Tribuna
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Repensemos el papel de la mujer en el hogar, en el trabajo y en nuestra sociedad
La pandemia no solo nos ha abierto los ojos a las graves debilidades de nuestra sociedad, también nos ha obligado a hacer las cosas de otro modo
La propagación mundial de la pandemia de covid-19 ha hecho del pasado año un año de sacrificios. Demasiados de entre nosotros perdieron la vida o a seres queridos. Otros lucharon con coraje para sobrevivir, sea física, emocional o financieramente.
Un año después del inicio de la pandemia, podemos observar claramente que el impacto económico y social del virus está afectando a las mujeres con especial dureza. Las mujeres trabajan en mayor proporción en los sectores más castigados por el virus y realizan con mayor frecuencia actividades informales que quedan fuera del ámbito de los programas de apoyo público. Muchas de ellas tienen además que encargarse del cuidado de niños y ancianos a la vez que tratan de progresar en su carrera.
Esta situación podría, por desgracia, revertir los avances en materia de igualdad que tanto ha costado lograr. No debemos dejar que esto ocurra.
Podemos observar claramente que el impacto económico y social del virus está afectando a las mujeres con especial dureza
Pero también hay esperanza de cambio. Las crisis existenciales alteran nuestra forma de vida y nos hacen replantearnos algunos de nuestros valores. La pandemia no solo nos ha abierto los ojos a las graves debilidades de nuestra sociedad, también nos ha obligado a hacer las cosas de otro modo. Y aquí es donde veo posibilidades de cambiar las cosas para mejor.
Por eso hoy, Día Internacional de la Mujer, les invito a todos ustedes —hombres y mujeres― a desafiar los viejos esquemas y adoptar otros nuevos, más adecuados a nuestras necesidades actuales. Tenemos una enorme tarea por delante, sea en el hogar, en el trabajo o en el liderazgo.
La tarea comienza en el hogar, centro de nuestras vidas durante el confinamiento. La pandemia ha puesto nítidamente de manifiesto el desequilibrio entre mujeres y hombres en el trabajo no remunerado, pero también nos ha demostrado que nuestras parejas pueden dar un paso adelante. En algunas familias, los padres que han tenido que quedarse en casa trabajando o han visto reducidas sus jornadas se han convertido en los cuidadores principales, mientras las madres trabajaban fuera de casa en puestos esenciales.
La pandemia ha puesto nítidamente de manifiesto el desequilibrio entre mujeres y hombres en el trabajo no remunerado
Esta ruptura de las normas tradicionales, si perdurara, liberaría potencial para que las mujeres hicieran realidad sus ambiciones en el trabajo o en su comunidad. Una mayor participación de las mujeres en el trabajo, apoyada por unos adecuados servicios de guarderías públicas y acuerdos de trabajo flexible para hombres y mujeres, sería un importante paso adelante para reducir las diferencias salariales por razón de sexo. En la UE, las mujeres ganan en promedio un 14,1% menos por hora que los hombres. Los niños que crecen hoy en hogares donde las tareas domésticas se reparten más equitativamente también tienen una idea de los roles familiares más equitativa que las generaciones precedentes.
La tarea continúa en el lugar de trabajo. La pandemia también nos ha recordado el importante papel que las mujeres trabajadoras desempeñan en nuestra sociedad. De los aproximadamente 18 millones de trabajadores sociales y sanitarios que existen en la zona del euro, tres cuartas partes son mujeres, proporción similar a la de mujeres en el sector de la educación. Ambos sectores han sido indispensables durante la pandemia. Ahora que hemos entendido el verdadero valor de estos trabajos para la sociedad, deberían ser reconocidos y retribuidos en consecuencia.
Pero también necesitamos más mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. El motivo es que una mayor representación de las mujeres en trabajos mejor pagados reducirá la brecha salarial entre géneros. Además, estos campos son clave para la innovación y fundamentales para la transición hacia una economía más digital y sostenible.
Así que elijamos desafiar los horizontes profesionales establecidos y animemos a las mujeres y a las niñas a progresar donde muy pocas lo han logrado. En el BCE, convocamos hoy por segundo año la beca Women in Economics Scholarship, cuyo objetivo es aumentar la representación, todavía baja, de mujeres en este ámbito.
La tarea continúa en las funciones de liderazgo. La pandemia nos ha demostrado el valor del liderazgo femenino, sobre todo en momentos de crisis. Los estudios realizados durante la pandemia mostraron que las mujeres eran consideradas líderes más eficaces por las personas que trabajaban con ellas. Asimismo, las mujeres en puestos de liderazgo se relacionaban mejor con sus empleados.
Sin embargo, solo el 18,5% de los jefes de Gobierno de la UE son mujeres. Aunque las mujeres representan más de la mitad de la población de la UE (51%), no son más de un tercio de los parlamentarios nacionales. Ninguno de los bancos centrales de la zona del euro, cuyos gobernadores son nombrados por los gobiernos nacionales, está encabezado por una mujer.
Aunque las mujeres representan más de la mitad de la población de la UE (51%), no son más de un tercio de los parlamentarios nacionales
En los consejos de administración de las empresas, la proporción de mujeres es igualmente baja. Apenas el 7,5% de los consejeros delegados de las grandes empresas cotizadas europeas son mujeres.
En el BCE, hemos duplicado con creces la proporción de mujeres en puestos directivos superiores entre 2013 y 2019, y deseamos aumentar esta proporción hasta el 40% antes de 2026.
Así que elijamos desafiar nuestra forma de liderazgo y traigamos más diversidad a nuestras salas de juntas, parlamentos y gobiernos. Compartir las tareas domésticas de manera más equitativa y ampliar los horizontes profesionales de las mujeres las empoderará para que contribuyan aún más a la sociedad, participen en la política y sean la voz de tantos que necesitan ser escuchados.
Tomemos la vía del éxito para que la sociedad que salga de esta pandemia sea más fuerte, más equitativa y más sostenible.
La propagación mundial de la pandemia de covid-19 ha hecho del pasado año un año de sacrificios. Demasiados de entre nosotros perdieron la vida o a seres queridos. Otros lucharon con coraje para sobrevivir, sea física, emocional o financieramente.