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"Ahora ya no tengo duda". Por qué Alonso arrastra su monoplaza hasta los boxes
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Javier Rubio

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"Ahora ya no tengo duda". Por qué Alonso arrastra su monoplaza hasta los boxes

El GP de Azerbaiyán puso en evidencia de nuevo ese temperamento competitivo en Alonso, independiente de su historial deportivo y del nivel del monoplaza que tenga entre manos

Foto: El estado del McLaren de Fernando Alonso a su llegada a boxes tras la primera vuelta del GP de Azerbaiyán. (Formula 1)
El estado del McLaren de Fernando Alonso a su llegada a boxes tras la primera vuelta del GP de Azerbaiyán. (Formula 1)

Algunos lectores quizás recuerden una entrevista en las 500 Millas Indianápolis con el gran periodista británico Nigel Roebuck como interlocutor y Fernando Alonso como protagonista. En ella, el veterano Roebuck comparaba al español con el legendario Gilles Villeneuve. “El único piloto actual al nivel de Villeneuve”, escribió el británico días después en otra de sus columnas semanales.

“He visto las fotos de los daños del coche ayer. Ahora ya no tengo duda, fue una carrera irrepetible”, recordaba Alonso en Twitter este lunes. Dos neumáticos reventados, arrastrando durante tres kilómetros el fondo plano de un monoplaza que solo a machetazos podía entrar en boxes… De alguna manera, la escena recordaba aquellas imágenes de Gilles Villeneuve en el Gran Premio de Holanda de 1979 o Canadá 1981 En el primero, el canadiense intentaba llevar su Ferrari a boxes con una rueda semiarrancada. En el segundo rodaba con el alerón delantero pegado a sus narices bajo un gran diluvio. Puede que las imágenes de Alonso no fueran tan dramáticas, pero el espíritu era el mismo.

"Estuvo durante dos horas absolutamente en su límite y por encima del de su coche, luchando por una decimocuarta posición, décima, séptima, cualquiera... como si se hubiera tratado de la primera posición”, escribía Roebuck sobre la actuación de Villeneuve en Canadá. Palabras aplicables también a la actuación de Alonso en Bakú. Sin embargo, el español aporta un rasgo personal adicional poco frecuente y que quizás no se valore en su justa medida.

Cuando el toro derrota como le viene en gana

“El único piloto actual que me recuerda a él es Fernando, quien, como Villeneuve, tiene una manera de situar sus monoplazas en posiciones donde no tienen por qué estar”, escribía Roebuck. El Gran Premio de Azerbaiyán fue otro ejemplo. Alonso no entra en la Q3 en estas carreras, pero no baja del séptimo. Y este pasado fin de semana acentuó más si cabe el patrón que le distingue con el incidente de su monoplaza en la primera vuelta.

"Me dijeron desde el equipo que el coche tenía daños significativos, cuando te dicen eso normalmente son malas noticias. Me temí lo peor", comentó Alonso tras la carrera. Un equipo monitoriza hasta la centésima de punto la carga aerodinámica de un monoplaza, así que habría que imaginar el comportamiento de ese coche durante la carrera. Se podría discutir que la de Bakú fuera o no la mejor de su vida, como el propio Alonso reivindicaba, pero solo el torero sabe lo que es enfrentarse al toro que derrota con el cuerno como le viene en gana.

Fernando Alonso es doble campeón del mundo, multimillonario, ya treintañero, y sin embargo lleva años peleando por puestos del montón

Bajarse de la noria ganadora

Porque quizás sea esta la virtud que más distingue a Alonso. Un joven con todo por conquistar peleará con cualquier dragón que le pongan delante. Pero Alonso es doble campeón del mundo, multimillonario, y ya con cerca de dos décadas en F1 a sus espaldas. No obstante, lleva años peleando por puestos del montón. Por resultados que ya no deberían suponer el menor estímulo para quien ya dispuso de monoplazas ganadores, los mejores medios y la motivación que siempre inyecta saberse aspirante al triunfo.

La historia de la Fórmula 1 está repleta de ejemplos de campeones que perdían el fuelle cuando cambiaba el viento. Ganadores natos que sin opciones de victoria también perdían el sentido para competir. James Hunt se hundió junto a la competitividad de McLaren, y vivir el accidente de Ronnie Peterson en primera persona le acabó de rematar. Niki Lauda dejó colgado a Bernie Ecclestone en Brabham cuando perdió opciones a la victoria. Algo parecido le ocurrió a Jody Scheckter en Ferrari, un año después de lograr el título. Lauda solo volvió con Ron Dennis cuando este le ofreció un monoplaza ganador y una montaña de dinero. Alain Prost no quiso exponerse nunca a rodar en medio del pelotón. Dejó (lo echaron) Ferrari por aquella metáfora del camión y solo volvió cuando Williams le garantizó el título de 1993. Y luego, adiós.

Jacques Villeneuve desapareció cuando salió de Williams. Mika Hakkinen se marchó exhausto física y mentalmente tras su duelo con Michael Schumacher y al comprender que McLaren había perdido el ciclo ganador con Ferrari. Jenson Button acabó harto y desgastado de Honda. Más reciente ha sido el caso de Nico Rosberg. Se despidió cumplidos sus objetivos vitales y el título, negándose a los sacrificios personales que exigían otro enfrentamiento con Lewis Hamilton. Sería interesante, por ejemplo, comprobar la respuesta de Sebastian Vettel a cinco años sin títulos en Ferrari y tres adicionales de pesadilla con Honda. Michael Schumacher y Alonso, en este sentido, sí son muy parecidos.

placeholder Fernando Alonso ha puntuado en las cuatro primeras carreras de 2018. (EFE)
Fernando Alonso ha puntuado en las cuatro primeras carreras de 2018. (EFE)

A pesar de una nueva decepción

Hasta los años ochenta era poco estimulante para un campeón arrastrarse en medio del pelotón con coches poco competitivos que suponían, además, jugarse la vida sin sentido para quien ya había vivido en lo alto del podio. Hoy, las presiones de la Fórmula 1 son de diferente índole. Para quien lo ha ganado todo, no contar con un monoplaza ganador acaba contaminando la propia imagen como piloto aunque el talento siga intacto. ¿Por qué seguir entonces exponiéndose al juicio de la opinión pública?

Puede que Alonso rechine a algunos en el plano personal, pero solo con una ceguera primaria se le podrá negar ese rasgo singular que le distingue: una incombustible y extrema naturaleza competitiva, sin importar las circunstancias, la posición en pista, su pedigrí deportivo, sus millones… El arranque de McLaren en 2018 ha debido suponer la enésima decepción para el piloto español cuando se esperaba lo contrario. Pero Alonso sigue remangándose en cada carrera, y ahí estaba una vez más, cogiendo por el cuello y arrastrando hasta boxes un monoplaza que no quería ni girar. Solo el propio piloto sabía cómo era meter la muleta a ese toro de Bakú durante una cincuentena de vueltas. "Persistencia, orgullo, pundonor", ondeaba como bandera al terminar la carrera. Diecisiete años, dos títulos y varios subcampeonatos después de debutar en la Fórmula 1.

Algunos lectores quizás recuerden una entrevista en las 500 Millas Indianápolis con el gran periodista británico Nigel Roebuck como interlocutor y Fernando Alonso como protagonista. En ella, el veterano Roebuck comparaba al español con el legendario Gilles Villeneuve. “El único piloto actual al nivel de Villeneuve”, escribió el británico días después en otra de sus columnas semanales.

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