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Los desafíos energéticos que vienen en 2024
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Los desafíos energéticos que vienen en 2024

Entre los riesgos y posibles amenazas, destacaría el desarrollo de la fuerza de protección de los buques mercantes que atraviesan el mar Rojo y se ven atacados por las fuerzas hutíes

Foto: Vista de la planta de Mugardos de Reganosa, en la ría de Ferrol, que acoge barcos metaneros que realizan la descarga de gas natural licuado. (EFE/Kiko Delgado)
Vista de la planta de Mugardos de Reganosa, en la ría de Ferrol, que acoge barcos metaneros que realizan la descarga de gas natural licuado. (EFE/Kiko Delgado)

Nuevos retos y oportunidades se presentarán en 2024 en relación con el suministro energético en todo el mundo. Entre los riesgos y posibles amenazas, destacaría el desarrollo de la fuerza de protección de los buques mercantes que atraviesan el mar Rojo y se ven atacados por las fuerzas hutíes, que, al estar apoyadas por Irán, amenazan con escalar el conflicto actual entre Hamás e Israel hasta un conflicto regional. Si se diera tal circunstancia las tendencias inflacionarias globales pueden crecer, por la inestabilidad en el nudo comercial del Canal de Suez junto a la evolución del Canal de Panamá.

Y si de cara al próximo invierno 2024-2025, se produce el fin del acuerdo de tránsito de gas desde Rusia a través de Ucrania, el flujo que algunos países del centro de Europa sin salida al mar siguen recibiendo finalizaría, por lo que un alza de los precios de la energía es previsible.

Además, las elecciones en Estados Unidos pueden entrañar riesgos para la seguridad energética; si de los resultados se deriva un nuevo ejecutivo que priorice una política aislacionista, podría dejarnos a los socios europeos sin el principal apoyo en la superación de la crisis energética vivida en 2022.

Si este contexto acaba por hacerse realidad, las previsiones macroeconómicas indicarían un estancamiento, con reducción de la demanda energética en el sector industrial europeo. Sus precios siguen siendo elevados, lo que derivaría en una destrucción de la actividad y una pérdida de la competitividad en el sector.

Foto: Una torreta eléctrica. (EFE/Eliseo Trigo)

Por parte europea, el año vendrá determinado por cuestiones como las medidas para la aceleración de las energías renovables, la construcción de terminales para la recepción de gas natural licuado, la preparación para la llegada del hidrógeno, así como la apuesta por la mejora de las interconexiones o el desarrollo del almacenamiento. Los avances que se puedan realizar en materia de digitalización de las redes de transporte de energía y la incorporación de la inteligencia artificial, pueden suponer un enorme salto cualitativo para la gestión de redes, la anticipación de picos en la demanda y la previsión y anticipación de necesidades de suministro.

Desde una perspectiva más centrada en la regulación en Europa, las elecciones de junio al Parlamento Europeo abrirán la posibilidad de contar con un nuevo legislador. Con una mayoría, aún en parte de izquierda, se prevé el avance de las posiciones conservadoras a la derecha del Partido Popular Europeo, sobre todo en materia ambiental. Estas tendencias se acentúan en una sociedad que está dividida por el dilema de las respuestas a la situación de crisis climática, pero que no quiere soportar los costes de la transición verde.

Foto: Ilustración: Marina G. Ortega.
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En este contexto, caben esperar avances durante este primer trimestre del año, en diversas iniciativas como la Net Zero Industry Act, actualmente en trílogo y que deberá apoyar las inversiones en tecnologías que permitan descarbonizar la economía, o la Critical Raw Materials Act, así como dar salida a dos documentos no legislativos de importancia. El primero de ellos, el de resiliencia hídrica de la Unión, que deberá aportar las herramientas necesarias para encontrar el equilibrio para la disponibilidad de agua. Recurso que es clave tanto para las personas, como para la industria en general, y en particular, para el desarrollo de proyectos de hidrógeno en un entorno altamente estresado hídricamente, como son los países ribereños del mediterráneo, y en particular, España. El segundo, es el documento no legislativo sobre los objetivos climáticos europeos para 2040 y la forma de alcanzarlos.

Como conclusión, pueden agruparse cuatro grandes tendencias para este 2024:

La primera, la mejora de la competitividad europea pasará por el desarrollo de las energías renovables y por mantener una fiscalidad verde que apoye a las industrias para hacer su transformación hacia la descarbonización más fácil. El desarrollo de la autonomía estratégica abierta será una de las claves para este periodo.

Foto: 15 de los 27 países de la Unión Europea gastan más en subvencionar combustibles fósiles que a actuaciones ecológicas. (Reuters)

En segundo lugar, el mercado del gas seguirá sujeto a tensiones por las posibilidades de una escalada en el conflicto en Oriente Medio y, a finales de año, por el potencial fin del tránsito del gas ruso a través de Ucrania; la competencia a nivel global, por la elevada demanda y pocos proyectos nuevos de GNL que entren en servicio este año, agravará esta tensión.

Otra tendencia para 2024 será el refuerzo de las inversiones, tanto en mejoras de la red de transporte de energía, como en la capacidad de almacenamiento: dos de los elementos principales para desarrollar la transición energética para una economía baja en carbono.

Por último, continuarán los debates sobre el futuro mercado del hidrógeno, así como de sus posibilidades, que actualmente enfrentan a los que quieren un uso extensivo de este gas para la descarbonización de la economía, y los que lo quieren limitar a los usos a los que la electrificación no conseguirá dar respuesta.

*Miguel Ferre. Senior Partner de Asuntos Públicos y Sostenibilidad de Kreab.

Nuevos retos y oportunidades se presentarán en 2024 en relación con el suministro energético en todo el mundo. Entre los riesgos y posibles amenazas, destacaría el desarrollo de la fuerza de protección de los buques mercantes que atraviesan el mar Rojo y se ven atacados por las fuerzas hutíes, que, al estar apoyadas por Irán, amenazan con escalar el conflicto actual entre Hamás e Israel hasta un conflicto regional. Si se diera tal circunstancia las tendencias inflacionarias globales pueden crecer, por la inestabilidad en el nudo comercial del Canal de Suez junto a la evolución del Canal de Panamá.

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