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Los beneficios impulsan la inflación

El Gobierno necesita dar una respuesta urgente a este efecto de segunda ronda provocado por los márgenes de beneficio excesivos

Foto: Foto: EFE/Altea Tejido.
Foto: EFE/Altea Tejido.

La importante aceleración de los precios hasta 10,2% anual en el adelantado de junio tiene entre sus desencadenantes un apreciable 'efecto de segunda ronda' con origen en el alza de los márgenes de beneficio empresarial. Un primer indicio de esto es la elevada inflación estructural que ha pasado del entono del 2% a mediados del año pasado a situarse en el 5,5%, mientras que los salarios prácticamente no crecen: un 1,33% de media entre el 2,42% de incremento salarial para los 5,8 millones de trabajadores que ya tienen firmado su convenio colectivo y del 0% para los 4,8 millones que aún no lo han suscrito.

Como didácticamente explicaba el presidente de la Fed, Ben Bernanke, en una de sus comparecencias en el Congreso de los Estados Unidos poco antes de la crisis de las 'hipotecas subprime': "El aumento de los precios de la energía tiene un efecto directo sobre la cesta de la compra de los hogares que se encarece y se suele denominar 'efecto de primera ronda'. A este le pueden seguir efectos indirectos que incrementan la inflación, como que las empresas no energéticas trasladen a precios finales el alza de sus mayores costes energéticos o que los trabajadores exijan mayores aumentos salariales para mantener su poder de compra. Estos efectos indirectos del alza de los precios de las energías sobre el índice general de precios son denominados 'efectos de segunda ronda'. La tasa de inflación general refleja los efectos de primera y segunda ronda, mientras que la tasa de inflación subyacente es un indicador útil de los de segunda, al eliminar los efectos directos de los aumentos en los precios de la energía, así como de los alimentos no elaborados".

Un segundo indicio es la elevadísima contribución de los beneficios empresariales al crecimiento anual del deflactor del PIB en el cuarto trimestre del año pasado y el primer trimestre de éste. El deflactor del PIB refleja la evolución de los precios de consumo e inversión de los bienes y servicios finales producidos en el interior del país. Los beneficios fueron responsables del 106,3% del aumento de los precios en el cuarto trimestre del año pasado y en el primer trimestre de este año son responsables del 83,4% de la subida de precios, ver gráfico nº1. Este es un fenómeno que se está dando en todos los países occidentales por el elevado poder alcanzado por las grandes corporaciones en la fijación de precios de bienes y servicios básico, pero que en España es más intenso que en Europa por la mayor concentración empresarial.

Gráfico nº1

Pero la prueba definitiva de los beneficios como causante de un efecto de segunda ronda que impulsa la espiral de precios la proporciona el fuerte aumento de los márgenes de beneficio empresarial por unidad producida, en particular en algunas ramas de actividad. El margen de beneficios es lo que gana la empresa una vez descontados todos sus costes (energéticos, salariales, resto de materias primas, etc.) por unidad producida (e.g. por litro de gasolina, por KWh, por m3 de gas, por coche producido, por billete de viaje vendido, etc.).

Gráfico nº2

Como se observa en el gráfico nº2, los márgenes de beneficio empresarial por unidad producida en España han estado históricamente por encima de los europeos. Esto es resultado de muchos factores entre los que destaca el desequilibrio en el poder de negociación individual y colectivo en favor de las empresas que, desde mediados de los ochenta, han producido las sucesivas reformas laborales. En particular, las reformas de 2010 y 2012 desnivelaron agudamente la regulación en favor del poder empresarial lo que se tradujo en una fuerte devaluación salarial. Prueba de esto es que el salario que se ganó en 2020 por realizar el mismo trabajo que en 2008 —es decir, 12 años antes—, está un 6,4% por debajo en términos reales, según la última estimación proporcionada por el Índice de Precios del Trabajo del INE.

Gráfico nº3

El excesivo margen de beneficio de las empresas españolas ha permitido que estas acumularan importantes reservas desde 2016, año en que su nivel de endeudamiento se sitúa por debajo de las europeas. Desde entonces, y hasta 2021, las empresas no financieras han acumulado 211.000 millones en reservas que han aparcado en la economía financiera restando posibilidades de crecimiento a la economía real. Las empresas financieras también han atesorado importantes reservas que han empleado, en el caso de los bancos, para comprar autocartera y concentrar el beneficio en un menor número de accionistas, concentrando el poder y restando dinamismo a su transformación tecnológica y a la mejora de sus servicios que, por el contrario, han empeorado y se han encarecido por el aumento de las comisiones. En el último año, los 11 principales bancos elevaron en media un 24% las comisiones de mantenimiento de cuentas. Como se ve en el gráfico nº2, los márgenes empresariales flexionaron a la baja durante la pandemia, pero una vez superada iniciaron una senda alcista, habiendo recuperado en la actualidad su nivel prepandemia y siguiendo por encima de los márgenes europeos.

No todas las ramas de actividad se han aprovechado del rio revuelto y la alta incertidumbre para extraer más renta del bolsillo de los consumidores elevando sus márgenes. Pero entre las actividades donde los márgenes se sitúan por encima de su nivel previo a la pandemia y donde más se han incrementado en el último año destacan el sector energético, financiero y manufacturero. Los márgenes de beneficio de las empresas energéticas por unidad producida se han incrementado un 60,4% en el último año frente a una subida del 46,5% en la eurozona, ver gráfico nº3.

Gráfico nº4

Los márgenes de las empresas financieras se sitúan por encima de las de la eurozona desde finales de 2016, gracias al cierre en el sector de entidades de crédito de sucursales, el recorte de plantillas y subida de comisiones bancarias que ha permitido el regulador público y que ha sido mucho menos intenso en Europa. Este ajuste del empleo ha devenido en un peor servicio en particular para las personas mayores y la España vaciada, y en un aumento, en paralelo, de los beneficios de las entidades de crédito que han registrado cifras récord en el último año. El margen de beneficios por servicio financiero prestado ha subido un 25,7% en el último año mientras que en la eurozona se ha recortado un 0,6%, ver gráfico nº4. Aquí hay que considerar, además, que los bancos operan gracias a la potente concesión pública de poder crear dinero/crédito de la nada, lo que hace más difícil de entender que eleven sus márgenes y no sean a cambio capaces de proporcionar a los usuarios una plataforma de pagos gratuita.

El sector manufacturero también ha aprovechado las situaciones de incertidumbre para elevar márgenes y recuperarse de la rebaja de beneficios durante la pandemia y el confinamiento. En el último año sus márgenes han subido un 7,4% frente al 1,3% en la eurozona, ampliando el diferencial con Europa, ver gráfico nº5.

Gráfico nº5

Gráfico nº6

La agricultura, aunque haya recortado su margen de beneficio en el último año, mantiene una importante diferencia con Europa, como se observa en el gráfico nº6. Esta se explica por las malas condiciones de trabajo y precariedad laboral tradicional en este sector. Un botón de prueba de esto es que todos los años 14.500 españoles participan en la vendimia francesa pero no en la recogida de la fresa en los invernaderos en Andalucía. Mantener estos márgenes exige mantener un flujo constante de inmigrantes sin derechos para los que periódicamente las autoridades habilitan procesos de normalización a cambio de aceptar durante un tiempo más malas condiciones de trabajo.

Las ramas de comercio, transportes y hostelería ya han recuperado sus márgenes de beneficio tras el recorte sufrido durante la pandemia, ver gráfico nº7. En particular, los hosteleros están en un rally de subida de precios para recuperar los beneficios no obtenidos durante el confinamiento y a pesar del importante apoyo público recibido recientemente desde el presupuesto público (cerca de 30.000 millones) y de los hogares (en torno a 9.000 millones en salarios no percibidos) para combatir los efectos de la pandemia o históricamente con los sucesivos planes de modernización del sector turístico financiados por el contribuyente. Sus precios se han incrementado según el IPC un 45,4% en el último año.

Gráfico nº7

El Gobierno necesita dar una respuesta urgente a este efecto de segunda ronda provocado por los márgenes de beneficio excesivos. Una posibilidad que se sigue barajando —recomendada por la Comisión Europea y ya puesta en marcha por algunos países como Francia, Italia o el Reino Unido— es elevar la fiscalidad de las empresas energéticas. Pero como se ha visto el problema transciende ese sector y subir impuestos con el fin de suprimir los beneficios extraordinarios para después transferirlos a los hogares y mantener la demanda es un rodeo innecesario, costoso administrativamente y que no ataja el problema. La subida de impuestos a las grandes empresas hay que hacerla para recuperar los beneficios extraordinarios ya atesorados, pero es el momento de poner en el centro de la política económica el control de precios por ser la solución más efectiva ante la muy preocupante inflación de dos dígitos. Las administraciones públicas lo emplean habitualmente (SMI, precios mínimos para productos agrícolas, máximos para medicamentos y productos sanitarios, vivienda de protección oficial, energías renovables, precios de los alquileres en Cataluña, agua desalada, etc.) y lo han usado recientemente con el tope al gas, bombona de butano, mascarillas, gel hidroalcohólico, test de antígenos y tope al crecimiento en el alquiler de viviendas o locales comerciales, con muy buenos resultados. Las empresas afectadas enarbolaran el peligro de desabastecimiento para conjurarlo, pero la espada de Damocles de la expropiación es un fuerte incentivo para no cabrear más a los ciudadanos y sus representantes gubernamentales.

* Carlos Martín Urriza es director del Gabinete Económico de CCOO y profesor de la UAH.

La importante aceleración de los precios hasta 10,2% anual en el adelantado de junio tiene entre sus desencadenantes un apreciable 'efecto de segunda ronda' con origen en el alza de los márgenes de beneficio empresarial. Un primer indicio de esto es la elevada inflación estructural que ha pasado del entono del 2% a mediados del año pasado a situarse en el 5,5%, mientras que los salarios prácticamente no crecen: un 1,33% de media entre el 2,42% de incremento salarial para los 5,8 millones de trabajadores que ya tienen firmado su convenio colectivo y del 0% para los 4,8 millones que aún no lo han suscrito.

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