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Guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea: se debe y se puede evitar
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Lucía Pérez

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Guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea: se debe y se puede evitar

EEUU está demostrando que es propicia a negociar cuestiones de diferente contenido mezclándolas con temas arancelarios. Por tanto, es importante que nuestras autoridades consideren usar otras herramientas negociadoras para evitar una guerra comercial

Foto: El presidente Donald Trump habla tras una reunión bilateral con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (Reuters)
El presidente Donald Trump habla tras una reunión bilateral con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (Reuters)

La amenaza de imposición de aranceles a productos de España y de la UE por parte del gobierno de Estados Unidos es una mala noticia. ¿Debería la UE adoptar una estrategia de represalias comerciales, subiendo aranceles a los productos americanos? La respuesta debe ser NO, puesto que podría desembocar en una guerra comercial cuyo resultado, seguro, será siempre negativo tanto para nosotros como para ellos. Una guerra arancelaria entre ambos bloques disminuirá nuestras exportaciones, pudiendo provocar una recesión económica en la UE, que es el principal cliente de España. ¿Es posible evitar una guerra comercial entre ambos? La respuesta es afirmativa. Hay otros temas con los que negociar.

Veamos primero cual es la situación de las relaciones comerciales bilaterales. Estados Unidos es el principal cliente de la UE y viceversa. Además, la UE es su principal proveedor. Según Eurostat, las exportaciones de bienes de la UE a Norteamérica alcanzaron 503.000 millones de euros en el año 2023 (último año para el que se dispone de datos completos) y nuestras importaciones de bienes norteamericanos han llegado a 347.000 millones. Cabe señalar que nuestras compras de productos de Estados Unidos han crecido un 48% desde la pandemia, mientras que nuestras exportaciones a ese país solo lo han hecho un 31%. El déficit comercial que soporta Estados Unidos, 157.000 millones de euros, se explica casi en su totalidad por los superávits que mantienen en sus relaciones bilaterales Alemania (€ 85.000 millones) e Italia (€ 42.000 millones). Otros países de la UE, como Francia, tienen la balanza casi equilibrada, mientras que España cuenta con un déficit con Estados Unidos de € 10.000 millones.

En servicios, por el contrario, la UE tiene un importante déficit con Estados Unidos, que alcanzó los €108.000 millones el año 2023 según Eurostat. A Estados Unidos parece que lo que le interesa son los bienes, sobre los que cuelga su amenaza de imposición de aranceles. Entonces, ¿con qué herramientas contamos para esta posible negociación? La reacción de la Presidenta de la Comisión al anuncio del Presidente Trump de imponer aranceles recíprocos, ha sido la de proclamar sin titubeos su intención de aplicar represalias comerciales. Pero ¿es acaso la única respuesta posible ante el anuncio de Trump? Este tipo de preguntas son las que deberíamos hacernos los europeos.

Las autoridades europeas tienen competencia exclusiva sobre la política comercial de los 27 países de la UE y, por tanto, sobre los aranceles. Pero, además, tenemos el “EU Anticoertion Instrument”, una herramienta, aprobada en 2023, que habilita a la UE a adoptar represalias muy duras contra países que nos impongan restricciones comerciales ilícitas limitando nuestras importaciones de servicios de ese país, restringiendo los derechos de propiedad intelectual, o limitando la participación de sus empresas en contratos públicos, entre otros ejemplos. Lo deseable, sin embargo, es que no se utilice este “instrumento”, pues podría agravar una hipotética guerra comercial.

Foto: Maros Sefcovic, comisario de Comercio. (Reuters/Johanna Geron)

Estados Unidos está amenazando a diversos países con aranceles (es decir, una herramienta comercial) para conseguir objetivos de carácter político y no comercial como, por ejemplo, la repatriación de inmigrantes ilegales, el tráfico de drogas como el fentanilo, o concesiones en el Canal de Panamá, lo que indica que nuestro socio transatlántico está abierto a negociar otros temas a cambio de aranceles.

La UE tiene otras competencias que podría usar para evitar una guerra arancelaria e incluso aprovechar el viaje para reforzar el vínculo Atlantista: Como se suele decir, hacer de necesidad virtud…

  • En lugar de subir aranceles, bajarlos. Hay productos en los que el arancel que aplica la UE es superior al que tiene en vigor EEUU para los nuestros. Por ejemplo, en los coches (10% frente 2%), en el calzado deportivo (16,9% frente al 10,5%) o en plásticos (6,5% frente al 3%).
  • Suavizar las sanciones de la Comisión Europea a empresas norteamericanas por abusos de posición dominante. Se han impuesto multas multimillonarias a empresas de ese país, sobre todo en el sector tecnológico (por ejemplo, en teléfonos móviles o información en la nube) donde apenas hay competencia por parte de empresas europeas.
  • Simplificar, o revisar conjuntamente, la regulación de la Inteligencia Artificial en Europa que puede limitar la capacidad de las empresas norteamericanas para competir, y que las propias empresas europeas se quejan de que desincentiva la investigación y su adopción. Desarrollemos la IA juntos y acordemos las restricciones a su uso para limitar así los riesgos de su utilización indebida.
  • Agilizar la simplificación administrativa y la desregulación en Europa, como ha anunciado recientemente la Presidenta de la Comisión en el “Competitive Compass for the UE”. Un verdadero mercado único facilitaría que las empresas norteamericanas, ypor supuesto las europeas, pudieran tener mayores tasas de crecimiento.

Pero hay muchas competencias en políticas públicas, que son de especial interés para nuestro socio transatlántico, que son potestad exclusiva de cada uno de los 27 países miembros. No debemos olvidar que Estados Unidos puede imponer aranceles a los países, no a la UE en su conjunto. Es decir, el arancel que aplique Estados Unidos a un producto español puede ser diferente del que aplique a ese mismo producto procedente de Italia. Veamos algunas de estas competencias nacionales.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (REUTERS/Stephanie Lecocq)
  • Digital tax, que afecta especialmente a empresas norteamericanas. Este impuesto se aplica en Francia, Italia, Alemania y España.
  • Aumentar las compras de gas licuado de Estados Unidos, en detrimento de otros proveedores mundiales.
  • Compra de material de defensa norteamericano, en lugar de importarlo de otros países como Corea.

En el caso de España, además, hay otros 2 temas específicos que pueden ayudarnos a negociar bilateralmente con Estados Unidos. Se podría evitar que España se vea especialmente desfavorecida en el caso de una guerra arancelaria.

  • Aumentar el gasto en defensa. España es el país de la OTAN que gasta menos en defensa como proporción a su PIB. Es perfectamente posible asumir, frente al gobierno norteamericano, un rápido aumento del gasto para situarnos al nivel del resto de los países miembros de la Alianza Atlántica.
  • Poner en valor la Base Naval de Rota. Esta instalación militar norteamericana, que es la mayor de Europa, es clave para la estrategia de Estados Unidos por su proximidad al Estrecho de Gibraltar. España ha demostrado su compromiso con ese país durante varias décadas al mantener la base y seguirá facilitando su uso por parte de nuestro socio de esta importante instalación militar.

Solo estas dos bazas importantes de negociación bilateral nos ayudarían además a que se nos considere un socio Atlantista sólido.

Como mencionábamos anteriormente, una guerra comercial entre ambos bloques será perjudicial para ambos. La nueva Administración de Estados Unidos está demostrando que es propicia a negociar cuestiones de diferente contenido mezclándolas con temas arancelarios. Por tanto, es importante que nuestras autoridades, tanto en Bruselas como en Madrid, consideren usar otras herramientas negociadoras para evitar una guerra comercial con nuestro socio del otro lado del Atlántico, cuyos efectos pueden ser muy perjudiciales para España. Tenemos los instrumentos para lograrlo y aprovechar una crisis en nuestras relaciones para que éstas salgan reforzadas.

La amenaza de imposición de aranceles a productos de España y de la UE por parte del gobierno de Estados Unidos es una mala noticia. ¿Debería la UE adoptar una estrategia de represalias comerciales, subiendo aranceles a los productos americanos? La respuesta debe ser NO, puesto que podría desembocar en una guerra comercial cuyo resultado, seguro, será siempre negativo tanto para nosotros como para ellos. Una guerra arancelaria entre ambos bloques disminuirá nuestras exportaciones, pudiendo provocar una recesión económica en la UE, que es el principal cliente de España. ¿Es posible evitar una guerra comercial entre ambos? La respuesta es afirmativa. Hay otros temas con los que negociar.

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