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​Gareth Bale, el verso libre que trae de cabeza a Rafa Benítez y choca con Cristiano
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José Manuel García

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​Gareth Bale, el verso libre que trae de cabeza a Rafa Benítez y choca con Cristiano

Quería ser como CR7, un 'verso libre'. Fue una de las primeras medidas que Rafa Benítez adoptó, pero lejos de ser una solución, acrecentó el problema. Porque el Real Madrid se ha quedado seco de goles

Foto: Gareth Bale, durante el Sporting-Real Madrid disputado en El Molinón (Reuters)
Gareth Bale, durante el Sporting-Real Madrid disputado en El Molinón (Reuters)

Hace unos meses, cuando el Real Madrid de Ancelotti flaqueaba de remos y a duras penas se agarraba a la estela del líder Barcelona, el vestuario madridista sonaba como una olla con garbanzos en su punto de hervor. Entre los silencios elocuentes de Casillas, las risas de los más jóvenes y las bromas de Pepe, la voz de Gareth Bale apenas se notaba. El galés barruntaba su enfado con la barbilla hundida en el esternón mientras hablaba con los de siempre, con Luka Modric, con Arbeloa, Toni Kroos… Su inglés de barrio apenas conectaba con Cristiano Ronaldo, y mucho menos con Benzema.

Bale, más zurdo que Puskas, quería salir a toda costa de su guarida del siete, harto de la pierna cambiada y de quedar atrapado en zona de nadie. Bale se sentía enjaulado y quería ser como CR7, un 'verso libre' en el equipo. Una de las primeras medidas que Rafa Benítez adoptó, pero lejos de ser una solución, acrecentó el problema. Porque el Real Madrid se ha quedado seco de goles.

Dicen los analistas que solo es una situación coyuntural, que en cuanto se agite saldrán las abejas reinas del avispero a aportar el esplendor debido, que la sequía no es tal, pues lo importante son las numerosas situaciones de gol que el equipo genera y es cuestión de tiempo la llegada del gol. O la lluvia de goles en cascada. Como siempre. Estas últimas frases son sacadas del manual de todo entrenador y Benítez lo asume como el catón. Pero de paredes para dentro, el técnico madrileño no deja de darle vueltas a la pizarra. Porque la nueva posición de su estrella galesa comienza a apretarle las sienes. Pero era lo que en su día le prometió cuando el entrenador fue a visitarle a su tierra.

Dos sacrificados

Gareth Bale ha vuelto a sonreír. El galés, que el pasado año llegó a mostrar su desencanto y le manifestó a su agente que tratara de arreglar su situación, ahora está feliz y no oculta sus ambiciones. Bale es el nuevo 'verso libre' del equipo, un futbolista que tiene visa de platino para moverse por todas las zonas del campo y arrancar con dirección al gol desde cualquier parte, preferentemente la izquierda, el reino de Cristiano. Y ahí comienza a arrancar el problema. Cristiano no termina de salir de su zona de influencia y colisiona con su compañero.

Desde el despacho del entrenador se dice que faltan dos piezas claves para que el entramado encaje a la perfección: Karim Benzema, cuyo regreso es inminente, y el acoplamiento definitivo de James Rodríguez. El colombiano será el que originariamente ocupará la posición que antes habitaba Bale, la banda derecha, desde donde arrancará con buenos centros y lanzará grandes disparos (en seco o con diabólicos efectos) con su pierna zurda. El malagueño Isco, como el croata Kovacic, serán los sacrificados en la pizarra titular del entrenador, aunque éste asegura que tanto uno como el otro dispondrán de muchos minutos.

La faceta defensiva funciona

La idea de Benítez es que Bale bascule tanto por la derecha como por la izquierda, intercambie posiciones con las bandas, así se abrirán espacios para las penetraciones de los laterales, tanto Marcelo como Danilo (Carvajal, como Isco, tendrá que aguardar turno; Del Bosque desespera: la Selección paga los platos). Con James (al que le falta ritmo de partidos) se presume no existirán problemas. Es el puesto que le dio tantos triunfos y donde se le saca un mayor partido. Esa basculación chirría en la izquierda, con la poca predisposición de Cristiano a no trazar diagonales y mostrarse estático en su lugar. Benítez insiste en la movilidad de todos, que los movimientos de acordeón (transiciones defensa-ataque-defensa) queden perfectos.

Hasta el momento, el equipo blanco ha funcionado en el aspecto defensivo, lo que hace feliz al técnico, que ve una escuadra bien armada desde atrás, pero reconoce que a su gente todavía le falta asumir los nuevos movimientos. Benítez espera que con el retorno de Benzema, un ariete de gran movilidad, el problema arriba se desatasque y se abran los espacios para que tanto Bale como Cristiano puedan obtener mejores remates. Pero la máquina madridista todavía chirría de puro nuevo. Porque el verso libre de Gareth Bale presenta lagunas y choca con Cristiano, el otro verso que no atraviesa por sus mejores tiempos.

Hace unos meses, cuando el Real Madrid de Ancelotti flaqueaba de remos y a duras penas se agarraba a la estela del líder Barcelona, el vestuario madridista sonaba como una olla con garbanzos en su punto de hervor. Entre los silencios elocuentes de Casillas, las risas de los más jóvenes y las bromas de Pepe, la voz de Gareth Bale apenas se notaba. El galés barruntaba su enfado con la barbilla hundida en el esternón mientras hablaba con los de siempre, con Luka Modric, con Arbeloa, Toni Kroos… Su inglés de barrio apenas conectaba con Cristiano Ronaldo, y mucho menos con Benzema.

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