo Martínez-Arroyo

Cartas Deportivas

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25 años de Atlanta 1996: los Juegos Olímpicos 'robados' al baloncesto español

EL CONFIDENCIAL rescata la frustración de 3 baloncestistas (el entrenador y dos de los jugadores) al cumplirse las bodas de plata de la última ausencia del combinado español masculino en unos Juegos Olímpicos, el centenario de su era moderna

Foto: La Selección de Atlanta 96. (Por cortesía de Gigantes)
La Selección de Atlanta 96. (Por cortesía de Gigantes)

"Fran podrá decir lo que sea, pero dile de mi parte que su cabreo no se pudo comparar al mío. Te voy a revelar una cosa que en aquel momento no quise compartir con nadie; mis padres, vivían entonces en Atlanta. Y yo soñaba con el desfile delante de toda mi familia, como el hijo que vuelve al hogar después de haber triunfado en un país extranjero, en mi país de acogida. Todo aquello se me vino abajo por culpa de la derrota frente a Grecia. ¿Si sentí que aquellos cuartos de final eran importantes para mí, me preguntas? ¡Aquella fue la derrota de mi vida!".

Quien así se confiesa en la línea telefónica, con su español aprendido desde, por y para el baloncesto, es el exjugador norteamericano, nacionalizado español, Mike Smith (Nueva York, 1963), icono de la ACB de finales de los 80, cuando llegó a Málaga desde una pequeña universidad norteamericana, y desde las ligas menores de Europa, para formar un duo junto a su compañero Ray (los 'hermanos' Smith), que acabó inspirando la renovación del logotipo de la propia competición española de baloncesto. "La mejor liga de Europa, sin duda. Para mí, jugar en ella, siempre fue un regalo. En mi 'otro país' sabían que la ACB era la siguiente división de la NBA junto a Italia, a años luz del resto".

Su mensaje para Fran (Fran Murcia, compañero de batallas en la selección en esa etapa de mediados de los noventa), lleva esa mezcla de cariño hacia el compañero, y carga de profundidad sobre una vivencia incomparable para un deportista; la sensación de la gran oportunidad perdida. Es el verano de 1995, y la hoy triunfante selección española de baloncesto masculino, se encuentra en plena época de entreguerras. La exitosa etapa de mediados de los 80, con la medalla de plata obtenida en Los Ángeles 84, se ha ido difuminando hasta acumular la gran decepción en Barcelona 92, de la cual salió muy tocada. Por el camino, una inesperada medalla de bronce en el Eurobasket de 1991 (101-83 frente a Francia), junto a la normalización de batacazos sonados.

Al llamado 'Angolazo' de 1992 (la derrota frente al país africano, se convirtió en un icono de aquellos Juegos Olímpicos), le siguieron el llamado 'Chinazo' del Mundial de Canadá en 1994 (la derrota frente a China nos abocó a la disputa por los puestos 9-12 de la clasificación), y por supuesto la "terrible decepción" del Europeo de Grecia de 1995, donde caímos en los cuartos de final frente al anfitrión (66-64), quedándonos si la posibilidad de acudir al año siguiente a esos Juegos de Atlanta, pues el formato de competición no admitía entonces ni repescas ni campeonatos preolímpicos.

placeholder Lolo Sainz. (Por cortesía de Gigantes del Basket)
Lolo Sainz. (Por cortesía de Gigantes del Basket)

"Mi gran robo olímpico"

"Por supuesto que yo fui plenamente consciente de lo que había perdido aquella noche. Lo fui en el mismo vestuario. Recuerdo a Juan Orenga, que era bastante calmado, despotricando contra todo y contra todos. A mi aquello me pareció el clásico robo que sabíamos que nos podían hacer, con el agravante de que no era un partido más lo que nos estaban robando; para muchos era nuestra primera y posible última oportunidad de ser olímpicos. Yo al menos lo tenía clarísimo". Fran Murcia (Murcia, 1970), se presenta en un perfecto estado de revista al café que le proponemos por la zona noroeste de Madrid, cerca de su lugar de residencia. Sonríe poco a lo largo de la conversación. Es día laborable, y la grabadora convive con su ordenador portátil y "casi 30 emails" en la hora larga de cita, pero los recuerdos de aquellos años le van alejando de la urgencia del trabajo: "Para ser más preciso, yo tendría que revisar aquel partido. Jamás lo he vuelto a ver, ni lo pienso hacer. Pero te digo que la sensación que tuve era la que había tenido antes y después tantas veces. Si no te ibas en el marcador por más de 10 puntos, en partidos a vida o muerte, ganar a los griegos en su casa era una gesta al alcance de los elegidos. Y creo que aquel día todo estuvo bastante igualado. Si no fue el robo del siglo, yo lo sentí como mi gran robo olímpico".

Manuel 'Lolo' Sainz (Tetuán, Marruecos, 1940), es el único de nuestros tres protagonistas que finalmente pudo desfilar delante del mundo entero en un estadio olímpico. La oportunidad le llegó en los siguientes juegos, en Sídney 2000. "¿Que dicen eso Mike y Fran? Vamos hombre. A Mike no le habrás entendido bien, ¿te lo ha contado en inglés o en su español de toda la vida? ¡Envíales un abrazo de mi parte! Qué historia la de Mike. A mí, que recuerde, jamás me lo dijo entonces. Pero te voy a contar una cosa que él tampoco supo en aquel momento. Mi decepción no pudo ser menor que la suya. Muy poca gente sabe que yo tuve que ser olímpico en Roma 1960, y por cuestiones que no vienen al caso, y totalmente ajenas a mi valor como jugador entonces (yo estaba ya seleccionado), tuve que esperar 40 años más para poder cumplirlo. Obviamente, en aquel partido frente a Grecia, no solamente era consciente de la dificultad del encuentro, sino también de que mi responsabilidad como seleccionador podía estar en entredicho, y jamás me podría desquitar de la gran decepción de mi juventud".

"Un regalo envenenado"

La extraordinaria trayectoria de Lolo como entrenador (10 ligas españolas y 2 Copas de Europa, en un total de casi 30 títulos), tras su exitosa carrera también como jugador en el Real Madrid, lo llevó a suceder a Antonio Díaz Miguel en el cargo de seleccionador nacional en 1993. Un cargo que había tenido el mismo dueño los 27 años anteriores a su llegada. "Por supuesto que sabía que era un regalo un poco 'envenenado' en aquel momento. Suponía que me iba a tocar hacer una transformación que llevaría implícitas decisiones muy complejas. Pero me quedo con una cosa por encima de cualquier otra; muchos de aquellos jugadores, de algún modo, eran conscientes de que su labor sería hacer de 'sparrings', para que otros acabasen jugando los campeonatos, y jamás les pude reprochar una mala cara, o falta de actitud. A todos los que pasaron por mis manos esos años, en un momento tan complicado para la selección, solo les puedo seguir dando las gracias".

placeholder Xavi Fernández. (Por cortesía de Gigantes)
Xavi Fernández. (Por cortesía de Gigantes)

23 meses en el taller

La selección española estuvo 23 meses sin encarar un partido de competición oficial tras la derrota frente a Grecia. Algo que raramente había sucedido antes, y que jamás ha vuelto a ocurrir. Hablando de esa situación del jugador como 'sparring', Fran Murcia nos lleva hasta el ciclo olímpico anterior, entre los Juegos de Seúl 1988 y Barcelona 1992.

"Lo bonito, pero también lo cruel de este tipo de eventos, es que la mayor parte de deportistas (salvo los indiscutibles), no optamos a una segunda oportunidad. Mi sensación, por ejemplo, es que, en los Juegos de Barcelona, Antonio (Díaz Miguel) no quería arriesgar con jugadores jóvenes, como podía ser mi caso, o el de no sé, tal vez Nacho Azofra, que estábamos ahí, complicando la vida en los entrenamientos a los jugadores ya contrastados, pero sintiendo que el entrenador no se la podía 'jugar' con nosotros. Con la energía, la salud y el atrevimiento de mis 21 años, yo me veía perfectamente a la altura de gente como Quique Andreu o Juan Orenga, qué quieres que te diga. De cara a Sídney 2000, en cambio, ya era consciente de que mis opciones eran nulas. ¡Si casi ya ni podía entrenar en mis últimos años de profesional, dado el estado de mi rodilla! Muchos de los que nos vimos obligados entonces a levantar pesas con 130 kilos en la espalda, esas sentadillas entonces imposibles de evitar, tendríamos que haber pedido daños y perjuicios a los responsables de ese modo de entrenar, por haber acortado nuestras carreras. Evidentemente no me quiero comparar con Pau Gasol, que es único, pero yo con 30 años estaba ya para el arrastre, y con 21 era demasiado 'joven' en la mente del seleccionador. Sólo tuve un ciclo olímpico a mi alcance".

placeholder Alfonso Reyes. (Por cortesía de Gigantes)
Alfonso Reyes. (Por cortesía de Gigantes)

"No teníamos su calidad"

Volviendo al 'robo olímpico' sucedido en Atenas, ni Mike Smith ni Lolo Sainz tienen exactamente los mismos recuerdos que Fran, ambos coinciden en que el equipo tenía entonces un techo evidente, y había que aceptarlo. "El prestigio de la liga ACB era mucho mayor entonces que el de la selección, -comenta Smith-. No quiero molestar a nadie después de tanto tiempo, pero esos jugadores (y yo me incluyo), no teníamos la calidad de los que vinieron más adelante. Éramos muy buenos profesionales y el ambiente era magnífico en el equipo... Pero la fuerza debajo de los aros, por ejemplo, no podía ser la misma. ¡Estamos hablando de que España tiene ahora a dos pivots que han hecho el salto de un All Star Game de la NBA. Es que yo lo hablo con amigos de Atlanta y me respetan más simplemente por haber vestido su misma camiseta durante algún verano!".

Lolo parece muy de acuerdo con la reflexión de Mike. A él le tocó entonces iniciar la nueva época dorada. "Siempre lo decimos, y el aficionado se queja, pero es una realidad: hay momentos en que todo confluye en una generación para que sea algo único. Y aquí la palabra clave es precisamente esa: la generación de Los Ángeles, y por supuesto la actual, no estaban a nuestro alcance. Fueron, y son, únicos. Yo sabía que en aquel cruce de cuartos frente a Grecia competíamos con peores armas. Aunque eso no me quitó ni mucho menos la decepción... y por supuesto entendí la de mis jugadores. En su caso, percibí entonces el agravante de la permanente comparación que se hacía con los mitos anteriores. Allí no estaba Corbalán, ni el Epi de su mejor momento, ni Fernando Martín. Los primeros que eran conscientes de eso, eran los propios jugadores. En aquel Europeo sentí que teníamos nuestras opciones porque estábamos compitiendo bien. Pero es evidente que, contra los griegos, y en su casa, la cosa no iba solamente de jugar bien al baloncesto. Se necesitaba presentar un carnet de respeto que entonces nos había caducado para optar a lo máximo en los grandes eventos. De algún modo, fuimos los primeros encargados de iniciar su renovación".

"Fran podrá decir lo que sea, pero dile de mi parte que su cabreo no se pudo comparar al mío. Te voy a revelar una cosa que en aquel momento no quise compartir con nadie; mis padres, vivían entonces en Atlanta. Y yo soñaba con el desfile delante de toda mi familia, como el hijo que vuelve al hogar después de haber triunfado en un país extranjero, en mi país de acogida. Todo aquello se me vino abajo por culpa de la derrota frente a Grecia. ¿Si sentí que aquellos cuartos de final eran importantes para mí, me preguntas? ¡Aquella fue la derrota de mi vida!".

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