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Mini-bot italiano vs. libra de Facebook: lo que la moneda esconde
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Alberto Montero Soler

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Mini-bot italiano vs. libra de Facebook: lo que la moneda esconde

Aunque en apariencia se trata de cuestiones muy distintas, no lo son si reflexionamos sobre ellas tomando como eje vertebrador un principio básico vinculado a la moneda: la soberanía

Foto: Criptodivisas.
Criptodivisas.

Estos días atrás se han sucedido dos anuncios en materia monetaria que están íntimamente entrelazados aunque pudiera no parecerlo.

Por un lado, el anuncio del Gobierno italiano de su intención de poner en circulación una moneda paralela a la que llaman mini-bot. Por otro lado, el anuncio de Facebook de que en 2020 pondrá en circulación, junto con otras grandes corporaciones, su propia moneda, la libra, vinculada a una Blockchain descentralizada y a una plataforma de contratos inteligentes, según reza su Libro Blanco.

Aunque en apariencia se trata de cuestiones muy distintas, no lo son tanto si reflexionamos sobre ellas tomando como eje vertebrador un principio político básico vinculado a la moneda: la soberanía.

Así, el Gobierno italiano pretende emitir los mini-bots para superar el restrictivo marco monetario y fiscal del euro y contar con un instrumento monetario para la financiación de su política fiscal. Su intención es crear una moneda paralela de naturaleza fiscal que pondría en circulación como pago de prestaciones o salarios del sector público, circularía como medio de cambio en los intercambios privados si es capaz de generar la confianza necesaria entre las partes —o, en su defecto, si el Estado italiano impone su curso legal— y se destruiría en el pago de impuestos.

Por su parte, Facebook, aparentemente y bajo la pantalla de la inclusión financiera, trata de penetrar en negocios que hasta ahora habían estado mediados por operadores bancarios y financieros tradicionales y que, en la mayor parte de los casos, exigen la titularidad de una cuenta bancaria para realizarse (pagos, envío de remesas, etc.). Bien es cierto que, probablemente, el negocio no resida tanto en los ingresos derivados de las transacciones que usen la nueva moneda y su plataforma sino del acceso a los datos que, de forma consentida o no, podrá obtener de sus usuarios. En cualquier caso, es de prever que su extensión generalizada, más allá de los países menos desarrollados, a los que en principio parece estar circunscrita, tendrá un potente impacto sobre la industria financiera.

Disrupción monetaria

A efectos de lo que aquí nos interesa, hay que destacar que ambos fenómenos suponen movimientos disruptivos desde el ámbito monetario con intención de desbordarlo en sus expresiones actuales y en sus respectivos espacios de circulación monetaria: el territorio italiano, en el primer caso; y potencialmente el mundo, en el segundo. O, dicho de otra forma, ambos anuncios tratan de alterar la relación básica que la moneda mantiene actualmente en dichos espacios con el principio político que le da sustento en su concepción moderna: la soberanía.

Foto: moneda facebook zuckerberg (Enrique Villarino)

En efecto, en su proceso de evolución, las economías de trueque se convirtieron en economías monetarias cuando el soberano definió el dinero que debía de servir como unidad de cuenta y se atribuyó el poder para gestionarlo, incluida la posibilidad de alterar su valor; desde entonces, la unidad de cuenta es un monopolio natural en manos del Estado. En este sentido, la definición del dinero y el espacio de la circulación monetaria en el que este constituye el medio en el que se cancelan las deudas ha sido una de las potestades básicas del poder público desde la aparición de los Estados modernos.

Y ello rige tanto para el dinero de curso legal emitido directamente por el Estado (es decir, las monedas y billetes en circulación) como para el dinero bancario emitido privadamente por las instituciones bancarias a partir de la creación de depósitos y la concesión de crédito. En este segundo caso, es el respaldo que otorga dicho poder público por la vía de la supervisión de las instituciones que lo emiten y la garantía de los depósitos que los clientes realizan en las entidades bancarias lo que permite asimilarlos y convertir el dinero bancario en una representación tan fiel del dinero de curso legal que la mayor parte de la población ignora la existencia de aquel.

Recuperar la soberanía nacional

Entonces, ¿qué disrupción vienen a plantear ambos anuncios? Pues, en el caso italiano, está claro: se trata de un intento de recuperar la soberanía nacional sobre la emisión y circulación monetaria en Italia que, con la creación del euro, fue transferida al Banco Central Europeo. Lo que el Gobierno italiano trata de expresar es que la relación entre las necesidades monetarias de su economía y la política monetaria definida por el BCE no les satisface y, en consecuencia, desean recuperar —al menos de momento— una soberanía compartida.

Evidentemente, la reacción no se hizo esperar y la posición en contra de las autoridades europeas fue clara, reivindicando que la soberanía sobre la moneda europea es única y se ejerce desde el Banco Central Europeo.

Facebook pretende introducir una moneda que aspira a convertirse en símbolo de valor y cuya circulación funda un nuevo espacio social

Pero ¿y en relación con la libra de Facebook? En este caso, estamos ante una auténtica mutación del principio que ha gobernado la creación monetaria y su circulación desde la aparición del Estado moderno. Lo que Facebook pretende es introducir una moneda que aspira a convertirse en símbolo de valor y cuya circulación funda un nuevo espacio social, circunscrito a los usuarios de sus plataformas y desvinculado de cualquier relación de soberanía con respecto al poder político.

Lo que define a la libra, lo que la hace enormemente disruptiva, es que su emisión y circulación no tendrá detrás ningún Estado ni grupo de ellos —o, lo que es lo mismo, ningún poder político democráticamente electo— que la respalde. El Estado, ningún Estado, será garante de su valor ni definirá qué contratos pueden ser saldados mediante su uso. En su lugar, aparece un grupo de 100 grandes corporaciones, entre las que evidentemente no es ninguna casualidad que no haya ningún banco, que serán las que definirán quiénes, cómo y para qué podrán usar esta moneda digital. La existencia de esas grandes corporaciones y su capacidad normativa en relación con la libra es lo que la distingue de las criptomonedas al uso y por eso, más que una criptomoneda, estamos ante una moneda digital privada con vocación, paradójicamente, de convertirse en un bien público.

Foto: Facebook anuncia su criptomoneda. (EFE) Opinión

Puestos ambos fenómenos en perspectiva, las contradicciones son manifiestas: mientras que unos aspiran a una forma de soberanía tradicional que cada vez presenta un encaje más complejo en el tablero europeo, la creación de la libra anuncia la semilla de una nueva forma de soberanía que se emancipa progresivamente de la tutela y supervisión del Estado nacional y aspira a sustituirla.

Quizá sea atrevido expresarlo en estos términos, pero lo que Facebook está proponiendo, y frente a lo que deberemos estar alerta, es una nueva forma de pacto social en que el lugar del Estado lo ocupan ahora grandes corporaciones que, de entrada, ya se han dado a sí mismas y a su población —esa comunidad virtual de más de 2.300 millones de personas— uno de los pilares básicos para ejercer un poder soberano: su propia moneda. ¿Qué será lo siguiente?

*Alberto Montero Soler es un profesor y político español, diputado por Málaga en el Congreso durante las XI y XII legislaturas.

Estos días atrás se han sucedido dos anuncios en materia monetaria que están íntimamente entrelazados aunque pudiera no parecerlo.

Banco Central Europeo (BCE)