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El rugby español se desangra mientras los responsables escurren el bulto
La situación es lamentable y hay varios culpables, los jugadores y el seleccionador, Santiago Santos, y la FER con el expresidente, Alfonso Feijoo, a la cabeza de este desastre
El club: Alcobendas se ha convertido por méritos propios en el epicentro de todos los males que asolan al rugby español. La toxicidad de parte de su staff directivo y técnico ha provocado una gangrena que se ha extendido a otros ámbitos extramuros del club. De hecho, ya afecta a órganos vitales de otros estamentos. Todos quieren resistir. Su indisimulado objetivo de atornillarse al sillón presidencial es un mantra que se repite hasta la saciedad, alejado siempre de cualquier propósito de enmienda. Escurren el bulto sin depurar responsabilidades mientras la salud del enfermo se agrava.
Si se echa un vistazo a las actas de los partidos de División de Honor, la primera F en el casillero que habilitaba al innombrable Gavin van den Berg para ser seleccionable data de la sexta jornada, cuando su equipo se enfrentó al Cisneros el 28 de noviembre de 2021. A partir de ahí, todo ha sido una especie de akelarre. La inacción del club, pese a que se le responsabilizaba de haber falsificado un documento no oficial como es una simple fotocopia, le obligó desde el principio a ponerse a la defensiva. Nadie entonó el mea culpa. Sin embargo, alguien tendrá que hacerlo si la denuncia interpuesta ante la Fiscalía por la Federación Española de Rugby (FER) contra tres integrantes del club se judicializa. Y acarrea la imputación de delitos perseguidos en el ámbito penal.
La falta de las explicaciones públicas es un clamor un mes después. Un esporádico enfado de algún jugador contra su compañero, a través de sus redes sociales personales, y poco más. En todo este tiempo, Alcobendas se ha limitado a anunciar un lavado de cara con una aparente asunción de responsabilidades a nivel interno. Y la creación de una especie de comité de crisis para liderar un proceso de transición que dé paso a unas elecciones para nombrar a sus nuevos dirigentes. O sea, un burdo intento de borrar huellas. Ese ejercicio de autocomplacencia, por supuesto, no vino acompañado de ningún anuncio para tratar de desenmascarar a las personas que han llevado al club a una situación tan grave.
La elegibilidad de un jugador
La FER. La pregunta es, ¿quién se encarga de validar la elegibilidad de un jugador?. "Me voy sin culpa. Responsabilidad sí, pero culpa no", dijo pese a todo el presidente de la FER, Alfonso Feijoo, el día que anunció su dimisión en diferido. Desde entonces la Federación enmudeció a la hora de tratar este espinoso asunto y optó con encogerse de hombros. Estaban tan ocupados en enterrarlo todo que, durante semanas, la fotografía con el nombre de Van den Berg siguió apareciendo en su web como un miembro más de la selección. "A la humanidad le beneficia más la búsqueda de la verdad que la creencia de poseerla", escribió Rob Riemen en 'Nobleza de espíritu'. En Rumanía se actúa con más rapidez. Un día después de que apareciera en la prensa española la noticia de que un jugador habría incumplido las normas de elegibilidad, su Federación emitió un comunicado explicando los hechos. Que resulten convincentes o no, es ya otra cuestión.
Feijoo revivió cuando el presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), José María Franco, le llevó la contraria en la cuestión semántica sobre su dimisión, cese o sustitución. Otro error. Tan solo precisó una cuestión de nula trascendencia y que no sirvió para aclarar la penosa gestión del caso. Un detalle. La noche de autos, el expresidente fue entrevistado por la SER. A bombo y platillo anunció que no dimitiría. Pasadas unas horas, tras reunirse con varios miembros del CSD, comunicó a la prensa, antes de comenzar el turno de preguntas, su intención de renunciar al cargo. Sólo quienes estuvieron presentes en la reunión saben lo que ocurrió allí realmente.
De vuelta a la cuestión de búsqueda de responsables en todo este affaire, cuando el Comité de Apelación sancionó a Alcobendas adujo que la responsabilidad recaía "exclusivamente" en el club "porque debe proporcionar la documentación sin alterarla". Iba más lejos aun cuando señalaba: "Es asimismo ese club el que debió haber revisado y confirmado dicha documentación y datos con anterioridad a su envío a la FER". En este punto echó mano del Código Civil para recordar que uno de sus artículos se refiere a que "el que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado".
Los principios de la FER
Aquí los marxistas de Graucho Marx tirarían de su célebre frase: "Estos son mis principios, y si no le gustan tengo otros". Pues, efectivamente, la Federación tiene otros. La cuestión es que, días antes de conocerse la sanción a Alcobendas, en concreto el 11 de mayo, el comité de Apelación dictó una resolución firmada también por Eliseo Patrón-Costas en la que se archivó una queja del Getxo por la supuesta alineación indebida de varios jugadores del equipo asturiano Pasek Belenos en un partido de ascenso a División de Honor disputado días antes. Así razonó su decisión: "Aclarar que la FER ya examina de oficio los expedientes de todos aquellos jugadores de los que se pide su condición de jugador de formación ('F'), por lo que no procede que este Comité analice o solicite a la Comisión de Elegibilidad el estudio de la documentación acreditativa de cada jugador marcado como 'F' en cada partido".
Esta explicación-aclaración, con el añadido de que la FER siempre examina "de oficio" este tipo de cuestiones sin dejar siquiera que lo revise el comité de elegibilidad, deja en evidencia a aquellos que se lavan las manos en el asunto de la falsificación de los documentos del jugador sudafricano y se niegan a dar un paso atrás. Prefieren repetir el argumento expuesto por Feijoo en su última rueda de prensa: "Nunca había pensado que nadie pudiera falsificar un documento oficial en rugby". En esta ocasión ya no tiran del Código Civil. Y tiene su lógica, porque si admiten por escrito que su labor es revisar toda la documentación relativa al expediente de un jugador que pueda ser seleccionable, es obvio que habría una omisión en sus tareas. Por tanto, estarían obligados reparar el daño causado.
El silencio de los dirigentes fue atronador a medida que pasaron los días. La web de la Federación era la única fuente oficial. El caso es que no la utilizaron como herramienta de información, sino de propaganda. Llama la atención que para publicitar el partido de la Selección contra los 'Classic All Blacks', se arengara a las masas a acudir a un evento organizado por una empresa privada "para pedir justicia para el rugby español". La FER tuvo su respuesta muy educada, y a la vez contundente, 24 horas después por parte de los organizadores del evento: "Será un espectáculo increíble, sin más lecturas". La actitud silente, no obstante, tuvo sus excepciones a través de Twitter o de cartas enviadas a los asambleístas, porque cuando alguien concedió una entrevista o redactí un comunicado crítico con su apatía, Feijoo les advirtió de que si persistían en visualizar los asuntos que él quería tapar, podían "perjudicar" los intereses del rugby español.
Munición para sus enemigos
Entre una mezcla de desidia, inacción e incompetencia, la FER dio munición a sus enemigos. Mucho antes de castigar de forma oficial a Alcobendas, suspendió 'sine die' la final de Copa prevista para el 1 de mayo en Sevilla, con el perjuicio económico para los aficionados de ambos equipos que ya se habían rascado sus bolsillos para pagar viajes y alojamientos. Ahora, parece que resulta inviable poner una fecha que satisfaga a los dos finalistas. Además, Feijoo se ausentó en el anuncio de despedida que hizo una de las jugadoras más emblemáticas como Patricia García. A su lado, tan sólo el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, y la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacis. Para variar tampoco se informó sobre el contenido del escrito de alegaciones remitido a World Rugby por el caso Van den Berg, que sí publicó un medio inglés y, hasta 72 horas antes de disputar las semifinales de la Liga, la Santboiana desconocía a nivel oficial quién iba a ser su rival.
Por último, aparece como por arte de magia un partido organizado por World Rugby el 10 de julio contra Canadá en Otawa que nadie tenía agendado. ¿El de Italia? El 21 de abril se anunció que se disputaría el 2 de julio en Madrid. Su cancelación no es relevante para nadie, porque no se ha dicho nada al respecto. Todavía hay más. De repente se anuncia un encuentro entre la Selección Española para el próximo 25 de junio en Gijón contra los Barbarians, y en la web federativa no figura nada al respecto. En la presentación del evento estaban el director del Patronato Deportivo Municipal, Roberto Fernández; el represente de Barbarians, Steve Berrick, y Agustín Castañeda, un alto cargo de la empresa organizadora. Todo muy raro.
Los jugadores. Nadie les reprocha su entrega en el campo ni su compromiso con la selección. No hay que olvidar que en el grupo había jugadores que por segunda vez se les apartó en los despachos del sueño mundialista. Durante las primeras horas que siguieron a la decisión de World Rugby, alguno sí expuso su enfado a nivel particular en las redes sociales. Al día siguiente actuaron rápido y elaboraron un comunicado que, sin ser excesivamente duro, sí dejó a las claras un gran malestar. Eso les costó una reprimenda pública por parte de la Federación, cuando alguien denunció que habían sido "manipulados".
Un mal asesoramiento que pagaron caro
Mal asesorados, convocaron una rueda de prensa en Madrid. En la mesa aparecieron sentados cinco jugadores, incluido el capitán Fernando López, y ningún representante del Alcobendas. Un gesto muy interpretable que dejó en el olvido a jugadores como Santiago Ovejero, a quien todos acudieron a abrazar por el postrero ensayo ante Rusia que hizo revivir el espíritu mundialista. Lo que se podía haber comunicado a través de una simple nota de prensa, se convirtió en una comparecencia para anunciar que estaban de parte de la Federación en el recurso de apelación que iban a presentar ante World Rugby. Iban con el freno de mano puesto, y se notaba demasiado. No les quedó otra que esperar que ocurriera milagro. Días más tarde el público del Wanda Metropolitano les reconoció de forma unánime y atronadora por sus esfuerzos y sacrificios con una salva de aplausos que muchos nunca olvidarán. A pesar de todo, la afición nunca dejó de estar a su lado.
Seleccionador. Santiago Santos ha sido el gran desaparecido. Tardó tres semanas en dar explicaciones públicas. Sus palabras tuvieron muchas lecturas. La primera fue el medio elegido. En realidad, no tanto por el medio en sí, sino por su ámbito de difusión. Optó por una emisora de Valladolid, una circunstancia en absoluto baladí. Se trata de la ciudad española que más títulos de liga lleva en lo que va de siglo, y donde los dos grandes clubes están abiertamente enfrentados desde hace años a la FER.
En el Wanda Metropolitano hubo ganas por parte de los allí presentes de ajustar cuentas con Feijoo y toda su Junta Directiva. El único nombre que sonó por megafonía asociado a la FER fue el de Santiago Santos. Fueron los únicos silbidos en una auténtica fiesta del rugby patrio. El seleccionador fue el chivo expiatorio del enfado de los aficionados. Nadie es capaz de explicar por qué, pero lo cierto es que ni antes ni después del partido hizo declaraciones a la prensa. Otra oportunidad perdida. Hay quien todavía entiende en los despachos de la calle Ferraz que la visibilidad del rugby pasa por el silencio a la espera de que la tormenta escampe.
Respecto al cuerpo técnico, llama la atención que la única denuncia contra el jugador sudafricano la haya presentado el manager de la selección, a raíz de la cual la FER ha incoado un procedimiento extraordinario para tratar de delimitar la responsabilidad de Gavin van den Berg en todo este asunto. José Manuel Pérez Corchado es contundente en su escrito porque explica bien a las claras cómo, según él, el jugador les mintió a la cara. "Personalmente me encargué de trasladar a Gavin la importancia de la Regla 8 [elegibilidad] y me aseguré en varias ocasiones de que conocía su contenido", afirma. Por último, razona en su denuncia, que incluye pantallazos de Whatsapp con el jugador, que "a raíz de las filtraciones y los rumores, le pregunté repetidamente sobre sus salidas y entradas en España y sobre cualquier otra cuestión que pudiera poner en duda su elegibilidad". "Siempre me dijo que era elegible y que todo lo que había declarado era correcto y que no habría problemas".
El club: Alcobendas se ha convertido por méritos propios en el epicentro de todos los males que asolan al rugby español. La toxicidad de parte de su staff directivo y técnico ha provocado una gangrena que se ha extendido a otros ámbitos extramuros del club. De hecho, ya afecta a órganos vitales de otros estamentos. Todos quieren resistir. Su indisimulado objetivo de atornillarse al sillón presidencial es un mantra que se repite hasta la saciedad, alejado siempre de cualquier propósito de enmienda. Escurren el bulto sin depurar responsabilidades mientras la salud del enfermo se agrava.
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