El Observatorio
Por
¿Paga usted Netflix? ¿Por qué no la prensa?
En opinión de Richard Hass, el primer deber de un ciudadano es estar bien informado, y eso en mi opinión pasa en el día de hoy por pagar por dicha información
Recientemente, paseé por Bilbao con un periodista. Me comentaba que en las cenas con sus amigos estos se quejaban sobre el periodismo. El periodista les replicó: “¿Cuántos de vosotros pagáis Netflix, HBO o similares?”. Un número elevado de comensales alzó la mano. Acto seguido inquirió: “¿Cuántos pagáis la prensa”. No hubo manos alzadas.
Algunas de las preguntas que surgen ante la desoladora imagen de la mesa sin manos alzadas son las siguientes:
Primera: ¿se puede criticar lo que no se financia?
Segunda: ¿es factible construir un país con instituciones fuertes sin una prensa bien financiada?
Tercera: ¿se debilita una democracia sin instituciones fuertes?
En función de lo que respondamos a las preguntas señaladas más arriba, cabe plantear una cuarta pregunta: ¿estamos cumpliendo nuestras obligaciones cívicas?
Richard Hass, expresidente del Council of Foreign Relations, publicó recientemente un libro,
Hace tres décadas, el mundo de la información y la creación de opinión pasaba por una industria de medios razonablemente financiada. Además, aunque un lector podría elegir un medio u otro con más o menos afinidad, siempre podría encontrar cierta diversidad de pensamiento entre los editoriales y las columnas, diversidad que le podía mover a replantear alguna de sus ideas preconcebidas. El enfrentarte a ideas diferentes a las preconcebidas debería al menos generar duda, y la duda puede llevar hacia la moderación. Esto a su vez debería generar una expresión política equivalente.
La popularización de internet generó grandes expectativas de “democratizar el acceso a la información”. Por un lado, muchos contenidos se volvieron gratuitos, lo que dañó la sostenibilidad de la industria de medios y, posiblemente, la calidad de los contenidos. Por otro, la irrupción de las redes sociales se tradujo en la proliferación de algoritmos que detectan cómo pensamos, y filtran en consecuencia las noticias que el motor sabe van a retroalimentar nuestras ideas preconcebidas. El resultado es que las opiniones se polarizan, y como consecuencia, la clase política refleja dicha polarización. El resultado es una sociedad cada vez más histriónica, incapaz de alcanzar acuerdos para afrontar los complejos retos que afrontamos. Si por ejemplo analizamos los EEUU, el porcentaje de leyes apoyadas por legisladores de ambos partidos era substancialmente superior al porcentaje actual, signo de una sociedad polarizada.
Para romper este bucle, Hass propone que los ciudadanos asumamos como primera obligación cívica el deber de estar informados, lo que en muchas ocasiones requiere pagar por una información veraz, aunque no sea de nuestro agrado. La información veraz se financia, la información veraz objetiva debería reducir la polarización, la reducción de la polarización, junto con una prensa bien financiada, nos permitirá defender instituciones fuertes, y las instituciones fuertes nos facilitarán reconstruir nuestra democracia liberal sobre bases más sólidas, aparte de generar mayor crecimiento económico, como la investigación académica ha mostrado.
El gran historiador Bernard Lewis escribió hace tiempo cómo, para analizar el auge o el declive de los pueblos, se fijaba en cómo estos habían afrontado las dificultades. Unos pueblos se preguntan: ¿qué hemos hecho mal? Y salían adelante y progresan. Otros se preguntan: ¿quién nos ha hecho esto? Y entran en crónica decadencia.
Está en nuestra mano responder de una u otra forma. Yo pienso que buscar chivos expiatorios no conduce a nada. Creo que la introspección sí que nos puede generar útiles consejos sobre cómo comportarnos como ciudadanos, y el entendimiento del papel clave que desempeña o debería desempeñar la prensa en cimentar una sociedad cohesionada con instituciones fuertes debería llevarnos a considerar la pregunta con la que abro este artículo.
Jean Monnet, uno de los padres de la Unión Europea, afirmó: “Nada es posible sin gente. Nada dura sin instituciones”.
Reflexionemos sobre cómo podemos contribuir a dicha duración.
Recientemente, paseé por Bilbao con un periodista. Me comentaba que en las cenas con sus amigos estos se quejaban sobre el periodismo. El periodista les replicó: “¿Cuántos de vosotros pagáis Netflix, HBO o similares?”. Un número elevado de comensales alzó la mano. Acto seguido inquirió: “¿Cuántos pagáis la prensa”. No hubo manos alzadas.
- La peor bolsa del año Ignacio de la Torre
- Por qué la prima de riesgo de España es peor que la de Portugal Ignacio de la Torre
- Tres retos económicos del nuevo Gobierno Ignacio de la Torre