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La cuenta atrás de Bale mide el impulso de Florentino Pérez
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Antonio Sanz

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La cuenta atrás de Bale mide el impulso de Florentino Pérez

El galés sigue encadenando lesiones y preocupando al madridismo. Es un favorito del presidente, pero a final de temporada tendrán que sentarse a decidir si su futuro en el Madrid es posible

Foto: Bale y Zidane se saludan. (EFE)
Bale y Zidane se saludan. (EFE)

Salió cojeando del Santiago Bernabéu la noche del partido ante el Fuenlabrada. El choque de Copa se había resistido y el galés fue encomendado para solventarlo. Y cumplió. Tanto que resultó unánime su designación como el mejor del encuentro. El revulsivo había causado buen efecto para Zidane. Sin embargo, en su cuerpo (tal vez también en su mente) se volvió a encender la luz roja. Otra dolencia. Otro paso atrás que le dejó fuera de las siguientes convocatorias y sin fecha ordenada de vuelta. Se verá en función de la evolución. Pero la realidad es que la acumulación de lesiones ha puesto en Bale, ahora sí, el foco de alarma. No varía el apoyo de la institución, que se mantiene absoluto, pero también las partes deciden otorgarse un tiempo: los próximos meses serán determinantes para conocer el futuro del galés en el Real Madrid. Florentino Pérez mantiene la fe en el jugador, pero igualmente es consciente de que la situación física del futbolista no remite, más bien todo lo contrario. Las dolencias se acumulan mientras la rentabilidad oscurece. Eso sí, hasta mayo, que nadie se mueva.

Foto: Bale, con Zidane, antes de saltar al campo en el Real Madrid-Fuenlabrada de Copa. (EFE) Opinión

Zidane se siente preocupado con la inestabilidad física de Gareth. Para empezar se muestra esclavo de la innegociable ‘BBC', por la que debe apostar sí o sí. Para continuar porque es consciente de que una salida del británico hubiera posibilitado la llegada de un deseado —Mbappé—. Y para finalizar, lamenta tanta preocupación alrededor del jugador que como apuntaba el clásico: Bale no termina de arrancar. Tampoco existe mucha claridad respecto a la verdadera dolencia que ha dejado nuevamente eliminado al futbolista. La explicación del técnico es ambigua. No es una lesión grave, por tanto no ha lugar parte médico. La reiteración para aportar luz al asunto acaba cuando el entrenador francés admite que “el problema es que es un jugador muy potente y que debe estar bien para jugar”. El miedo a resentirse y a volver a ensombrecer su figura mantiene aturdido al Real Madrid. El grupo cierra filas con Bale, le aporta ternura, pero no puede meterse en la cabeza del jugador que necesita un estado físico perfecto para evitar de esta manera contratiempos. Eso sí, que nadie le meta prisa.

Bale no tiene problemas de ansiedad, lo confirma Zidane. La explicación interna es que el físico de atleta del futbolista es una dificultad añadida porque solo rinde en plenitud, explican los galenos. La cuestión es que transitan los días y las goteras físicas no terminan de alejarse del hogar de Gareth. Los deseos de volver al ritmo del grupo se enfrentan a la realidad médica. ¿Es el gemelo? ¿Es un poco más abajo en el sóleo? Nadie acierta a explicar públicamente qué ha retrasado la puesta a punto. También se apunta a la propia exigencia del protagonista, consciente de que la opinión pública aguarda con mesura la siguiente lesión. La realidad es que el entrenador, así lo ha confesado, no puede dar una fecha del regreso definitivo de una de las estrellas del camerino. Todo este embrollo conduce a la confusión. El enredo de las lesiones de Bale sería un buen entremés mediático, sino fuera porque de comedia la historia no tiene nada.

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GRAF939. MADRID, 28 11 2017.- Los delantero galés del Real Madrid, Gareth Bale, durante el encuentro correspondiente a la vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey que disputan esta noche frente al Fuenlabrada en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. EFE Juanjo Martín.

Hablar al final de temporada

Con 28 años cumplidos el pasado verano, la actitud de resignación crece en Bale. La madurez alcanzada lejos del hogar sitúa al introvertido jugador en una posición difícil. De una parte, certifica su felicidad por jugar en el Real Madrid, el chico presume desde su infancia de tirarle el blanco más que otros colores. Con esa etapa llevada a efecto, ponerle fin duele un poco más. Más allá de lo físico, existe ese posicionamiento de afrenta personal frente a la opinión pública y a la veintena de lesiones que recorren su hoja de servicios. Esa carga también la soporta y le provoca una presión añadida. Los consejos le llevan a tomar la decisión de sólo participar cuando se encuentre al cien por cien, básicamente porque nadie quiere repetir aquella fatídica tarde que vivió cuando tuvo que ser reemplazado en plena disputa ante el FC Barcelona.

Precaución es la palabra que más escucha Bale a su alrededor. Con contrato hasta junio de 2022, los próximos cinco meses resultarán claves para aceptar si conviene seguir sufriendo o toca retornar a Inglaterra. Si durante este tramo de campaña se cuentan más las ausencias que las presencias, Florentino Pérez y Gareth Bale tomarán la complicada decisión de romper desde el dolor. Los dos se sienten dichosos de estar juntos, pero los dos comienzan a darse cuenta de que la relación es tóxica para ambos. Uno soporta las críticas por mantener en la plantilla a un jugador de cristal y el otro lamenta que esa circunstancia le impida alcanzar cotas mayores en el territorio futbolístico. Por este motivo, las conclusiones llegarán en mayo, nunca antes. Si bien, cada día de baja es una muesca negativa en la cartuchera del presidente.

El último mercado de fichajes mantuvo en alerta al Real Madrid. Las opciones de firmar a Mbappé eran tan ciertas como real resultó la decisión de Florentino de no romper el escalón salarial de la plantilla. A todo esto, la presión que soportó Bale de Mourinho para firmar por el Manchester United se seguía con atención en el ático de Concha Espina. Por un momento, Zidane observó la solución, pero Gareth no se rindió. En esto, el mandamás, orgulloso como nadie del galés, aplaudió la respuesta del extremo. Sin embargo, el año ha derivado en más curvas que rectas. Por eso, surge ese pacto no escrito de sentarse mano a mano al final de curso, analizar lo acontecido y tomar una decisión. Esta vez, ni uno ni otro son tan firmes. Eso sí, Florentino no empujará a Bale. Es su apuesta y mantiene la confianza. Pero cada día que pasa, el británico asume el calvario y considera que es todavía demasiado joven como para vivir sufriendo.

Salió cojeando del Santiago Bernabéu la noche del partido ante el Fuenlabrada. El choque de Copa se había resistido y el galés fue encomendado para solventarlo. Y cumplió. Tanto que resultó unánime su designación como el mejor del encuentro. El revulsivo había causado buen efecto para Zidane. Sin embargo, en su cuerpo (tal vez también en su mente) se volvió a encender la luz roja. Otra dolencia. Otro paso atrás que le dejó fuera de las siguientes convocatorias y sin fecha ordenada de vuelta. Se verá en función de la evolución. Pero la realidad es que la acumulación de lesiones ha puesto en Bale, ahora sí, el foco de alarma. No varía el apoyo de la institución, que se mantiene absoluto, pero también las partes deciden otorgarse un tiempo: los próximos meses serán determinantes para conocer el futuro del galés en el Real Madrid. Florentino Pérez mantiene la fe en el jugador, pero igualmente es consciente de que la situación física del futbolista no remite, más bien todo lo contrario. Las dolencias se acumulan mientras la rentabilidad oscurece. Eso sí, hasta mayo, que nadie se mueva.

Florentino Pérez Gareth Bale Zinédine Zidane