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Del rojo tragedia al verde esperanza
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Jesús Sánchez-Quiñones

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Del rojo tragedia al verde esperanza

Pocos inversores recuerdan ya la situación vivida hace apenas quince meses. En ese momento existían serias dudas sobre la supervivencia del euro

Pocos inversores recuerdan ya la situación vivida hace apenas quince meses. En ese momento existían serias dudas sobre la supervivencia del euro, la prima de riesgo de los bonos españoles alcanzaba los 640 puntos básicos, Europa en su conjunto se encontraba en recesión, España acababa de solicitar a Europa un rescate bancario por hasta 100.000 millones de euros, el Ibex se situaba en torno a 6.000 puntos.

Apenas cinco trimestres después, el escenario es significativamente más esperanzador: la supervivencia del euro ha dejado de ser una interrogante, situándose su cotización en máximos de los últimos años, la prima de riesgo del bono español se sitúa en 240 puntos básicos, las cuatro principales áreas del mundo (Estados Unidos, Europa, Japón y Reino Unido) crecen de forma simultánea, España supera con nota sobresaliente las 32 condiciones incluidas en el Memorando de Entendimiento del rescate bancario, las bolsas estadounidenses y alemanas se sitúan en máximos históricos, y la mayoría del resto de bolsas, entre ellas la española, cotizan al máximo nivel de los dos últimos años.

Los bancos centrales tienen mucha responsabilidad en este cambio de sentimiento de los mercados. La tesis aplicada por la Reserva Federal (FED) y el Banco de Japón consiste en considerar que tipos de interés bajos y liquidez abundante serán suficientes para mover a los inversores hacia posiciones de riesgo, fomentando así la inversión. A su vez, el efecto riqueza por el aumento de la valoración de los activos financieros incrementará el consumo, reanimando la inversión y creando un círculo virtuoso que se traducirá en crecimiento económico. Por su parte, el compromiso del BCE de actuar de forma ilimitada e indefinida para preservar el euro ha conseguido reducir significativamente la prima de riesgo en las inversiones en euros.

El comportamiento actual de los mercados financieros está tremendamente condicionado por la liquidez suministrada por los bancos centrales. Mientras la liquidez siga aumentando, parecería que lo demás es secundario: incluso malos datos de empleo en EEUUson interpretados como buenos para la bolsa, al prolongar durante más tiempo las inyecciones de liquidez de la Reserva Federal.

Bernanke ya anunció en mayo que la actual política monetaria de incremento permanente del balance de la FED no podría durar siempre. Pese a ello, los intentos de dar marcha atrás a la actual política expansiva han sido infructuosos. Los bancos centrales se encuentran en una encrucijada que les dificulta sobremanera dejar de suministrar liquidez adicional.

El pasado mayo, el mero anuncio de un futuro fin de las inyecciones de liquidez provocó que los tipos hipotecarios en EEUU pasaran del 3,4% al 4,6% en menos de dos meses, con el consiguiente efecto sobre el sector constructor e inmobiliario. Los tipos de los bonos del Tesoro a diez años prácticamente se doblaron: desde el 1,6% al 3%. Previsiblemente, en el momento en que la FED deje de incrementar su balance, los tipos de interés subirán. El efecto sobre el crecimiento se hará notar. Las partidas que más aportan al PIB estadounidense son la inversión privada y el consumo personal, ambas con una alta sensibilidad a la subida de tipos. Lo más cómodo para los bancos centrales es seguir manteniendo indefinidamente la actual política de expansión permanente de la liquidez. Cambiar de política tiene un coste a corto plazo, que de momento no parecen dispuestos a asumir.

Los mercados financieros se muestran encantados con la situación actual. Descuentan tipos bajos, liquidez abundante y creciente durante mucho tiempo, acompañados de una intensificación del crecimiento económico. Algo no cuadra: si la economía crece, los bancos centrales acabarán retirando liquidez y los tipos subirán; si la economía no crece, tampoco lo harán los beneficios empresariales y, por tanto, la subida de las bolsas no será sostenible.

Los mercados financieros han pasado del rojo tragedia al verde esperanza regados por la ingente liquidez de los bancos centrales. Nada hace indicar que en el corto plazo los responsables de la política monetaria tengan intención de variar su perfil de actuación actual: los mercados financieros se congratulan de ello. Sin embargo, el exceso de riego puede acabar pudriendo las raíces.

Pocos inversores recuerdan ya la situación vivida hace apenas quince meses. En ese momento existían serias dudas sobre la supervivencia del euro, la prima de riesgo de los bonos españoles alcanzaba los 640 puntos básicos, Europa en su conjunto se encontraba en recesión, España acababa de solicitar a Europa un rescate bancario por hasta 100.000 millones de euros, el Ibex se situaba en torno a 6.000 puntos.

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