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Tampoco en 2019: por qué Ferrari se está convirtiendo en perdedor crónico en la F1
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Javier Rubio

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Tampoco en 2019: por qué Ferrari se está convirtiendo en perdedor crónico en la F1

En 2018 Ferrari contaba con un monoplaza ganador, y perdió el título. ¿Qué genes encierra la Scuderia para no ganar un título en once años, y con los mejores pilotos a bordo?

Foto: Sebastian Vettel (d), el jefe de Ferrari, Mattia Binotto (c); y la responsable de prensa del piloto alemán, Britta Roeske. (Imago)
Sebastian Vettel (d), el jefe de Ferrari, Mattia Binotto (c); y la responsable de prensa del piloto alemán, Britta Roeske. (Imago)

Pocos dudan de que Ferrari contaba en 2018 con el monoplaza más rápido de la parrilla. Lewis Hamilton lo recordaba durante el descanso veraniego. Sin embargo, nadie concede ya opciones al equipo italiano en 2019. Al comienzo de campeonato, el británico avanzó que Mercedes tenía "una montaña por escalar" para batir a un Ferrari que, hoy, está virgen de victorias frente a las diez de los alemanes ¿Cómo perder tanto terreno de una temporada a otra?

La pausa estival de la Fórmula 1 permite tomar cierta perspectiva. Y con Ferrari, reflexionar sobre su singular genética. ¿Por qué un año más el equipo italiano no puede con Mercedes a pesar de su competitividad en 2018? Quizás la teoría evolutiva de Charles Darwin pueda acompañarnos al respecto. Juan Luis Arsuaga, uno de los mejores paleontólogos del mundo, nos invita a viajar a través de la evolución en su estimulante ensayo 'Vida, la gran historia', con píldoras extrapolables a otros ámbitos. ¿La Fórmula 1? ¿Por qué no?

Foto: Carlos Sainz en Budapest. (EFE)

Todos pintados de negro

En la evolución, el entorno natural es el factor determinante. En la Fórmula 1, el cronómetro ejerce la misma función. Aunque la evolución es fundamentalmente divergente, también se producen convergencias adaptativas: organismos no emparentados desarrollan estrategias adaptativas semejantes ante los mismos condicionamientos del medio. Forcemos la idea con la Fórmula 1 aunque a Arsuaga le puedan rechinar intelectualmente los dientes. Ross Brawn ofrecía recientemente el ejemplo con los actuales monoplazas, retando a distinguir unos de otros después de retirar su decoración y pintarlos de negro. Los tests confirmaban que resulta muy difícil singularizarlos. Sin embargo, el monoplaza de Mercedes era uno de los pocos verdaderamente distinguibles. También, el mejor desde hace años. Todos se vigilan e intentan copiar las mejores soluciones aerodinámicas de los rivales. Pero en el terreno aerodinámico, Ferrari no logra superar a Mercedes. Ni a Red Bull en su día.

Arsuaga recuerda que al estudiar las convergencias adaptativas entre diferentes especies, los mejores antropólogos analizan cada uno de sus órganos por separado, porque es así como se desarrollan en la naturaleza: los sentidos, locomoción, etc. Algo resonante al escuchar recientemente a James Key, nuevo director técnico de McLaren, cuando explicaba las claves —y la complejidad— en el rendimiento de un monoplaza. "No se trata de que tengas algo delante y encuentres la gran respuesta a ello. Son todo pequeños detalles que empiezan a modificar la estela de la rueda, o estabilizar el difusor, o cualquiera que sea el problema del día…", explicaba el ingeniero británico. Así, en cada área de un monoplaza. Como explica Key, en la Fórmula 1 grandes áreas de desarrollo son el producto de múltiples pequeños detalles, lo que exige centenares de técnicos para armar la complejísima ingeniería de un monoplaza. No es el producto de una única mente.

placeholder Ferrari no ha conseguido ninguna victoria en 2019. (EFE)
Ferrari no ha conseguido ninguna victoria en 2019. (EFE)

Once años ya

Pero lo anterior exige un tremendo potencial económico. "Cualquier cosa que quieras hacer en el coche siempre lleva tiempo", nos recuerda estos días Kimi Raikkonen, ahora que en Sauber experimenta las diferencias con Ferrari. "No podemos producir cosas de un día para otro y, como equipo más pequeño, todo lleva más tiempo que uno grande con más capacidad de investigación". Entre las razones para descartar la Fórmula 1, el vicepresidente de Porsche Motorsport, Frizt Enzinger, justificaba que "es costosísima" y sin límite presupuestario. "Sabemos cuánto cuesta poner en pie un equipo completo. Mercedes tiene 1.200 empleados entre Brackley y Brixworth. Los costes son enormes". En definitiva, para alcanzar la cúspide de la pirámide ecológica de la Fórmula 1 es premisa indiscutible un gran potencial económico y de medios para desarrollar las múltiples convergencias adaptativas en infinidad de áreas -antes y durante una temporada- que permitan batir al crono y los rivales. Pero ese ejercito necesita ser dirigido.

Ferrari cuenta con el potencial, pero no logra títulos ni con Domenicali, Arrivabene, o Binotto, -con Alonso y Vettel al volante- mientras que Red Bull o Mercedes son dirigidos por el mismo responsable. ¿Por qué este paso atrás en 2019 cuando incluso su director técnico de estos últimos años está al frende hoy de la Scuderia? ¿Qué falla entonces históricamente en Ferrari? Puede que la respuesta resida en una determinada filosofía de gestión, en decisiones estratégicas que reafirman la tan particular herencia genética de la Scuderia. Quizás, la cúpula del Grupo Fiat Chrysler podría releer a Charles Darwin y, por qué no, de paso también a Juan Luis Arsuaga.

Pocos dudan de que Ferrari contaba en 2018 con el monoplaza más rápido de la parrilla. Lewis Hamilton lo recordaba durante el descanso veraniego. Sin embargo, nadie concede ya opciones al equipo italiano en 2019. Al comienzo de campeonato, el británico avanzó que Mercedes tenía "una montaña por escalar" para batir a un Ferrari que, hoy, está virgen de victorias frente a las diez de los alemanes ¿Cómo perder tanto terreno de una temporada a otra?

Lewis Hamilton Sebastian Vettel