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Tener que evacuar el hotel porque un idiota estaba fumando en su habitación
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Jesús Garrido

Me voy de Eurocopas

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Jesús Garrido. Toulouse

Tener que evacuar el hotel porque un idiota estaba fumando en su habitación

Todavía hoy, pese a ser en cierta manera consciente de las realidades sociales, me sorprende la capacidad de la gente de molestar a los demás por un disfrute personal

Foto: La despedida del Stade de Toulouse (Sergio Pérez/Reuters).
La despedida del Stade de Toulouse (Sergio Pérez/Reuters).

Los días de partido siempre se hacen largos. Pasan rápido, pero hay tanto trabajo que hacer que al final, parece que llevas bastantes más de 24 horas trabajando, cuando no son tantas, evidentemente. En una competición como una Eurocopa, que tiene una trascendencia mucho mayor a casi cualquier otra, hay más trabajo, pero siempre se hace con gusto, más si España gana, claro. Estar en el centro internacional de prensa, en el fondo, es hasta divertido, más si el encuentro que toca cubrir es el primero de la jornada, pues todavía quedan dos por delante por ver mientras se teclea.

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Una vez se cumple con la labor, o al menos la principal (se me estaba haciendo tarde y preferí terminar del todo en el hotel), toca marcharse del estadio. El Stade de Toulouse se encuentra bastante céntrico, en el más grande islote de un pequeño archipiélago que se forma en el río Garona. Allí se alza en su coqueta grandeza el campo del Toulouse, que no conviene confundir con el Stade Toulousaine, perteneciente al club de rugby de la ciudad occitana. Pero a las diez de la noche, cuando decidí marcharme de allí, no había ni un maldito taxi por los alrededores. Mi hotel no estaba lejos, pero al final, andando eran unos 40-45 minutos. Y de repente empezó a llover durante un minuto, y luego paró.

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Sin taxis por los alrededores (el único que pasó cerca de mí iba ocupado), llegué al hotel exhausto y con trabajo por hacer y comida que cenar. Me puse a ello, y después de algo menos de una hora, lo tenía todo resuelto, deseoso de acudir al sobre, porque mi vuelo salía a las 7 de la mañana. Y cuando iba a ello, de repente suena una alarma en el hotel. Rápidamente llamo a recepción a ver qué pasa y me dicen que tenemos que desalojar las habitaciones y bajar por seguridad, que no saben qué ha pasado. Más molesto que preocupado, bajo por el ascensor incumpliendo la primera norma de una emergencia y me encuentro en la planta baja a unas diez personas muy tranquilas, pero igual de contrariadas. Nos siguen diciendo que están intentando comprobar qué sucede, pero que pasa algo en la tercera planta.

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Unos cinco minutos después, puede que más, puede que menos, la estridente alarma deja de sonar. El recepcionista, que en ningún momento perdió la calma pese a la gran cantidad de llamadas de las habitaciones y nuestras preguntas, nos dice que ha saltado la alarma de incendios… porque una persona estaba fumando en su habitación. Buen imbécil, huelga decir. Pese a que creo que soy consciente de ello desde hace mucho tiempo, aún me sigue sorprendiendo que una persona, por una apetencia personal, pueda molestar a los demás hasta ese punto. Hablamos de las doce de la noche. A mucha gente la pilló durmiendo, sin duda.

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En fin, no pasó a mayores y yo me pude levantar a las 5:15 para ir al aeropuerto, donde checos y españoles aguantaban el sueño como podían aún luciendo sus indumentarias de partido. El primer vuelo, porque hacía escala en Lyon, fue de maravilla. Pero en el segundo me pasó algo ridículo que me siento preparado a compartir con los lectores de esta humilde bitácora. El vuelo hacía una pequeña parada técnica en Poitiers, prevista, por lo que parece. Pero yo no lo sabía. Y me bajé del avión. Menos mal que me hicieron facturar la maleta, porque me enteré cuando vi que no salía. Volví al avión dando bastante vergüenza, me senté donde menos se me viera y a dormir, que ya llegaba a ‘casa’.

'Au revoir'.

Los días de partido siempre se hacen largos. Pasan rápido, pero hay tanto trabajo que hacer que al final, parece que llevas bastantes más de 24 horas trabajando, cuando no son tantas, evidentemente. En una competición como una Eurocopa, que tiene una trascendencia mucho mayor a casi cualquier otra, hay más trabajo, pero siempre se hace con gusto, más si España gana, claro. Estar en el centro internacional de prensa, en el fondo, es hasta divertido, más si el encuentro que toca cubrir es el primero de la jornada, pues todavía quedan dos por delante por ver mientras se teclea.