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Torres, eres el héroe que todo atlético necesitaba y te voy a explicar por qué
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Raquel Cano

Torres, eres el héroe que todo atlético necesitaba y te voy a explicar por qué

El 'Niño' de Fuenlabrada inoculó lo que significaba ser de este equipo, que carecía de una figura a la que idolatrar. Tus genes estaban llenos de valores propios de un mito y no te has dado cuenta, iluso

Foto: Fernando Torres, ¿era eso una capa? No todos los héroes la llevan, iluso. (EFE)
Fernando Torres, ¿era eso una capa? No todos los héroes la llevan, iluso. (EFE)

Torres, eres un héroe. Aunque te has pasado tu larga trayectoria futbolística (y lo que queda) en un perfil bajo y actuando desde un segundo plano, lo cierto es que no lo has podido evitar. Como si de un guion de película se tratase, has ido configurando todas las etapas de lo que Joseph Campbell describe como 'estadios', una suerte de fases, 12 en total, que todo héroe experimenta en cualquier historia. Qué iluso ha sido por tu parte pensar que eras uno más. Te lo explico mejor ahora.

Situémonos en un mundo ordinario, una realidad donde nuestro héroe, tú, crece rodeado de gente perteneciente a un barrio obrero de una ciudad al sur de Madrid: Fuenlabrada. Te empapas de sus valores humildes y decides jugar al fútbol como 'hobby' en el Rayo 13.

Lo hiciste tan bien, con 55 goles en tu haber, que fuiste seleccionado para hacer las pruebas del Atlético de Madrid. Y hoy sabemos qué vino después. Para entonces, el resto de aficionados rojiblancos, sobre todo los que recién nos bautizamos en esta pasión, sabían mejor lo que era sufrir que ganar. Y llegaste tú, para tener a alguien a quien idolatrar, a quien usar de justificación para llevar al cole el escudo del Atleti por bandera. “Soy del Atleti, como Torres”, decíamos los y las que nos enfrentábamos a las burlas por ser rojiblancos. Que poco nos importaba, porque sentíamos que estábamos conectados a ti y a nuestro equipo.

placeholder En tu ciudad tienes un estadio a tu nombre, pocos pueden decir lo mismo. (EFE)
En tu ciudad tienes un estadio a tu nombre, pocos pueden decir lo mismo. (EFE)

Imagínate lo que significaba que un chaval de barrio dijese que era del Atlético con un orgullo envidiable. Encima de Fuenlabrada, como la que escribe esto hoy, que no podía evitar encumbrarte como un ídolo, pues no solo pusiste al Atlético en el foco, sino a esta ciudad en el mapa. Gracias, Torres. Te creías que eras uno más, pero llegaste para cambiarlo todo. Qué iluso.

Así, ya están completados los primeros pasos para forjar una leyenda: se presenta al héroe, desconocedor total de su don innato, con el que la gente se identifica y lucha en cada partido para llevar a la gloria al equipo de su vida, un objetivo que nunca has dejado de perseguir. Pero sigamos con la teoría.

Todo ídolo necesita de una llamada a la aventura, el salto al mundo mágico que tiene que completar para conseguir su objetivo. Un mundo que tú al principio rechazaste (hete aquí otra de las fases). Te llegaban innumerables ofertas tentadoras para hacerte abandonar a los colchoneros. “Yo lo que quiero es seguir creciendo aquí”, declaraste. Fíjate, por inercia vas completando etapas intrínsecas en el viaje del héroe, hasta llegar a la siguiente: ¿qué aparece en toda historia para guiar al héroe? Exacto: un mentor. ¿Qué creías, que lo del Sabio de Hortaleza era casualidad? Qué iluso.

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Luis Aragonés te decía: “Niño, usted no aprenda a hacer esas cosas que eso no vale para nada. Usted, gol, gol, gol”. “En los anuncios de la tele hacéis tacones, chilenas y esas cosas. El fútbol no es eso”. En definitiva, te ayudó a definir una concepción personal de lo que es el fútbol, “Es mi profesor”, llegaste a escribir en una carta de despedida al exseleccionador. Con cada declaración escribías tu guion particular de esta heroica historia, sin percatarte de que has ido esculpiéndote como mito. Qué iluso.

Supiste perfectamente cómo plasmar el mensaje del mentor, ese 'usted, gol, gol, gol'. Cruzaste el umbral hacia el mundo mágico porque, esta vez sí, aceptaste esa llamada a la acción, materializada por Rafa Benítez, que fue, sin olvidar el punto de inflexión, el 0-6 contra el Barça, catalogado por ti mismo como el “peor momento” de tu carrera, lo que te hizo adentrarte en una realidad extraordinaria llena de goles en el Liverpool, así como triunfos y trofeos con el Chelsea y la selección.

Aceptaste el reto, no sin antes supeditar tu sueño de triunfar con el Atleti por el bien del equipo. “Quiero lo mejor para el Atlético de Madrid”. “Yo quería seguir, pero estaba seguro de que si me iba el equipo iba a dar un empujón hacia arriba”. Eso decías en 2007 cuando te fuiste, dejando, inconsciente, una marca inconfundible del héroe: tu sacrificio. Qué iluso.

Volvamos a lo importante. Tu viaje por ese mundo extraordinario estuvo colmado de buenos momentos, solo hay que mirar tu palmarés, pero también hubo malos. Ganándote detractores (y enemigos) que criticaban tu puesto en la selección o tu fichaje por el Chelsea. Pero, ¿qué sería del héroe de la historia sin sus villanos? Hasta con eso has cumplido. Iluso.

placeholder Diario inglés 'Sport' con el titular 'Sin valor' refiriéndose a Torres.
Diario inglés 'Sport' con el titular 'Sin valor' refiriéndose a Torres.
placeholder The Sun: 'Lo más increíble es que Torres ha marcado'
The Sun: 'Lo más increíble es que Torres ha marcado'

Fuera de tu casa nunca has dejado de perseguir tu objetivo: volver al Atleti y ganar un título. A otros héroes se le encomienda otras misiones y la tuya era precisamente esa, la que tú te propusiste, tu sueño.

Y lo consigues (inclúyase elipsis temporal aquí). Vuelves a la que es tu casa y tu gente te recibe de la mejor manera porque en tu aventura no les habías defraudado. “Algún día me tendréis que decir qué he hecho para merecer esto”, te preguntabas. Que hayas sacrificado tu sueño, busques siempre lo mejor para el equipo de tu vida, lo lleves contigo en todo momento y lo pongas en el foco cada vez que puedes, quizá te parecerá insuficiente, pero al fin y al cabo, has ido nutriendo tu leyenda con esos ingredientes que solo un mito puede conceder. Y tú sin darte cuenta, qué iluso.

Ya en casa, te quedan momentos traumáticos por vivir (todo héroe los sufre). En Milán soñábamos con verte levantar esa Champions que te hizo llorar (y muchos lloramos contigo). Ese mal trago nos dejó una cicatriz aún más grande si cabe, porque vivíamos con el miedo de que te fueras sin conseguir tu sueño, que al fin y al cabo nunca ha dejado de ser el nuestro.

placeholder Un hecho traumático sin duda fue Milán, pero todo héroe lo sufre en alguna etapa. (EFE)
Un hecho traumático sin duda fue Milán, pero todo héroe lo sufre en alguna etapa. (EFE)

Menos mal que en la vida todo vuelve, y lo que no sabíamos (qué ilusos) es que el final feliz, donde el héroe encuentra su gran recompensa, estaba en Lyon.

Fernando, eres el Atleti. Te fuiste una vez, pero has recordado infinitas veces (cada vez que podías) que tu mayor premio era estar aquí. Volver a casa. "Un sueño que tenías desde pequeño". El viernes, subido a un escenario, nos representaste a todos, nos hiciste llorar de nuevo, aunque esta vez de júbilo. Neptuno te esperaba y ese momento era el que todos soñábamos. Porque nuestro héroe atlético había vuelto a casa para esto. Para representarnos en cada palabra y gritar alto y claro que los sueños se cumplen y que "si eres atlético, mejor".

Nadie mejor que tú para cerciorarlo, iluso.

placeholder Fernando celebra su recompensa, después de varios años soñando con ese premio. (EFE)
Fernando celebra su recompensa, después de varios años soñando con ese premio. (EFE)

Tras ganar la Europa League, se podía leer: “El destino se lo tenía reservado”, “El final feliz que se merecía” o “El mejor final del cuento para una leyenda”. Añade cualquiera de estas frases al final de un libro, una historia, una película... Encajaría perfectamente. Hasta tú lo has dicho: “Si hubiera dado un papel y un lápiz para escribir un guion, no hubiera escrito un mejor final”. Efectivamente, es inmejorable, porque ya estabas destinado a vivir esto y tú sin saber nada. Qué iluso.

Así que el final de esta bonita historia se escribe así: "He necesitado toda una carrera para conseguir estar donde me prometí cuando tenía 11 años, y os aseguro que ha merecido la pena". Fin. Aquí termina tu idilio rojiblanco, o eso te piensas. Qué iluso, Torres.

La última etapa que el héroe siempre debe de completar es el regreso a casa. Así que, por eso, porque está escrito, aquí te esperamos.

Torres, eres un héroe. Aunque te has pasado tu larga trayectoria futbolística (y lo que queda) en un perfil bajo y actuando desde un segundo plano, lo cierto es que no lo has podido evitar. Como si de un guion de película se tratase, has ido configurando todas las etapas de lo que Joseph Campbell describe como 'estadios', una suerte de fases, 12 en total, que todo héroe experimenta en cualquier historia. Qué iluso ha sido por tu parte pensar que eras uno más. Te lo explico mejor ahora.