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El drama en el Barcelona no es solo Dembélé, también Coutinho es un desastre
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Gonzalo Cabeza

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Gonzalo Cabeza

El drama en el Barcelona no es solo Dembélé, también Coutinho es un desastre

Su llegada fue carísima y difícil, pero desde que viste la camiseta azulgrana no ha demostrado ser la estrella del fútbol que pretendían. Tiene problemas para entender al Barça

Foto: Coutinho, contra el Villarrea. (EFE)
Coutinho, contra el Villarrea. (EFE)

Un fichaje millonario es un lienzo en blanco en la imaginación del aficionado. La estrella que vendrá empastará con los que ya están, marcará goles, se echará el equipo al espalda y demostrará que todos los euros que se reflejaban en el cheque tenían sentido. La ilusión siempre está ahí, porque es mejor calcular por lo alto que por lo bajo. Ya habrá tiempo para ser cenizo. Coutinho llegó al Barcelona con fama de crack, era el que mandaba en el Liverpool o eso se pensaban. Por estas cosas de la modernidad, y como pasa con muchos otros, se le atribuyeron propiedades varias, casi sin pensar. Que si podía jugar en el medio y en el ataque, que tenía pulmones fuertes y piernas firmas. Cualquier cosa vale cuando se hace una inversión de ese tamaño. El Barça gana, pero no convence, el 2-0 al Villarreal no fue por aplastamiento. Y el brasileño se pierde.

Su mayor suerte, ahora mismo, es que la ira se enfoca en Dembélé. Su juego no justifica los 160 millones que el FC Barcelona puso como cifra para comprarle. Ni ahora ni en ningún momento de este año y medio con la camiseta azulgrana. Coutinho tiene algunas cualidades llamativas, especialmente su disparo desde fuera del área, pero son demasiadas las carencias que se le van notando a un jugador que debería ser una estrella, que no puede permitirse ser menos que eso.

Foto: Ernesto Valverde, en una rueda de prensa. (Reuters)

Una de las primeras cosas que se le vieron es que no puede jugar en el medio del campo, y eso es un dolor para Valverde, pues arriba tiene calidad más que sobrada y bien le hubiese venido alguien que, como se presupuestaba, ejerciese de interior. Son diversos los motivos por los que Coutinho no está cuadrando en ese lugar y no está de más recordar que es una de las más exigentes tareas en el fútbol universal. Para ser interior en el Barcelona hay que tener un entendimiento del fútbol sublime, de los espacios, del juego de toque y de la posición. Es realmente difícil y no son muchos los que lo puedan hacer. Entre ellos no parece estar el brasileño, que se pierde por físico y por naturaleza anárquica. En ese lugar no se puede desaparecer ni desfallecer, problemas ambos que frecuentan a Coutinho.

Los pitos a Coutinho

Asumido que tiene que jugar arriba, queda lo difícil, que es ser diferencial. Hay dos plazas asignadas casi de antemano, pues solo un loco sentaría con frecuencia a Luis Suárez. Lo de Messi ni se contempla, ya no sería obra de un loco sino del enemigo. Con esa comparación, la de dos jugadores que están entre los mejores de las últimas décadas, es difícil convivir. Coutinho lo intenta, pero no son muchas las veces en las que lo consigue. Tiene algún partido brillante, porque el talento no le es tan lejano, pero el día a día es duro, gris, poco resolutivo. Tanto que, en un momento de la victoria contra el Villarreal, Valverde decidió quitar a un jugador y el Camp Nou pitó porque el que se iba a los vestuarios no era Coutinho, que estaba aportando al Barça lo mismo que el juez de línea de su banda.

De momento va pasando por debajo de la línea de la crítica, quizá porque no es Dembélé y ya se sabe que en la sabana no hay que ser más rápido que el león, basta con serlo un poco más que el humano más lento. Pero hay que recordar detalles, como que fue muy caro, un precio exorbitado que le tiene todavía como el tercer futbolista más costoso de la historia ¿vale lo que marca su precio? Es una de las preguntas que siempre hay que resolver en un fichaje, porque el dinero importa y puede ser una carga que acompaña siempre. Le puede mandar un mensaje a Gareth Bale y que le explique cómo va ese tema.

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Soccer Football - La Liga Santander - Barcelona v Villarreal - Camp Nou, Barcelona, Spain - December 2, 2018 Barcelona's Gerard Pique celebrates scoring their first goal with Philippe Coutinho REUTERS Albert Gea

Decir adiós a Neymar

Es más caro todavía si se tienen en cuentan las más recientes revelaciones que dicen que si el Barcelona quiere cualquier otro jugador del Liverpool tendrá que pagar cien millones de libras más que cualquier otro equipo. Una especie de multa por haberles tocado las narices en su momento. El fichaje tuvo su miga, con un verano de roneo en el que el Barcelona, fiel a su esencia, filtró en diversas ocasiones que estaba hecho -y a algún precio muy por debajo del que fue- para, al final, tener que empezar la liga sin él. No llegó hasta enero, y para que llegase tuvo que aparecer una lesión curiosa, mohínes para irse y una apatía alarmante para un profesional que llevó a los 'reds' a sacar una buena tajada de la opración y olvidarse del jugador.

Eran los días en los que Neymar se había ido sin decir adiós y el despecho de la directiva del Barcelona se veía desde marte. No es bueno ir al mercado con la cartera llena y el corazón roto, como tampoco lo es ir al supermercado con hambre. Primero llegó Dembélé y unos meses después, Coutinho, los dos suman más de lo que se ingresó por la salida del 'crack' -él sí- brasileño. No podía jugar Champions, llegaba tocado, el Mundial, la vuelta... poca rentabilidad.

Foto: Ousmane Dembélé, en León. (EFE) Opinión

Es curioso porque los que sí que no notaron de ningún modo la huida de Coutinho fueron los aficionados del Liverpool. El equipo de Klopp perdió un jugador y ganó en conjunto, empezó a jugar todavía mejor, se plantó en la final de la Copa de Europa -con desenlace habitual, victoria blanca- y ahora está demostrando ser el equipo más fiable en la lucha contra el muy poderoso Manchester City. No parece que estén echando de menos a un jugador que, en su día, despertaba devoción en Anfield.

El Barcelona va sacando resultados, pero semana tras semanas se erosiona su prestigio. Se ha convertido en un equipo algo lento, con partidos pesados que se resuelven en las áreas. La clarividencia que existió se ha ensombrecido y es difícil encontrar los caminos que devuelvan al club a su ser. Muchos de los que marcaron ese estilo ya no están. Se fueron los entrenadores y también muchos de los jugadores que interpretaban el libreto. Coutinho no está en condiciones de dar ese nivel, no porque no tenga talento, sino porque no entiende el juego. Le pasa algo similar a Dembélé, que contra el Villarreal estuvo entre los mejores, pero tiene problemas para situarse en un equipo que ya no juega como antes, pero se compara con esa magnitud. Coutinho, por el momento, no ha dado problemas de actitud. O no han trascendido. Pero el runrún, existe.

Un fichaje millonario es un lienzo en blanco en la imaginación del aficionado. La estrella que vendrá empastará con los que ya están, marcará goles, se echará el equipo al espalda y demostrará que todos los euros que se reflejaban en el cheque tenían sentido. La ilusión siempre está ahí, porque es mejor calcular por lo alto que por lo bajo. Ya habrá tiempo para ser cenizo. Coutinho llegó al Barcelona con fama de crack, era el que mandaba en el Liverpool o eso se pensaban. Por estas cosas de la modernidad, y como pasa con muchos otros, se le atribuyeron propiedades varias, casi sin pensar. Que si podía jugar en el medio y en el ataque, que tenía pulmones fuertes y piernas firmas. Cualquier cosa vale cuando se hace una inversión de ese tamaño. El Barça gana, pero no convence, el 2-0 al Villarreal no fue por aplastamiento. Y el brasileño se pierde.

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