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Azafatos y azafatas en el podio: cosificar tanto a las mujeres como a los hombres
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Jesús Garrido

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Jesús Garrido

Azafatos y azafatas en el podio: cosificar tanto a las mujeres como a los hombres

La medida de la Volta a la Comunidad Valenciana no da solución al problema, lo simplifica al hecho de simplemente igualar a hombres y mujeres en un aspecto negativo

Foto: Greg Van Avermaet se prepara para recibir el jersey amarillo del azafato (Manuel Bruque/EFE).
Greg Van Avermaet se prepara para recibir el jersey amarillo del azafato (Manuel Bruque/EFE).

A cualquier cosa lo llaman progreso. Como cuando nos vendieron que qué bueno eso de facilitar el despido, que así las empresas tendrían más ganas de contratar, bajaría el paro y todos seríamos mucho más felices para siempre. Tampoco se comentó mucho desde los promotores de esa idea que eso iba a suponer una desprotección para el trabajador, el cual iba a poder ser despedido prácticamente por cualquier motivo. No era tampoco muy útil para la lucha contra el machismo y el fomento de la igualdad la creación de un Ministerio de la Mujer, lo cual da ya por hecho que es un sujeto inferior. Y en este sentido, igualar los podios ciclistas con un azafato y una azafata tampoco es que sea dar un paso adelante, más bien uno hacia un lado. A ese lado conocido y que te asegura no tropezar y caerte.

Foto: Esta imagen no se volverá a ver en el Tour Down Under (Dan Peled/EFE/EPA). Opinión

¿A qué viene esto? Fácil. Seguramente lo hayan visto ya. La Volta a la Comunidad Valenciana ha dado un paso (lo de que sea hacia delante, como digo, es cuestión de arduo debate) hacia lo que ellos consideran 'igualdad' al juntar en la entrega de distinciones en el podio a "azafatos y azafatas vestidos con ropa cómoda", en sustitución de las habituales mujeres atractivas y vestidas provocativamente que tras vestir al ciclista con la camiseta de turno, le daban un beso cada una en las mejillas. Vamos, lo que llevamos viendo décadas y que ha sido increíblemente poco criticado y señalado por su notable sexismo y la degradación que supone para la mujer.

La diputada provincial de Deportes de Valencia, la socialista Isabel García, se sintió orgullosa al recalcar que esta medida impulsada por el gobierno provincial va a "romper estereotipos en el mundo del deporte". Y aunque es verdaderamente elogiable que ese sea el objetivo teórico del gobierno socialista, no deja de ser una medida paliativa que en vez de suponer una solución al problema, lo simplifica al hecho de simplemente igualar a hombres y mujeres en un aspecto negativo. Es decir, en vez de cosificar a la mujer, cosifica también al hombre.

Foto: Wouter Poels celebra su victoria en la Volta a la Comunitat Valenciana 2016. (EFE)

Como ya comentamos en la entrada de este blog que aplaudía la medida del Tour Down Under de eliminar a las 'azafatas del beso' del podio en la edición que se disputó a principios de este mes, tratar de solucionar la disyuntiva añadiendo hombres al podio es un "craso error, ya que estamos manteniendo el mismo estereotipo sexista, pero con instrumentos masculinos en vez de femeninos", en palabras de Luis Román-Mendoza, de 'Ciclo21'. Los dos hombres y las dos mujeres seleccionadas están, digamos, dentro del canon de belleza propio de este tipo de eventos, pese a que lleven "ropa cómoda", como se encargan de recalcar. Es decir, no van sin camiseta ellos ni en minifalda ellas, pero la idea sigue siendo la misma: una persona atractiva ajeno al deporte en el que se muestran únicamente para que quede bien ante la cámara.

García quiere que en un futuro sean "exdeportistas y patrocinadores, tanto hombres como mujeres, los que entreguen los premios". Eso ya es otra cosa bien diferente. Además de la lógica comercial que supondría que alguien de sonora relevancia en el deporte, en este caso el ciclismo, hiciera el acto de entrega de trofeos, jerseys y demás, para un ciclista que ha ganado supondrá una mayor satisfacción recibir la felicitación de un compañero que de una azafata o azafato que ni se conocen mutuamente y cuyos mundos no tienen la más mínima relación. Y por supuesto, que un representante del patrocinador de la competición aparezca será bueno también para la marca que ha puesto el dinero.

Como alternativa también muy válida sirve la utilizada por el Tour Down Under: chavales. Y no chicos random, sino jóvenes ciclistas para los que supone un enorme premio estar junto a los que son sus referencias aunque sea durante unos minutos.

¿Qué quiero decir con todo esto? Que hacer lo mismo con hombres que lo que se ha estado haciendo hasta ahora con mujeres no supone una evolución. Dos errores nunca generan una solución. Pero quedémonos con lo positivo. Quedémonos con que por fin, tras años ignorando una obviedad que saltaba a la vista, Australia ha hecho que el resto del mundo empiece a movilizarse, a preocuparse por sacar a las mujeres florero de los podios, a no tratarlas como simples objetos, o peor, como trofeos. Ese es el camino, la vía hacia la desaparición definitiva de una discriminación irracional.

A cualquier cosa lo llaman progreso. Como cuando nos vendieron que qué bueno eso de facilitar el despido, que así las empresas tendrían más ganas de contratar, bajaría el paro y todos seríamos mucho más felices para siempre. Tampoco se comentó mucho desde los promotores de esa idea que eso iba a suponer una desprotección para el trabajador, el cual iba a poder ser despedido prácticamente por cualquier motivo. No era tampoco muy útil para la lucha contra el machismo y el fomento de la igualdad la creación de un Ministerio de la Mujer, lo cual da ya por hecho que es un sujeto inferior. Y en este sentido, igualar los podios ciclistas con un azafato y una azafata tampoco es que sea dar un paso adelante, más bien uno hacia un lado. A ese lado conocido y que te asegura no tropezar y caerte.

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