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Peligros de la deuda de mercados emergentes
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Ignacio Rodríguez Añino

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Peligros de la deuda de mercados emergentes

Desde hace unos años, el crecimiento mundial no se debe a los países desarrollados, sino a los miles de millones de personas que en los países

Desde hace unos años, el crecimiento mundial no se debe a los países desarrollados, sino a los miles de millones de personas que en los países emergentes están consumiendo para acceder a un nivel de vida similar al que disfrutábamos en Europa antes de la crisis.

Según el FMI, las economías desarrolladas crecerán el 1,4% en 2012 mientras que las emergentes lo harán al 5,7%, haciendo que la economía global crezca un más que decente 3,5%.

Este crecimiento de los países emergentes ha llevado aparejado una mejora significativa en la balanza de pagos y un número más que aceptable de reservas de divisas.

Como consecuencia de la mejora de estas economías en la última década, la inversión en deuda emergente se ha convertido en muy popular. Sin embargo, hay algunos riesgos que debiéramos tener en cuenta, sobre todo si una recaída en la crisis en Europa o en Estados Unidos puede conllevar una huida de capitales desde países emergentes hacia países desarrollados (fondos repatriados por bancos o inversores desarrollados que necesiten la liquidez en casa) con algunos de los siguientes efectos negativos:

-       Reducción de la liquidez en los bonos de gobiernos emergentes

-       Mayor coste de financiación (tipos de interés)

-       Devaluación de monedas locales que pueden llevar a presiones inflacionistas y a dificultades para pagar su deuda en divisas fuertes

Gran parte del crecimiento que ha existido en economías emergentes se basa, al menos parcialmente, en el crédito al consumo. Por ejemplo en Brasil, el uso de tarjetas de crédito se ha multiplicado por 10 en la última década mientras que los salarios sólo han crecido a poco más del doble. Pero si el tiempo del dinero fácil se acaba debido al aumento de la deuda y a un menor crecimiento económico global, podríamos ver problemas en algunos de estos países.

Los CDS de algunos países emergentes, como Brasil, cotizan a niveles similares a los de Holanda o Alemania, ya que los inversores siguen viendo a estos países como una inversión segura. Pero puede que subestimen los riesgos que conlleva invertir en deuda emergente. La situación de Brasil ya la comentó ayer McCoy “La peor Brasil en años recibe a un Rey convaleciente”

Otros países, como Hungría o Polonia, tienen ahora más presiones porque les afecta más la crisis de la eurozona. Si emitieron deuda en divisas fuertes, como dólar, y sus monedas locales se debilitan, pueden verse en problemas para repagar sus préstamos. Eso ha ocurrido por ejemplo en Polonia, donde una fuga de inversores de los bonos denominados en zloty ha provocado una depreciación del mismo respecto al franco suizo, moneda en la que se denominan muchos préstamos privados polacos – pasó lo que en España con las famosas hipotecas en divisas, ya fueran en yenes o en francos, pero a una escala mucho mayor - Se cree que unos 700.000 polacos y unos 100.000 húngaros tienen hipotecas en francos suizos.

Además, los bancos desarrollados pueden verse empujados hacia una venta de activos de deuda emergente. En los países desarrollados los bancos se enfrentan a una regulación más dura, que les obliga a aumentar sus dotaciones de capital. Y si los bancos europeos no pueden aumentar capital –no sólo los españoles tienen problemas de atraer financiación- lo normal es que acaben disminuyendo el volumen de sus préstamos. Algunos bancos ya han reducido su actividad en mercados no desarrollados y se han empezado a deshacer de sus carteras de bonos emergentes.

Si este flujo aumenta o si la crisis se agrava, podríamos ver situaciones similares a las vividas en septiembre y octubre de 2011, cuando debido a la relativa iliquidez de los mercados de bonos emergentes vimos caídas muy importantes en sus precios.

Desde hace unos años, el crecimiento mundial no se debe a los países desarrollados, sino a los miles de millones de personas que en los países emergentes están consumiendo para acceder a un nivel de vida similar al que disfrutábamos en Europa antes de la crisis.