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Juan Manuel López-Zafra

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Nieve, regulación y responsabilidad

Serán muchos los factores que han incidido en el desastre de la tarde-noche del 6 de enero, pero, en esta ocasión, resulta complicado echar la culpa a los recortes

Foto: Familias atrapadas en sus vehículos hacen noche en el coche.
Familias atrapadas en sus vehículos hacen noche en el coche.

“The deregulation led to an increase in safety, confirming the antifragility of attention at work,
how it is whetted by a sense of danger and responsibility”. Nassim Nicholas Taleb, Antifragile.

La tremenda nevada del pasado 6 de enero ha vuelto a provocar situaciones dramáticas, con miles de conductores atrapados en la AP-6 a 80 km de Madrid. Las protestas en las redes sociales contra el Gobierno, la Guardia Civil, la DGT y la concesionaria de la autopista han sido muy importantes, como no podía ser menos. No estando completamente justificadas, las protestas son sin embargo normales y perfectamente entendibles en quienes han tenido que soportar una situación extrema, sin bebida ni comida en el coche durante toda la noche hasta que, después de más de 18 horas de bloqueo, la situación quedó resuelta, al menos momentáneamente. Y es que, en esta ocasión, no cabe achacar falta de previsión a ninguna autoridad responsable.

La DGT venía avisando, junto con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), de la posibilidad de grandes nevadas en el centro desde cuatro días antes. Los paneles indicadores de las carreteras señalaban la recomendación / obligación de circular con cadenas o ruedas de invierno en los vehículos. La bajada de temperaturas era motivo de conversación recurrente.

placeholder Los conductores colocan las cadenas a sus vehículos para poder proseguir la circulación en la A-6. (EFE)
Los conductores colocan las cadenas a sus vehículos para poder proseguir la circulación en la A-6. (EFE)

En estas situaciones, los españoles solemos adoptar una postura muy nuestra: los meteorólogos fallan casi más que los economistas (cierto es que eso es complicado) y los políticos que dirigen las instituciones relacionadas con la seguridad vial son eso, políticos, preocupados más por su propio puesto que por la gestión de los asuntos públicos. Y, así como en cada español hay un seleccionador de fútbol, en cada uno de nosotros hay un economista, un especialista en derecho penal que sabe de la chapuza del Supremo ante Junqueras y 'los Jordis', un ferroviario especialista en accidentes y, por supuesto, un físico que sabe más que cualquier funcionario de la Aemet y un conductor avezado con capacidad para circular sobre 'solo' cinco centímetros de nieve con ruedas lisas. Y que no necesita de las indicaciones de ningún funcionario de la DGT para saber cuándo y por dónde puede conducir. Como en muchas ocasiones no pasa nada (porque, efectivamente, la meteorología está sujeta a los cambios propios de un sistema no lineal), siempre podremos decir el lunes, tomando el café en el bar, el consabido “si no tienen ni **** idea, ya te dije yo que las cadenas no sirven para nada en este país”.

Hasta que pasa. Entonces es cuando dan igual los mensajes, las advertencias, las indicaciones. Entonces es cuando es el otro el que tiene la culpa. Es el otro el que no dijo, aunque dijo; es el otro el que no avisó, aunque avisó; es el otro el que no hizo énfasis, aunque lo hizo.

En el presente plan de vialidad invernal, que está en vigor desde el pasado 1 de noviembre y hasta el próximo 30 de abril (nada menos que seis meses), el Ministerio de Fomento tiene dispuestas 1.364 máquinas quitanieves y preparadas 240.000 toneladas de fundentes (la famosa 'sal' que se esparce por las carreteras). La evolución ha sido pareja a la evolución de la red de carreteras. Así, en el plan 2003-2004 no había siquiera 600 quitanieves y la capacidad de los almacenes de fundentes era de 57.221 toneladas, aproximadamente una cuarta parte de las actuales; en el de 2009-2010, las quitanieves eran ya más de 1.100 y los fundentes almacenados ascendían a 185.396 toneladas. Pese a todo, la evolución en estos últimos ocho años ha supuesto un incremento de un 25% de las máquinas y de un 30% en la cantidad almacenada de fundentes. Si usamos como referencia los costes de la campaña 2009-2010, cada máquina quitanieves costaría alrededor de 32.500 euros, cada tonelada de fundente unos 50 euros y cada persona de apoyo, para esos seis meses, unos 7.000 euros. Las cifras, que sumaron entonces 55,7 millones de euros, están disponibles en la página web del ministerio, aquí.

La UME y los servicios de emergencias desbloquean la AP-6

La red de carreteras española es una de las más importantes y seguras de Europa. La evolución desde los años setenta ha sido espectacular. El siguiente Cuadro 1 muestra esa evolución.

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Así pues, serán muchos los factores que han incidido en el desastre de la tarde-noche del 6 de enero. Pero en esta ocasión, resulta complicado echar la culpa a los recortes. Quizás estemos demasiado acostumbrados a pedirle al Estado que nos resuelva unos problemas que ni puede, ni debe resolver. Como señala Taleb en la cita que abre este artículo, el exceso de regulación no siempre provoca los efectos perseguidos, sino que, en muchas ocasiones, fomenta los contrarios. Y es entonces cuando deberíamos plantearnos, todos y cada uno de nosotros, si estamos haciendo lo que en conciencia debemos.

“The deregulation led to an increase in safety, confirming the antifragility of attention at work,
how it is whetted by a sense of danger and responsibility”. Nassim Nicholas Taleb, Antifragile.

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