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Los Juegos Olímpicos de la samba
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Valeria Saccone

Río por no llorar

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Los Juegos Olímpicos de la samba

En Morro da Formiga, una favela del barrio de Tijuca, se disputaron unos particulares Juegos. Una competición para la elección de la canción que llevarán al desfile de 2017 en el Sambódromo

Foto: En Río la samba tiene vida (Valeria Saccone).
En Río la samba tiene vida (Valeria Saccone).

Ni las fuertes rachas de viento, que han obligado a cancelar las pruebas de remo, ni la noticia del atraco al Ministro de Educación de Portugal en el lujoso barrio de Ipanema cuando volvía del circuito de ciclismo, han empañado el entusiasmo en el segundo día de competiciones. La enorme fila para acceder a la arena de voley, que ha llegado a alcanzar los 600 metros, es una muestra del frenesí olímpico que impregna a turistas y autóctonos. “Yo hace una semana que estoy llorando de emoción”, revela Virginia Caliman, una carioca que ha danzado como voluntaria en la ceremonia de apertura de los JJ. OO., donde interpretaba a una japonesita. “Hay varias partes de la coreografía que me han conmovido, pero la que más me ha hecho llorar, desde el primer momento, ha sido la de los indios. Cada vez que arrancaba la música y comenzaban a danzar, me deshacía en lágrimas. Me ha llegado hasta el fondo de mi corazón”, añade.

Mientras decenas de millares de fans del deporte asistían a torneos y partidos en vivo o a través de una pantalla, decenas y decenas de personas bailaban la samba enfurecidamente en el Morro da Formiga. Es una favela localizada en el barrio de Tijuca, en la zona norte de Río de Janeiro, donde se encuentra la sede de la escuela de samba Império da Tijuca. Ajenos a la entrega de las primeras medallas de oro y las lesiones que han sufrido algunos deportistas, este domingo disputaron sus particulares Juegos Olímpicos, es decir, una competición para la elección de la canción que llevarán al desfile de 2017 en el Sambódromo.

Ocho compositores y todo su séquito se dieron cita en esta agremiación carnavalesca para interpretar su samba y someterse al juicio de la ‘Vieja guardia’. Son los ancianos que en su día llenaron de orgullo esta escuela con actuaciones que los más jóvenes todavía celebran. Hoy son los encargados de eliminar, semana tras semana, una o dos canciones hasta proclamar la samba ganadora. Acontecerá a principios de septiembre, cuando esta peculiar competición llegará a su fin.

Império da Tijuca es una de las 14 escuelas de la segunda división (‘grupo de acesso’) que el año que viene desfilarán por la famosa pasarela construida por el arquitecto Oscar Nemeyer en 1984 en tan solo 120 días, única y exclusivamente para celebrar el carnaval de Río de Janeiro. También lo harán las 12 escuelas del grupo A, la primera división de la samba carioca.

Foto: La Casa de Holanda en Río (Valeria Saccone). Opinión

850 millones de euros

Durante los meses de agosto y septiembre, estas 26 escuelas celebran estos originales torneos, en los que participan los compositores, sus familiares y sus fans. Es un adelanto del Carnaval que nunca para en la ‘Cidade Maravilhosa’. “Para nosotros esta pugna es mucho más importante que los propios JJ. OO.”, asegura Camila, una de las bailarinas oficiales de la escuela. “Nuestra escuela es pequeña, pero muy auténtica. Cada año preparamos con cariño y dedicación el desfile de Carnaval, con la esperanza de ascender al grupo A”, añade.

Cabe destacar que la ‘quadra’, es decir, el local recreativo y de ensayo de esta escuela, está situado dentro de la favela, algo bastante insólito en Río de Janeiro. Las escuelas más famosas como Salgueiro y Mangueira tienen sus ‘quadras’ fuera de la comunidad para poder contar con más espacio. El éxito de estas escuelas, que atraen semanalmente a centenares de cariocas de todos los barrios e incluso a muchos turistas, ha hecho que se pierda un poco del espíritu comunitario que caracterizó la samba desde su nacimiento, hace ahora 100 años. En este sentido, Império da Tijuca es un reducto de tradición en el medio de un carnaval que no para de crecer. Se estima que la “fiesta más grande del mundo” mueve cada año alrededor de 3.000 millones de reales (unos 850 millones de euros) y atrae a cerca de un millón de turistas.

La narcoguerra

En la otra punta de Río de Janeiro, en Cidade de Deus, otra favela tristemente conocida gracias a la homónima película, un fuerte tiroteo en la noche del domingo marcaba el contrapunto al delirio que enciende de pasiones la ciudad olímpica. “Muchos proyectiles aquí en Cidade de Deus. La primera retransmisión que hago en directo será viendo el partido al son de las balas, que llega desde la calle de atrás. Así es complicado tener el espíritu olímpico”, se quejaba el director de cine Wagner Novais en el muro de su Facebook. “Mañana por la mañana sabremos el resultado de la prueba de tiro deportivo aquí en Cidade de Deus”, añadía con sarcasmo al cabo de un rato.

Algunos turistas, sin embargo, parecen no tomarse en serio la narcoguerra que en Río de Janeiro causa de media 16 asesinatos al día. En este vídeo se puede apreciar el momento en que los extranjeros intiman con un grupo de bandidos armados con fusiles. Tal es el buen rollito que llegan a hacerse fotos juntos a los pistoleros, mientras varias cámaras de televisión graban esta escena surrealista. El vídeo es del martes pasado, es decir, tres días antes de la apertura de los JJ OO, y ya tiene más de 922.000 ‘Me gusta’. Un prueba, sin duda, de que el circo olímpico no tiene límites.

Ni las fuertes rachas de viento, que han obligado a cancelar las pruebas de remo, ni la noticia del atraco al Ministro de Educación de Portugal en el lujoso barrio de Ipanema cuando volvía del circuito de ciclismo, han empañado el entusiasmo en el segundo día de competiciones. La enorme fila para acceder a la arena de voley, que ha llegado a alcanzar los 600 metros, es una muestra del frenesí olímpico que impregna a turistas y autóctonos. “Yo hace una semana que estoy llorando de emoción”, revela Virginia Caliman, una carioca que ha danzado como voluntaria en la ceremonia de apertura de los JJ. OO., donde interpretaba a una japonesita. “Hay varias partes de la coreografía que me han conmovido, pero la que más me ha hecho llorar, desde el primer momento, ha sido la de los indios. Cada vez que arrancaba la música y comenzaban a danzar, me deshacía en lágrimas. Me ha llegado hasta el fondo de mi corazón”, añade.

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