Laissez faire
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La mochila austriaca: una de las pocas reformas sustanciales de Feijóo
La mochila austriaca facilita que los trabajadores terminen ocupando aquellos puestos en los que son capaces de generar un mayor valor
El programa económico de Feijóo es poco ambicioso: no baja de un modo contundente los impuestos ni afronta reformas estructurales de calado. No, al menos, de acuerdo con lo conocido hasta el momento. Sin embargo, sí hay un par de propuestas que poseen algo más de enjundia y sobre las que merece la pena reflexionar: entre ellas, la famosa mochila austriaca.
La mochila austriaca no es más que un fondo que el empresario va dotando en favor de su asalariado para que pueda disponer de él en el momento del despido. Se diferencia del actual marco laboral en que, ahora mismo, los empresarios sólo devengan una obligación contingente en favor de sus empleados que no tienen ni siquiera por qué provisionar: sólo si finalmente éstos son despedidos de manera improcedente, el empresario deviene obligado en firme a abonar la indemnización devengada hasta la fecha. En este sentido, la protección frente al despido del marco laboral actual resulta deficiente tanto para el empleador como para el empleado.
Por un lado, el empleador, ante una fuerte fluctuación de sus ingresos o ante cambios en la organización productiva, no está incentivado a prescindir de los trabajadores que, en relación a su salario, aportan un menor valor añadido, sino de aquéllos que llevan menos años en la empresa. A la postre, la obligación de indemnización que ha devengado en favor de los trabajadores recién llegados es muy reducida, mientras que por los trabajadores con mayor antigüedad puede llegar a ser muy cuantiosa, de modo que, si decide despedir a los segundos, le resultará mucho más caro que a los primeros. En cambio, con la mochila austriaca, como el empresario ya ha abonado por adelantado la totalidad de las indemnizaciones por despido de toda su plantilla, no tiene por qué sesgar los despidos hacia las contrataciones más recientes: prescindirá de los trabajadores relativamente menos productivos dentro de su empresa (lleven muchos o pocos años dentro dela empresa).
Por otro lado, el empleado está incentivado a día de hoy a permanecer en aquella empresa en la que lleve muchos años ocupado. Aun cuando reciba una propuesta profesional en otra compañía que le resulte más atractiva que la actual, cambiar (voluntariamente) de empresa conlleva un enorme coste económico para él: a saber, perder toda la indemnización frente al despido que ha devengado en su empresa hasta el momento y, por tanto, exponerse al riesgo de que si fracasa en su nuevo destino profesional se quede sin ningún tipo de compensación. En cambio, con la mochila austriaca, el trabajador es propietario de las aportaciones que ya ha efectuado su empleador en su favor hasta ese momento, de manera que, si cambia voluntariamente de empleo, semejante capital no desaparece sino que se traslada con él para indemnizarlo en caso de que su nueva empresa lo despida en el futuro. Y si al concluir su vida laboral no ha sido despedido y por tanto no ha dispuesto de semejantes fondos, accederá a ellos como complemento de su jubilación.
En definitiva, la mochila austriaca facilita que los trabajadores terminen ocupando aquellos puestos en los que son capaces de generar un mayor valor: es decir, reduce las fricciones de los emparejamientos y re-emparejamientos laborales. Además, con una transición suficientemente larga, ni siquiera tiene por qué suponer sobrecostes: en la medida en que, a partir de la aprobación de la medida, los empresarios dejen de devengar nuevas obligaciones a indemnizar a sus trabajadores a cambio de empezar a dotar su “mochila austriaca”, el gravamen neto de la medida para el empresario (respecto a la situación actual) podría ser nulo.
Eso sí, organizando la transición de ese modo, las ventajas de la mochila austriaca no comenzarían a verse hasta dentro de varios años, de ahí que el Banco de España haya propuesto usar parte de los fondos europeos para capitalizar anticipadamente los fondos de los trabajadores: es verdad que se trataría de una transferencia del dinero de los contribuyentes europeos a las empresas españolas (que verían proporcionalmente reducidas las obligaciones devengadas por despido), pero es que casi todos los fondos europeos consisten en eso mismo, a saber, en transferir dinero de los contribuyentes a las empresas políticamente favorecidas por el Gobierno. Y siendo así, mejor destinar tales fondos para una buena política laboral que para el reparto clientelar entre los afines al poder político de turno.
Ahora sólo queda, claro, que si el PP gana finalmente las elecciones (algo que todavía está por ver) ponga en marcha está medida (algo que resulta incluso más dudoso).
El programa económico de Feijóo es poco ambicioso: no baja de un modo contundente los impuestos ni afronta reformas estructurales de calado. No, al menos, de acuerdo con lo conocido hasta el momento. Sin embargo, sí hay un par de propuestas que poseen algo más de enjundia y sobre las que merece la pena reflexionar: entre ellas, la famosa mochila austriaca.