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La Quebrantahuesos, una cita obligada para los locos de la bici y las montañas
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Javier Martínez Goytre

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La Quebrantahuesos, una cita obligada para los locos de la bici y las montañas

Este sábado (siempre el tercer sábado de junio) se celebra la XXVI edición de la Marcha Cicloturista Quebrantahuesos que acoge a 10.000 participantes venidos de todas partes del mundo

Foto: La Quebrantahuesos celebra este año su 26ª edición (Foto: Marcha Cicloturista Quebrantahuesos)
La Quebrantahuesos celebra este año su 26ª edición (Foto: Marcha Cicloturista Quebrantahuesos)

Roberto Iglesias es un tipo peculiar. Es habitual que se encuentre pateando montañas como el Kilimanjaro en sus ratos libres. Es un gran amante de los puertos de montaña. Presidente durante muchos años de la Peña Ciclista Edelweiss de Sabiñánigo (Huesca), fue el visionario que convirtió la salida reina de su club en un evento que acoge a 10.000 participantes venidos de todas partes del mundo (digo bien: del mundo). Y -no podía ser de otra manera-, esa prueba tenía que atravesar Los Pirineos y subir montañas, muchas montañas.

Este sábado (siempre el tercer sábado de junio) se celebra la XXVI edición de la Marcha Cicloturista Quebrantahuesos. Sin duda, la prueba UCI Gran Fondo más importante que se corre en España. Aquí van un par de reflexiones sobre el tema:

  • El debate prueba cicloturista/deportiva: hay vencedores, categorías, clasificaciones, exciclistas profesionales... Creo que pocos participantes van con espíritu turista a esta prueba. Los hay y merecen todo el respeto del mundo, pero probablemente más del 80% de los participantes tiene algún reto deportivo personal.
  • El nombre (Quebrantahuesos): la primera vez que oí hablar de esta prueba a Jorge Robert y a Luis Lapeña en mi grupeta de Majadahonda, pensé que el nombre se debía a la dureza de la prueba, y que consecuentemente uno acababa con los huesos molidos. Lo que hace la ignorancia... El quebrantahuesos es un ave rapaz emblemática del Pirineo.

La prueba se disputa saliendo de Sabiñánigo hacia Jaca; se toma la carretera hasta Canfranc y de allí al Puerto de Somport. Se entra en Francia, descendiendo hasta Escot, donde se toma la desviación al puerto de Marie Blanque. Se desciende hasta Laruns y desde allí se sube el Portalet, que se corona en la frontera con España. Se desciende hacia Panticosa y allí nos espera el puerto de Hoz de Jaca. Se desciende a Biescas y de allí a Sabiñánigo, cerrando un recorrido de 205 kilómetros con unos 3.500 metros de desnivel acumulado.

La mitad del recorrido discurre en la provincia de Huesca y la otra mitad, en Francia. Eso hace que la prueba atraiga el interés de numerosos aficionados. Eso y el hecho de correr escoltados por motoristas de la Gendarmería Nacional gala (y de la Guardia Civil de Tráfico). Los gendarmes le dan un toque Tour de Francia especial a la prueba. También el hecho de pasar entre un pasillo de gente cuando coronas Somport, Marie Blanque, Portalet y Hoz. Los amateurs agradecemos, en ese día D de nuestro calendario, el aliento de centenares de desconocidos apostados en los puertos ofreciendo bebidas y periódicos para protegerte del frio en las bajadas.

Desde Sabiñánigo hasta Jaca se rueda a gran velocidad en grandes pelotones, ya que el trazado es llano. Es un tramo más peligroso por las numerosas caídas y montoneras (algunas espeluznantes) que se producen. Rodar por los laterales de la carretera a costa de tragar mas aire es una opción, ya que es más fácil buscar escapatorias si hay caídas masivas.

Somport es un puerto asequible. Es el primero del día y te coge fresco: es una subida larga desde Jaca de unos 25 km. Se va subiendo en escalones y tiene descansos. El tramo más exigente está a la salida de Canfranc, cerca del circo de Rioseta. La bajada hasta Escot es muy técnica y peligrosa en los primeros 8 km porque hay auténticos descerebrados que piensan que van a ganar el Tour y entran ciegos en las curvas. Aquí hay que extremar las precauciones.

Los restantes 25 km hasta Escot son menos complicados. Se forman grandes pelotones. Es una zona ideal para comer y beber. Según nos acercamos a Escot empiezan a entrar dudas de cómo se va a dar ese año Marie Blanque. Quien diga que no, miente. Son 9 km de ascensión de los que los cinco primeros son muy manejables, pero los últimos cuatro… No tiene pérdida cuando empieza lo duro. Esa recta sin fin al 11-12 %… Son 4 km sin un solo descanso y mantenidos en esos porcentajes (algunos tramos algo más), metidos en medio de un bosque frondoso que en los años calurosos se convierte en un horno y es motivo de numerosas deshidrataciones y calambres que luego te acechan en la subida al Portalet. Si no estás muy en forma, gestionar esa subida es un arte de precisión para no quemarte después. Cuando coronas Marie Blanque, te quedan aún 100 km por delante.

La bajada de Marie Blanque es muy rápida, y más adelante llegas a Laruns. Antes has de comer y beber bien porque tienes que subir el Portalet, que es un puerto larguísimo de 30 km. No tiene grandes porcentajes, pero lo empiezas con 125 km en las piernas y se nota. Hay un pequeño descanso de unos dos kilómetros, tras 20 km de ascensión en la presa de Artouste y desde allí te quedan otros 10 km para coronar. Este segundo tramo es más exigente con pendientes del 7-8% en algunos tramos. Antes de coronar Portalet una ya espera encontrar el gentío en las cunetas en los últimos 2 km. Probablemente es el momento más emocionante de la prueba, pasar entre un pasillo de gente animando, como en el Tour.

[Cinco puertos y 160 km bajo un calor asfixiante solo por amor al ciclismo]

El descenso a Panticosa es muy rápido. Allí nos espera el último obstáculo, Hoz de Jaca, de unos 3 km y con pendientes del 11 y del 12%. Se llega muy castigado después de 180 km. Las vistas sobre el embalse de Bubal lo hacen algo más llevadero. Si la subida es exigente, la bajada de este puerto es peligrosa porque hay un par de curvas complicadas y los reflejos ya no son los mismos.

Para descender a Sabiñánigo, lo mejor es buscar un buen grupo para protegerte del viento en contra que sopla desde Biescas. La llegada a meta siempre es especial. Muchos meses de preparación, muchos sacrificios (familiares, profesionales y personales) y la satisfacción de haber culminado un reto deportivo de primer nivel.

Roberto Iglesias es un tipo peculiar. Es habitual que se encuentre pateando montañas como el Kilimanjaro en sus ratos libres. Es un gran amante de los puertos de montaña. Presidente durante muchos años de la Peña Ciclista Edelweiss de Sabiñánigo (Huesca), fue el visionario que convirtió la salida reina de su club en un evento que acoge a 10.000 participantes venidos de todas partes del mundo (digo bien: del mundo). Y -no podía ser de otra manera-, esa prueba tenía que atravesar Los Pirineos y subir montañas, muchas montañas.