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Política energética: vectores de desarrollo en España (II)
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José M. de la Viña

Apuntes de Enerconomía

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Política energética: vectores de desarrollo en España (II)

Hoy continuamos con los comentarios vertidos durante la jornada, celebrada el pasado 24 de enero en el Instituto de la Ingeniería de España, referente al tema

Hoy continuamos con los comentarios vertidos durante la jornada, celebrada el pasado 24 de enero en el Instituto de la Ingeniería de España, referente al tema del epígrafe.

El gas

Aunque centenario en España en su versión manufacturada, el gas no se ha popularizado en para consumo de los hogares, ni para generación eléctrica, hasta hace apenas unos años. Mediante el gas natural extraído de yacimientos, con fuentes diversificadas para evitar los problemas de interrupción del suministro que recurrentemente sufre Europa Central, cuando a los países ex soviéticos les da por airear en público sus problemas conyugales.

De esta manera, apenas un tercio del volumen suministrado proviene de Argelia, buena parte a través de gasoducto. El resto tiene su origen en más de una decena de países que, mediante buques de transporte de gas licuado (LNG), sofisticadas obras de ingeniería que transportan el gas en estado líquido a 162 grados bajo cero, de tal manera que su volumen se reduce casi 600 veces. Para volver a convertirse de nuevo en materia gasificada, una vez descargado en una de las modernas plantas regasificadoras repartidas por las costas españolas.

Algún ponente comentó la posibilidad de que España, en estos momentos país destino del gas natural, se pudiese convertir en un país de tránsito hacia el resto de Europa, con las ventajas económicas que esto supondría.

El petróleo

No podemos olvidar que todos absolutamente, desde el consumista más compulsivo hasta el alternativo más rabioso, seguimos necesitando petróleo en mayor o menor medida para nuestra subsistencia. El desarrollo del siglo XX, y nuestro bienestar actual, no hubiese sido posible sin él. Con lo que nadie puede tirar la primera piedra. Lo cual no impide afirmar categóricamente que es nuestra obligación utilizarlo juiciosamente, porque sus reservas son limitadas; y minimizar las consecuencias de su uso ya que, evidentemente, contamina. 

Dicho lo cual, las compañías petrolíferas ofrecen lo que la sociedad insaciablemente demanda. En España se están realizando importantes inversiones con el fin de adecuar la oferta a la cambiante demanda, especialmente en las refinerías de Cartagena o en la de Huelva, cuya ampliación fue recientemente inaugurada por el Rey (con mayúscula, a pesar de la nueva ortografía de la RAE).

El sistema fiscal español actual incentiva, mediante los impuestos especiales, el uso del combustible diesel en los vehículos en detrimento de la gasolina. Más de las tres cuartas partes de los vehículos españoles lo son, porcentaje mayor que el de cualquier otro país europeo. La excusa es que el rendimiento de los coches de gasoil es mayor que los de gasolina, y que sus emisiones relativas son menores, lo cual es verdad. Olvidándose que, a cambio, los vehículos diesel sueltan contaminantes adicionales entre los cuales destaca el NO2, en buena parte los culpables de la polución que ostentan Madrid y Barcelona estos días.

Por otro lado, este desequilibrio progresivo fuerza a la importación de gasoil, a la vez que se necesita exportar la gasolina sobrante, obligando a que dos buques se crucen en el Atlántico, o en cualquier otro lugar, con el gasto económico y la contaminación que eso supone. O que se necesiten inversiones adicionales para adecuar la oferta (una refinería petrolífera, cuanto más compleja y más combustible pesado produce, por muy sofisticada que sea, mayor ineficiencia tiene, entre otras cosas porque su consumo propio es mayor). Ineficiencias que en una lógica de mercado alguien deberá pagar. Y que una demanda equilibrada podría haber evitado. 

La moraleja es bien clara. Desde el momento en que la política fiscal en forma de impuestos especiales es la principal incentivadora (o desincentivadora) de cualquier producto petrolífero, las decisiones deberían tomarse, al menos a partir de ahora, de manera que se equilibren la oferta y la demanda. Potenciando un mix que minimice, por un lado, las inversiones; y las emisiones, junto con el resto de partículas contaminantes, por el otro. El objetivo es que la eficiencia económica del sistema-país se optimice. Y que la contaminación de la atmósfera se reduzca lo más posible.

Para finalizar mencionando la desventaja en que a menudo compiten las refinerías europeas, obligadas a cumplir unos exigentes y lógicos niveles ambientales y de seguridad, comparados con productos provenientes de refinerías de países en los cuales estos factores apenas se tienen en cuenta, por decirlo de manera piadosa. Es otra vez el famoso dumping medioambiental, del que tantas veces hemos hablado, y al que un mercado racional y justo debería ser capaz de poner remedio.

Nuclear

Respecto a la energía nuclear, se habló tan solo de cuestiones técnicas. El representante de la empresa generadora hizo hincapié de la necesidad de nuevas centrales en España. Mientras tanto, el gestor de la red eléctrica no lo tenía tan claro ya que más generación de base (aquella que está continuamente en operación y su vertido de energía a la red es constante, como las grandes centrales térmicas de carbón o nucleares convencionales) aumentaría el desequilibrio de las energías renovables, sobre todo la eólica, al aumentar su posible oferta nocturna ociosa. En todo caso, un asunto pendiente de un necesario debate en España.

Finalizaremos el próximo día y alguna conclusión obtendremos.

Hoy continuamos con los comentarios vertidos durante la jornada, celebrada el pasado 24 de enero en el Instituto de la Ingeniería de España, referente al tema del epígrafe.