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¿Qué será del tenis sin Federer ni Nadal?
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Álvaro Rama

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¿Qué será del tenis sin Federer ni Nadal?

Es el presente de dos jugadores que han hecho leyenda: la dificultad de mantener el cuerpo intacto para la intensidad de la alta competición. Ninguno disputó una final de un Grand Slam este año

Foto: En la imagen, Roger Federer y Rafa Nadal (Reuters)
En la imagen, Roger Federer y Rafa Nadal (Reuters)

Hay momentos en los que lo inconcebible se hace patente. Roger Federer y Rafael Nadal han sido el tenis durante los primeros años del siglo XXI. Su rivalidad queda ya en los libros de historia como una de las grandes pugnas deportivas, por la antítesis de estilos y personalidades que representan, como una realidad que ha elevado la relevancia del tenis moderno a un grado de primera línea. En una fase avanzada de sus carreras, donde la punta de rendimiento puede haber quedado atrás, permanece el aspecto más complejo de aceptar y valorar: el descanso del campeón. Es el presente de dos jugadores que han hecho leyenda en el deporte, curtidos por la ambición de ganar absolutamente todo durante numerosas temporadas y experimentando una penitencia de elegidos: la dificultad de mantener el cuerpo intacto para la intensidad de la alta competición.

El presente está salpicado con numerosos detalles propios de una época que parece ya olvidada y que, síntoma del inexorable paso del tiempo, será una normalidad en el futuro. Ninguno de los dos se encuentra entre los cinco primeros del circuito, una circunstancia desconocida desde febrero de 2003, meses antes de que el helvético atacara su primer 'major' en Wimbledon. Ninguno de los dos logró pisar una final de Grand Slam en este curso, algo inédito desde la temporada 2002, cuando al suizo le cabían los títulos en los dedos de una mano y el español apenas aspiraba dando el paso a profesional. Y, en caso de que el mallorquín renuncie a competir en Londres a final de curso, posibilidad valorada en palabras del propio jugador, ninguno de los dos estaría presente en la Copa de Maestros, algo sin precedente desde la temporada 2001, cuando Roger comenzaba a despedir la adolescencia y Rafa atravesaba plena pubertad.

Cambios en el circuito

La ruptura de estas marcas no es una anomalía, lo irreal es precisamente el dar forma a tales cifras. Más de una década en la cima de un deporte individual y altamente competitivo, donde las trayectorias se estiran cada vez más y en el que mantener la autoridad en las rivalidades, con estudios de oponentes más pulidos cada año, es algo que no puede darse por hecho. Y los cambios en el circuito se han hecho patentes como pocas veces en cursos recientes durante la temporada 2016.

Una campaña donde Andy Murray está cada vez más cerca de encaramarse al número 1 mundial, en la que Stan Wawrinka se ha convertido en un triple campeón de Grand Slam o donde Milos Raonic ha pisado su primera final en un 'major', ejemplos de hombres rompiendo sus propios límites personales en la élite del circuito. Un escalón por debajo, pero con idéntica voluntad de ascenso, Dominic Thiem irrumpió en el Top 10 y jugadores de la siguiente generación como Nick Kyrgios (21) o Alexander Zverev (19) estrenaron su palmarés en el circuito. Es el crecimiento de jugadores con mucho terreno por recorrer, con el hambre por lo desconocido, que encuentran en la competición de 2016 un vivero donde abrirse paso.

En un escenario donde, por desgracia para los amantes de este deporte, la presencia del suizo y español ha ido perdiendo enteros durante los últimos tiempos, surge la necesidad de encontrar nuevos alicientes en el circuito con garantía a largo plazo. ¿Llegarán pronto las respuestas?

Hay momentos en los que lo inconcebible se hace patente. Roger Federer y Rafael Nadal han sido el tenis durante los primeros años del siglo XXI. Su rivalidad queda ya en los libros de historia como una de las grandes pugnas deportivas, por la antítesis de estilos y personalidades que representan, como una realidad que ha elevado la relevancia del tenis moderno a un grado de primera línea. En una fase avanzada de sus carreras, donde la punta de rendimiento puede haber quedado atrás, permanece el aspecto más complejo de aceptar y valorar: el descanso del campeón. Es el presente de dos jugadores que han hecho leyenda en el deporte, curtidos por la ambición de ganar absolutamente todo durante numerosas temporadas y experimentando una penitencia de elegidos: la dificultad de mantener el cuerpo intacto para la intensidad de la alta competición.

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