El yo-yo de Cristiano Ronaldo para recordar (al Madrid) que no está viejo

Los italianos han desaprovechado lo mejor de Cristiano Ronaldo pese a que el portugués sacara a relucir su ‘yo-yo’ en la presentación como nuevo futbolista de la Juventus. No tuvo nada que ver la puesta en escena que le hizo el Real Madrid hace nueve años con la media hora de rueda de prensa corriente y al uso que ofreció sentado y encorbatado. Ese 6 de julio de 2009 siempre se recordará —es imposible que se le olvide a CR7— porque al Bernabéu acudieron más de 80.000 personas para aclamar a Cristiano, que salió vestido de futbolista al césped con la indumentaria del Madrid y tuvo un acto en el que le acompañaron leyendas como Di Stéfano y Eusebio. Además de Florentino Pérez. En Turín le cerraron el estadio —quién sabe si por miedo a la indignación que ha provocado su millonario fichaje a los empleados de la FIAT— para quitarle 'glamour' y rebajar lo que se considera una operación ostentosa y obscena —según algunos políticos del país italiano—.

A Cristiano hay que presentarle como una estrella y de futbolista, porque lo del traje y la corbata le hace más viejo, pese a que él se preocupara de lanzar el mensaje que le interesaba dejar claro. Quizá con destino al despacho de Florentino Pérez. Cristiano jugó al ‘yo-yo’, que para eso es un maestro, y se comportó como en él es habitual cuando está desafiante. Sonrió y se reivindicó. Fueron sus dos pautas ante una sala de prensa fría. Este no es el mejor hábitat del portugués cuando ya tiene y se ha ganado el estatus de mito y, por qué no reconocerlo, de divo.

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Sin el calor de un estadio lleno, no tenía otra cosa más importante que enfatizar que sus 33 años son nada más que una cifra que no se corresponde con la realidad, porque dejó bien claro que es joven y que cualquier otro futbolista, con esa edad, se habría marchado a China. Cristiano y su ‘yo' no le permiten reconocer que puede estar en el final de su carrera. Es la esencia que le va a alimentar, aún más, para motivarse y superarse. Su gasolina. Pero, cuidado, una cosa es la cabeza y otra cómo respondan las piernas. En mentalidad no le gana nadie, pero el físico tendrá que dosificarlo porque aunque diga que no tiene nada que demostrar a nadie y que es un futbolista ‘top’, desde primera hora de la mañana se fue cruzando a los 'tifosi' que le pedían la Champions. Tendrá que justificar su fichaje, aunque dejara una frase para la posteridad: “Soy diferente a los demás”.

La chilena de la 'desgracia'

El Real Madrid lo pasó de puntillas para decir que es una etapa terminada, que ha hecho historia y ahora “parece que estoy empezando a jugar al fútbol”. Ese ego con el que fastidió la fiesta de la Champions en Kiev le ha hecho conseguir grandes éxitos porque es una persona rebelde, inconformista y voraz. Ahora en Italia no tiene con quién competir porque no está Messi y veremos si, como Neymar, acaba aburriéndose o echa de menos España. Le queda la Champions —territorio del Real Madrid— para alimentar su ‘yo-yo’, aunque fuera reiterativo en su mensaje de que no tiene nada que demostrar a nadie.

Hay quien piensa en el Real Madrid que el gol de chilena en Turín le hizo más daño que beneficio, porque desde ese día restregó su rejuvenecimiento a los directivos del club blanco. Creció su ego cuando vio que los aficionados de la Juventus le aclamaban y en el Real Madrid le negaban lo que pedía para sentirse valorado. Lo que no se imaginaba Cristiano es que otro compañero del equipo podía hacer un gol de chilena igual o mejor que él y en una final de la Champions. Ese día, Bale, sin pretenderlo, rompió la cuerda del ‘yo-yo’ de Cristiano en el Real Madrid.

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