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El Napoleón de las finanzas en el arruinado reino de los ‘florentinos’
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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El Napoleón de las finanzas en el arruinado reino de los ‘florentinos’

El tiempo y la lógica suelen poner a cada uno en su sitio. Son implacables y magnánimos. Tratan a todos por igual, hasta el punto de

El tiempo y la lógica suelen poner a cada uno en su sitio. Son implacables y magnánimos. Tratan a todos por igual, hasta el punto de que no distinguen entre un ciudadano cualquiera y un ser superior. Premian a los que les respetan y castigan sin piedad a los que osan retarles con atajos y funambulismos.

 

Viene al cuento la parrafada porque en los últimos siete días se ha certificado la derrota de Florentino Pérez, una crónica que por estos pastos tanto habíamos aventurado y que al titular le había granjeado calificativos muy poco cariñosos. Con la confusa venta del 8,26% de Iberdrola, el presidente de ACS claudica en su eterna pugna por convertirse en el dueño de la mayor eléctrica de España, una guerra que empezó en septiembre de 2006 y de la que ahora se retira con más pena que gloria.

 

El puente de plata para el repliegue a los cuarteles se lo ha tendido un desconocido para el gran público banquero madrileño. De 47 años de edad recién cumplidos, Donato González se ha convertido en el último año y medio en el salvador de la mayoría de las grandes constructoras en apuros. De estatura media, este Napoleón de las finanzas es un tipo hecho a sí mismo, Empezó de analista, para tomar después la responsabilidad del negocio de equities –mercados de capitales- y más tarde la dirección del área de banca de inversiones. Siempre en la misma entidad, Société Générale, que hace dos años y medio le designó el primer presidente no francés de una filial en el extranjero del grupo galo. Donato González, de 47 años, es el único banquero que fía dinero a las empresas españolas en grave riesgo de impago

 

El premio le llegó porque, en plena borrachera del crédito, el susodicho se negó a tomarse las copas del boom inmobiliario. No financió a ninguno de los ilusionistas que venían del pueblo a conquistar Madrid y Barcelona, como los Bañuelos, Portillo y compañía. No entró apenas en ninguno de esos grandes préstamos sindicados sin apenas margen de ganancia para los bancos y riesgo infinito. Tan solo picó en el anzuelo de varias empresas retail, como Cortefiel y Dínosol, Por eso, mientras el resto de sus competidores las pasaban canutas y se quedaban con participaciones en Metrovacesa, Colonial, FCC y Sacyr, Société Générale estaba con las pistolas cargadas, solo preocupado por las cagadas de un operador de nombre Kerviel.

 

Como a la mayoría de los de su clan, a Donato González le gusta disfrutar de los típicos placeres de los ejecutivos de la City madrileña. Ya saben, fútbol de moqueta y caza, obviamente mayor. De buen gusto al vestir, con media melena, flequillo volátil, dicen los que le conocen que no duda en saltar el charco para irse a pegar tiros a Argentina. Y si es posible acompañado con personas con las que puede hacer negocios para su banco, como los Albertos y cía, la mayoría dueños de conglomerados como ACS, Sacyr, OHL y FCC.

 

En ese coto es donde el banquero ha encontrado las mejores piezas. Hiperactivo como pocos, ha aprovechado la debilidad de la banca nacional y extranjera para convertirse en el salvador de muchos duques del arruinado  Reino de España. Allí donde los Citi, Morgan Stanley y UBS no quieren prestar un pavo, aparece Société Générale. Cuando BBVA, Caixabank y Bankia han decidido que no fían más a los florentinos, pone el talonario Donato González, que convence a sus jefes de la matriz en Francia para confiar en las compañías del Ibex. No hay que olvidar que el crédito que ahora ha condenado a ACS fue renovado por los bancos españoles a finales del pasado año por tres ejercicios más. A Florentino Pérez, como a cualquier albañil, le han matado los mismos bancos, BBVA, Caixabank y Bankia, que en su día le financiaron su fiesta

 

¿Es más listo e inteligente que nadie o más audaz y arrojado? ¿Su atrevimiento le dará buenos réditos o asume un riesgo desmedido?  El tiempo y la lógica, otra vez, lo dirán. De momento, las Abertis, Repsol, OHL, ACS, FCC y Gas Natural, entre otras, no han tenido más remedio que acudir a él, con operaciones de orfebrería financiera, donde el fallo de cualquier pieza –contratos de derivados para dar y tomar- puede llevarse por delante al más pintado. Es lo que ha hecho con Florentino Pérez, en una transacción tan enrevesada que la CNMV les ha dado un tirón de orejas a las dos partes. Ahora le toca pronunciarse al auditor, Deloitte, repleto de los arturitos (Arthur Andersen) que facilitaron la quiebra de Enron, un conglomerado que también recurría a ingeniería contable antes de quebrar.

 

Para hacerlo fácil, la conclusión es que el icono del malabarismo empresarial español ha claudicado. Apenas le queda un 1% de Iberdrola en propiedad cuando hace tres meses tenía casi el 20%. En realidad, ese paquete era de los bancos, que como a cualquier españolito le han reclamado que pague. Un cambio de posición que, vaya casualidad, coincide con el relevo del presidente de Bankia y de los dos responsables de banca corporativa de BBVA y de Santander. Ya no hay dinero  ni para fichajes del Real Madrid. A buen entendedor...

 

Porque a Florentino le ha pasado como al albañil que despachaba pisos a destajo, al tapicero que diseñaba sofás de alto estánding, al fontanero que ponía jacuzzis a mileuristas, como a esos listos que compraban viviendas y las vendía por el doble antes de escriturarlas con créditos que nunca podrían devolver. Le salió muy bien el pelotazo de Unión Fenosa y otros parecidos, como el de Continental Auto y Abertis. Pero los 8.000 millones invertidos con deuda para hacerse con Iberdrola han sido un trago indigestible. Y eso que contó para la aventura con el favor de los Blesa, Rato, Fainé y Francisco González, amén de los políticos de derechas, de izquierdas y del nacionalismo más ramplón que le cambiaban la ley a su antojo.

 

Su caída a los infiernos, como antes la de Sacyr y próximamente la de otros nombres de postín, es la defunción de una forma de hacer negocios, de construir una España con cimientos de barro.

 

Sean felices. Mientras gire la tierra y un pez nade en el mar, que diría Sabina, hay esperanza.

El tiempo y la lógica suelen poner a cada uno en su sitio. Son implacables y magnánimos. Tratan a todos por igual, hasta el punto de que no distinguen entre un ciudadano cualquiera y un ser superior. Premian a los que les respetan y castigan sin piedad a los que osan retarles con atajos y funambulismos.