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El nuevo plan de Botín para España con El Corte Inglés y su amigo de las Islas Marshall
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Agustín Marco

A Corazón Abierto

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El nuevo plan de Botín para España con El Corte Inglés y su amigo de las Islas Marshall

Cuando el pasado otoño, Emilio Botín se avino a comprar la mayoría del capital de Financiera El Corte Inglés, la sociedad a través de la cual

Cuando el pasado otoño, Emilio Botín se avino a comprar la mayoría del capital de Financiera El Corte Inglés, la sociedad a través de la cual el grupo de centros comerciales facilita la venta de sus productos a los clientes, dio un paso inusual, un golpe de efecto insospechado para sus competidores y para un banco que desde finales de los noventa solo había invertido fuera de España.

La gran obsesión del veterano banquero era convertir a ese banquito nacido ciento y pico años atrás en Cantabria en uno de los referentes mundiales, el primero de Europa y uno de los mayores del globo en el Siglo XXI. Tras conquistar Latinoamérica décadas atrás, don Emilio lanzó las redes a Reino Unido (Abbey National, Alliance Leicester, Bradford & Bringley), a Estados Unidos (Sovereign), a Alemania, al este de Europa, especialmente a Polonia, para completar el mapa del Santander con la gran adquisición de Brasil (Banco Real y siguientes). Esa rabiosa expansión le ha dado bastantes éxitos, pero también algún que otro dolor de cabeza, especialmente la carioca, cuyo banco vale ahora la mitad del precio al que lo sacó a bolsa hace apenas cuatro años.

Una jaqueca que, unido al repentino interés de los grandes fondos mundiales por invertir en la piel del toro, llevaron al casi octogenario banquero a poner sus ojos en España para ver si aquella gripe detectada en 2009 había bajado ya por fin. Su diagnóstico fue que el enfermo había mejorado sensiblemente. A la chita callando, aconsejado por su nuevo número dos, Javier Marín, decidió quedarse con el solvente juguete de El Corte Inglés e invertir en nuestro país 14 años después de la última transacción, la fusión con el Central Hispano.

El Santander ha cambiado de estrategia, ha pasado de cerrar el grifo de los préstamos, a comprar créditos a granel, ante la expectativa de que la morosidad ha tocado su pico en España

Aquella alianza con Isidoro Álvarez no fue una casualidad visto el nuevo movimiento de don Emilio, que se ha asociado con el fondo Apollo para comprar millonarias carteras de crédito inmobiliario. Es decir, tras años cerrando el grifo, vendiendo portfolios de préstamos impagados, regalándolos casi –los de financiación al consumo los despechó cobrando tres céntimos por cada cien prestados-, la entidad ha cambiado de estrategia y se ha lanzado a aumentar su exposición al crédito, tanto el de consumo como el inmobiliario, en una España en la que el banco apenas gana dinero tras años de limpieza obligada por los desmanes de su consentido departamento de riesgos.

¿Por qué? A falta de versión oficial, porque el banquero del reino está totalmente convencido de que, aunque las secuelas de la crisis tardarán en desaparecer, “hay un cambio de ciclo clarísimo”. Cree que las alfombras ya no esconden nada, que los clientes que han venido pagando hasta la fecha lo van a seguir haciendo y que la demanda de crédito sano va a empezar a brotar.

¿Y por qué en lugar de crecer de forma orgánica, dando préstamos uno a uno, opta por comprarlos a granel, como las carteras de El Corte Inglés o las del alemán Eurohypo que negocia con Apollo? Seguramente porque estima que los nuevas líneas de financiación que conceda van a ir acompañadas de diferenciales que le van a permitir mejorar de forma sensible sus alicaídos márgenes de intermediación. Un ejemplo ilustra la maniobra: si el banco se queda con algunos de los préstamos que Eurohypo tiene en subastas (vende 5.000 millones), se los refinanciará a los clientes, que están pagando Euribor+ 120 puntos, a un tipo que no bajará de 400 puntos. Operación redonda.

Un viraje edulcorado con una campaña comercial para dar hipotecas, pero con un compañero de aventura que no está exento de riesgo. Porque Apollo Global Management no es un socio cualquiera. Es un fondo con más de 13.000 millones de dólares bajo gestión que persigue hasta la última pela con sus diversos vehículos de inversión. Y estos señores son ahora los encargados de gestionar la inmobiliaria del Santander, los créditos fallidos y las recuperaciones, de exprimir si es necesario a los clientes que no han podido pagar al banco a tiempo.

Su matrimonio inmobiliario con Apollo tiene un componente de riesgo con sus clientes y con la reputación de un banco que lleva años en cuarentena

Y esos clientes, mucho promotor, pero también mucho empresario mediano y mucho particular devorado por el paro, se van a encontrar con un empleado de una sociedad llamada Altamira Asset Management Holding recien constituida reclamándoles que abonen sus letras as soon as possible. Que de lo contrario, se quedan con su piso, su fábrica, su solar, su tienda, etc… No va a ser un señor del Santander, con el que tienen una relación comercial de confianza desde años, sino un tipo con órdenes estrictas dadas por una empresa cuyo dueño es Bisonte Luxco SARL, con domicilio en el número 44, de la Avenida J.F. Kennedy del Gran Ducado de Luxemburgo, esa lavadora fiscal del centro de Europa a la que ninguna autoridad vigila con el más mínimo celo.

Pero por si no fuera fácil pleitear con Bisonte, llegado el caso, los clientes del Santander deben saber que el dueño último de esta sociedad instrumental es Apollo EPF II Partnership, cuya razón postal está en las Islas Marshall, un islote descubierto por un español en el siglo XVI, de apenas 50.000 personas, situado en Micronesia, al norte de Australia, allá por el Océano Pacífico, y bajo administración americana. Como para ir a buscarlos.

Estos señores tienen que sacarle una rentabilidad alta a los 800 millones de euros que pagaron para gestionar durante diez años la inmobiliaria del Santander, los 25.000 millones de euros en activos, incluida la comercialización de los 8.000 millones de euros en inmuebles adjudicados. Y ya se imaginan cómo lo van a hacer, apretando que da gusto. Tienen que ganar más de 120 al año, más de 10 al mes, para apuntarse una rentabilidad mínima del 25%. 

Si como diagnóstica don Emilio, el pulso de España vuelve a latir con fuerza, bienvenidas sean las inversiones patrias del Santander, que siempre va por delante de sus competidores. Y las de estos fondos oportunistas que compran a derribo. Pero sin perder las formas, sin la avaricia que ha llevado a la banca y al país a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), que después la reputación, como la dignidad, se pierde muy rápido y se recupera muy tarde.

Sean felices

Cuando el pasado otoño, Emilio Botín se avino a comprar la mayoría del capital de Financiera El Corte Inglés, la sociedad a través de la cual el grupo de centros comerciales facilita la venta de sus productos a los clientes, dio un paso inusual, un golpe de efecto insospechado para sus competidores y para un banco que desde finales de los noventa solo había invertido fuera de España.

Emilio Botín Javier Marín