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La batalla por Madrid: recentralización o descentralización
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Juan Ramón Rallo

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La batalla por Madrid: recentralización o descentralización

En España, la derecha tiende a ser centralista y la izquierda, descentralizadora

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)

En términos generales, la derecha suele ser partidaria de la descentralización y la izquierda de la centralización. Así sucedió en los orígenes históricos de estos términos (los girondinos eran federalistas mientras que los jacobinos eran centralizadores) y así sigue ocurriendo actualmente en muchos países del mundo: en EEUU, los republicanos son los defensores de los derechos de los estados frente al Gobierno federal; en Reino Unido, el Partido Conservador favorece la autonomía municipal frente a la administración central; en Italia, la Liga Norte nació como un partido regionalista (incluso secesionista), de las regiones septentrionales del país. En España, sin embargo, esas afinidades están invertidas, de modo que la derecha tiende a ser centralista (aunque no siempre ha sido así, pues en nuestro país también existe la tradición de una derecha foralista), mientras que la izquierda, al menos hasta la fecha, ha sido descentralizadora: probablemente como reacción al centralismo franquista, la izquierda patria ha tendido a abanderar causas opuestas a la dictadura con independencia de si estas entroncaban o no con sus valores ideológicos de fondo.

Las próximas elecciones autonómicas madrileñas ofrecerán, sin embargo, la posibilidad de empezar a deshacer, aunque sea parcialmente, esta desubicación ideológica típicamente española. A la postre, uno de los ejes que estructurará la campaña electoral será el del autogobierno fiscal madrileño: es decir, si la administración autonómica madrileña ha de contar con amplias competencias sobre los impuestos que recaen en sus ciudadanos o si, por el contrario, hemos de asistir a una recentralización tributaria que otorgue mucho más poder al Gobierno central en los impuestos que pesan sobre los madrileños.

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Nótese que este debate no equivale al de si deseamos mayores o menores impuestos. Es perfectamente compatible defender la autonomía fiscal de Madrid y, al tiempo, abogar por que se incrementen aquellos tributos sobre los que el ejecutivo regional posee competencias. Y, a su vez, sería igualmente compatible reclamar una recentralización impositiva para que el Gobierno central rebaje concertadamente los gravámenes en el conjunto de España. Cuando hablamos del autogobierno fiscal de Madrid, por tanto, no estamos debatiendo sobre la dirección que debe adoptar ese autogobierno, sino solo sobre su existencia: ¿ha de existir y, en caso afirmativo, qué amplitud ha de tener?

Y, al respecto, la actitud de “las izquierdas” madrileñas en esta cuestión ha sido inequívoca durante los últimos meses: oponerse a la autonomía fiscal de la CAM favoreciendo que sea el Gobierno central quien armonice sus impuestos con los del resto de España (a petición, eso sí, del nacionalismo de izquierdas catalán). Es decir, “las izquierdas” acuden a estas elecciones autonómicas madrileñas reclamando menor autonomía para Madrid. Algo que, como decíamos, constituye el posicionamiento tradicional de una ideología partidaria de la igualación social a gran escala y, por tanto, contraria a la diferenciación a pequeña escala. “Las derechas”, en cambio, acuden sin un posicionamiento común en este apartado: mientras que Vox continúa con la anormalidad española de ser una derecha jacobina (de modo que debería coincidir con Podemos o el PSOE en la conveniencia de subordinar la política fiscal de la CAM a los designios de la Moncloa), parece que Díaz Ayuso sí se ha decidido a defender el grado actual de autonomía fiscal madrileña frente a las invectivas recentralizadoras de las izquierdas (¿y de Vox?).

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE) Opinión

Pero si de verdad Díaz Ayuso quiere dar un auténtico paso adelante y articular un discurso propio que sirva para reconectar a la derecha con su tradición descentralizadora, lo que debería hacer es reclamar un autogobierno fiscal 'pleno' para Madrid (sin que ello signifique que Madrid deba tener privilegio alguno frente al resto de administraciones, las cuales también deberían poder exigirlo). Un modelo similar al concierto económico vasco, pero para la CAM. Dado que la renegociación del sistema de financiación autonómico está a la vuelta de la esquina, este es el momento de diferenciarse radicalmente de las propuestas neocentralizadoras de las izquierdas: si ellas solicitan más armonización fiscal y, por tanto, menos autonomía tributaria para Madrid, Díaz Ayuso debería reivindicar justo lo opuesto, a saber, nula armonización y pleno autogobierno tributario para la CAM.

Ojalá la batalla por Madrid sirva no solo para lograr una mayor autonomía fiscal para la región, sino también para ir corrigiendo, dentro del imaginario popular, la anómala identificación entre izquierda y descentralización o derecha y centralización. Durante las próximas semanas, todos los candidatos tendrán que retratarse sobre esta crucial cuestión: esperemos que ese retrato les dure décadas.

En términos generales, la derecha suele ser partidaria de la descentralización y la izquierda de la centralización. Así sucedió en los orígenes históricos de estos términos (los girondinos eran federalistas mientras que los jacobinos eran centralizadores) y así sigue ocurriendo actualmente en muchos países del mundo: en EEUU, los republicanos son los defensores de los derechos de los estados frente al Gobierno federal; en Reino Unido, el Partido Conservador favorece la autonomía municipal frente a la administración central; en Italia, la Liga Norte nació como un partido regionalista (incluso secesionista), de las regiones septentrionales del país. En España, sin embargo, esas afinidades están invertidas, de modo que la derecha tiende a ser centralista (aunque no siempre ha sido así, pues en nuestro país también existe la tradición de una derecha foralista), mientras que la izquierda, al menos hasta la fecha, ha sido descentralizadora: probablemente como reacción al centralismo franquista, la izquierda patria ha tendido a abanderar causas opuestas a la dictadura con independencia de si estas entroncaban o no con sus valores ideológicos de fondo.

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