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Por qué Warren Buffett se equivoca con bitcoin
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Juan Ramón Rallo

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Por qué Warren Buffett se equivoca con bitcoin

En tanto en cuanto otorguemos valor a esa seguridad frente a la confiscación estatal y no existan alternativas superiores, bitcoin necesariamente tendrá un valor superior a cero

Foto: Fotografía de archivo del inversor Warren Buffet. (Reuters)
Fotografía de archivo del inversor Warren Buffet. (Reuters)

Warren Buffett es incuestionablemente uno de los mejores inversores de la historia (si no el mejor). Su capacidad para comprender, identificar y valorar modelos de negocio es desde luego extraordinaria, tal como acredita la rentabilidad —sostenidamente extraordinaria— que ha cosechado a lo largo de sus seis décadas de actividad profesional. Pero Buffett no es infalible, sobre todo cuando abandona su círculo de competencia, esto es, aquella área de conocimiento sectorial en la que se halla realmente especializado. Así, por ejemplo, este pasado lunes, el oráculo de Omaha departió brevemente sobre las criptomonedas en una entrevista para la CNBC:

"Las criptomonedas no tienen ningún valor. No producen nada. Puedes observar durante los próximos 20 años esa pequeña anotación en tu patrimonio que dice que posees X cantidad de esta o de aquella criptomoneda. Pero no se reproduce, no te entrega cheques, no es capaz de hacer nada. Y tu esperanza es que llegue otra persona que esté dispuesto a pagarte más dinero por ella (pero eso solo le traslada el problema a esa otra persona). En términos de valor… es cero (…) No poseo ninguna criptomoneda y jamás lo haré".

Desde una perspectiva estrictamente materialista, Buffett está en lo cierto. Como ya sentenció santo Tomás de Aquino, recogiendo a Aristóteles, 'pecunia pecuniam non parit': el dinero no engendra dinero. Así, si evaluamos los activos únicamente según su producción futura esperada (que es como los evalúa Buffett), entonces ciertamente bitcoin —y cualquier otro activo monetario, como el oro o el dólar— carece de valor (de “valor intrínseco”, que dirían los inversores 'value'). Pero nadie demanda un activo monetario por el rendimiento explícito que esperamos que produzca (porque, en efecto, no produce ninguno) sino por la utilidad que ese activo monetario nos puede reportar. ¿Y en qué consiste esa utilidad? En su liquidez, esto es, en su capacidad para ser transferido sin pérdida de valor. ¿Y por qué razón podemos querer mantener un activo monetario para así poder transferirlo cuando deseemos? Keynes, en 'La teoría general', nos habla de tres motivos para atesorar moneda: el motivo de transacción, el motivo de precaución y el motivo de especulación.

Foto: Warren Buffett, presidente de Berkshire Hathaway

La demanda de dinero con motivo de transacción es la más intuitiva: aquella que observamos en nuestro día a día. Queremos efectuar una adquisición en el corto plazo y mantenemos en nuestra posesión los saldos de tesorería necesarios para ello. De este modo, nos ahorramos los inconvenientes y las posibles pérdidas derivadas de liquidar una parte de nuestro patrimonio justo en el momento previo a efectuar esa transacción. Siendo así, ¿tiene sentido acumular hoy criptomonedas para efectuar transacciones a muy corto plazo? Aunque esa opción ya existe —es posible efectuar transacciones con bitcoin— y aunque cuente con ciertas ventajas frente a otros activos monetarios —la privacidad, incluso sin contacto físico entre las partes, por ejemplo—, es dudoso que el principal motivo por el que los inversores acumulan actualmente bitcoins sea con el propósito de intercambiarlos en el corto plazo para adquirir bienes y servicios finales. Su utilidad, en esta rúbrica, probablemente no sea todavía demasiado alta.

La demanda de dinero con motivo de precaución consiste en acumular liquidez para protegernos frente a la incertidumbre. En momentos de tribulación, solo los activos monetarios son capaces de conservar su valor: y es que si, siguiendo a Buffett, el valor intrínseco del resto de activos productivos depende de sus flujos de caja esperados, en un contexto de alta incertidumbre esa expectativa sobre el futuro puede ser tremendamente pesimista y, en consecuencia, puede reducir de manera muy significativa ese valor intrínseco. Por eso los agentes económicos quieren contar con activos líquidos para enfrentarse a lo desconocido: activos cuyo valor no caiga, sino que se mantenga o incluso aumente, en momentos de incertidumbre (activos como el dólar, la deuda pública a corto plazo de gobiernos solventes o el oro).

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Desde esta perspectiva, ¿tiene sentido acumular hoy criptomonedas para cubrirnos frente a la incertidumbre? Pues según la incertidumbre frente a la que queramos protegernos: es verdad que el dólar o el euro pueden proporcionarnos seguridad frente a muchos sucesos económicos imprevistos, pero no frente a todos. Si queremos cubrirnos frente al riesgo de que, por ejemplo, el Estado pueda confiscar nuestra propiedad (vía impuestos, vía inflación, vía impago, vía expropiación, vía controles de capitales…), el dólar o el euro no nos sirven de mucho, y bitcoin en cambio sí emerge como una de las mejores alternativas. Siendo así, ¿posee valor un activo monetario que sirve para protegernos frente al parasitismo gubernamental aun cuando no produzca materialmente nada? En tanto en cuanto otorguemos valor a esa seguridad frente a la confiscación estatal y no existan alternativas superiores, bitcoin necesariamente tendrá un valor superior a cero.

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Y, finalmente, la demanda con motivo de especulación consiste en mantener un activo líquido esperando que el valor del resto de activos se desmorone y, en consecuencia, podamos recomprarlos mucho más baratos. Es lo que hacen los inversores cuando temen que se han generalizado las burbujas financieras y quieren esperar a que se corrijan tales sobrevalorizaciones. Buffett parece obviar esta esencial función del dinero aun cuando él mismo ha optado en muchísimas ocasiones por mantenerse líquido a la espera de que aparezcan oportunidades de inversión (¿diría Buffett que los activos monetarios que le permitieron en diversas ocasiones mantenerse fuera de la bolsa carecían de valor?). A este respecto, a Buffett le gusta desdeñar la inversión en oro con la siguiente comparativa, que podría ser plenamente aplicable a bitcoin:

"Si todo el oro del mundo se refundiera, crearíamos un cubo de 68 pies por lado. A un valor de 1.750 dólares la onza, su valor sería de 9,6 billones de dólares. Llamemos a este cubo montón A. Creemos ahora otro montón B de idéntico valor: por 9,6 billones de dólares, podríamos comprar toda la tierra de cultivo de EEUU y 16 Exxon Mobils. ¿Se imaginan a un inversor que prefiriera el montón A en lugar del montón B?".

Poseer un activo con valor estable frente a las subidas (¡y bajadas!) del precio del resto de activos es claramente útil y, por tanto, valioso

Y la verdad es que sí puedo imaginármelo (y Buffett, en el fondo, también). Si los precios de mercado del montón B estuvieran exageradísimamente inflados por encima de sus valores intrínsecos, la decisión racional sería comprar el montón A a la espera de que pinchara la burbuja del montón B y pudiéramos recomprarlo mucho más barato. Poseer un activo con valor estable frente a las subidas (¡y bajadas!) del precio del resto de activos es claramente útil y, por tanto, valioso. Si las criptomonedas —o al menos alguna criptomoneda específica— son un activo monetario capaz de resistir una deflación generalizada —y ese debería ser el gran debate: si lo son o, en cambio, también se desmoronarían con el pinchazo del resto de activos—, entonces las criptomonedas por necesidad deberán tener utilidad como refugio frente a las burbujas.

En definitiva, los activos monetarios son útiles porque nos proporcionan servicios de liquidez: liquidez frente a las transacciones que tenemos programadas, liquidez frente a la incertidumbre y liquidez frente a la deflación del resto de activos. Y si los activos monetarios son útiles, entonces su valor no podrá ser —ni mucho menos— cero. El debate, por tanto, no debería residir ahí, sino en si cabe esperar que bitcoin (u otras monedas digitales susceptibles de ser analizadas) se comporte como activo monetario en cada uno de esos distintos contextos. Y dadas las muy buenas propiedades que posee bitcoin para ser utilizado como activo monetario, la respuesta por defecto a tal pregunta no debería ser frontalmente negativa. Ahí es donde Buffett yerra de manera muy considerable.

Warren Buffett es incuestionablemente uno de los mejores inversores de la historia (si no el mejor). Su capacidad para comprender, identificar y valorar modelos de negocio es desde luego extraordinaria, tal como acredita la rentabilidad —sostenidamente extraordinaria— que ha cosechado a lo largo de sus seis décadas de actividad profesional. Pero Buffett no es infalible, sobre todo cuando abandona su círculo de competencia, esto es, aquella área de conocimiento sectorial en la que se halla realmente especializado. Así, por ejemplo, este pasado lunes, el oráculo de Omaha departió brevemente sobre las criptomonedas en una entrevista para la CNBC:

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