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Los gestos de Florentino o cuando suenan más los móviles que los goles en el palco
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Ulises Sánchez-Flor

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Los gestos de Florentino o cuando suenan más los móviles que los goles en el palco

Sin espectáculo, buen juego y elogios el palco del Bernabéu es territorio frío y desangelado en el que proliferan las llamadas y los mensajes de los móviles que atiende Florentino

Foto: Florentino Pérez, presidente del Real Madrid. (Efe)
Florentino Pérez, presidente del Real Madrid. (Efe)

Vibra, suena, llamadas y mensajes perdidos. Contesta, se sube y baja las gafas. Atiende su teléfono móvil, le pasan otro de la tercera fila y José Manuel García Margallo -ex ministro de Asuntos Exteriores- le enseña algo del suyo para provocarle una sonrisa. El ajetreo que tiene Florentino Pérez con los teléfonos móviles en los dos últimos partidos en el Bernabéu -Levante y Viktoria Plzen- le ha sacado de la monotonía de lo que estaba sucediendo en el césped. Preocupado, inquieto y enfadado con la trayectoria del equipo de Lopetegui a Florentino no le ha importado que el balón estuviera en juego, sin esperar hasta el descanso o el final de los partidos, para responder, contestar y comprobar el caudal de mensajes que le llegan a su teléfono y los que le pasan los invitados en la zona noble. El aburrimiento del juego se combate con el interés de quien llama o escribe. Llegan ofrecimientos, soluciones, noticias... Lo que sea es más importante y vale para apartar la mirada del campo.

Al presidente del Real Madrid no le gusta lo que ve y está decepcionado. Se aburre y eso es peligroso. No lo oculta con gestos y hace muecas de desaprobación cuando los directivos que se sientan unas butacas más abajo -Enrique Sánchez, José Manuel Otero Lastres…- se levantan del asiento en el descanso para escrutar la cara de Florentino. La seña tiene un significado algo parecido a ‘¿qué le vamos a hacer?’ o ‘¿qué puedo y tengo que hacer? El semblante del presidente del Real Madrid ante sus directivos e invitados es el de decepción e incredulidad porque en el palco, como en la grada, también se va a disfrutar, a pasar un buen rato y relajarse de la jornada laboral.

Foto: Julen Lopetegui durante el partido de Champions de este martes. (Reuters)

Dos partidos seguidos con angustias, con la imagen de equipo terrícola, una derrota contra el Levante y una victoria con sufrimiento ante los humildes checos hacen que Pérez tenga que mostrar una cara de resignación delante de los asistentes. El palco es campo abierto al reconocimiento de un trabajo acertado, las buenas vibraciones y vanagloriarse de los éxitos. Hombres, mujeres y más jóvenes que acuden con el deseo de celebrar goles y se encuentran con pitos de la grada y un ambiente de tensión que provoca que el presidente esté más enchufado y pendiente a los teléfonos móviles de lo que tiene que ser habitual en un anfitrión.

Fede Valverde, lo mejor de la semana

Nada que llevarse a la boca para disfrutar, que dirían los paladares más exigentes que se citan en el palco del Bernabéu. Poco de lo que presumir. Pasar el trago de lo que iba a ser un buen día, despedir a los invitados y quedarse con su mano derecha -el director general ejecutivo José Ángel Sánchez- mientras que Emilio Butragueño se encarga de hacer de portavoz para confirmar a Lopetegui en su cargo con la boca pequeña y enfatizar en que hay que tener calma, normalidad y estar unidos. A Florentino sólo le ha sacado de la apatía la aparición del joven Federico Valverde, el centrocampista uruguayo de 20 años que debutó en la Champions y su entrada provocó el gol de Marcelo. Un brote verde en un desierto de ilusiones.

Sin espectáculo, juego convincente, victorias aplastantes y elogios el palco del Santiago Bernabéu es territorio abonado al runrún. Zona fría y desangelada de las emociones. El calor que tampoco llega desde las gradas hace más daño. El exdiputado del PP, Margallo, está ahí. Pegado al presidente para sacarle una sonrisa en días de tempestades. Un amigo que empatiza con el dolor del otro es un buen amigo. Florentino lo necesita porque de lo que no se duda en el palco es de la planificación deportiva.

Vibra, suena, llamadas y mensajes perdidos. Contesta, se sube y baja las gafas. Atiende su teléfono móvil, le pasan otro de la tercera fila y José Manuel García Margallo -ex ministro de Asuntos Exteriores- le enseña algo del suyo para provocarle una sonrisa. El ajetreo que tiene Florentino Pérez con los teléfonos móviles en los dos últimos partidos en el Bernabéu -Levante y Viktoria Plzen- le ha sacado de la monotonía de lo que estaba sucediendo en el césped. Preocupado, inquieto y enfadado con la trayectoria del equipo de Lopetegui a Florentino no le ha importado que el balón estuviera en juego, sin esperar hasta el descanso o el final de los partidos, para responder, contestar y comprobar el caudal de mensajes que le llegan a su teléfono y los que le pasan los invitados en la zona noble. El aburrimiento del juego se combate con el interés de quien llama o escribe. Llegan ofrecimientos, soluciones, noticias... Lo que sea es más importante y vale para apartar la mirada del campo.

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