Es noticia
¿Eres perfeccionista? Por qué tienes que dejar de serlo
  1. Empresas
  2. Promising Women
Sylvia Jarabo

Promising Women

Por

¿Eres perfeccionista? Por qué tienes que dejar de serlo

El perfeccionismo, en contra de lo que podría parecer, nos tiene aprisionados en nuestro entorno habitual de lo que hacemos bien y nos impide lanzarnos hacia nuevas metas y tomar retos

Foto: Imagen de 3D Animation Production Company en Pixabay.
Imagen de 3D Animation Production Company en Pixabay.

Falta poco para que termine tu entrevista. Todavía te notas la espalda un poco rígida, pero has pasado ya casi todas las preguntas difíciles y piensas que lo estás haciendo bien. El entrevistador mira sus notas, se lleva el bolígrafo a la boca pensativo y tras unos segundos te pide que le comentes cuáles son tus principales puntos de mejora. Ah, entonces tú sonríes confiada, porque piensas que esta pregunta te la sabes bien. Y dices con desparpajo: “Bueno, quizá que soy perfeccionista: miro mucho el detalle y necesito que las cosas que hago me salgan muy bien. Eso me lleva a que a veces trabajo de más para sacar los temas o que me lleven un poco más de tiempo”. Y piensas que la has clavado, porque has dado con un concepto que podría considerarse como un defecto menor, pero que en realidad no lo es, porque te lleva a hacer muy buenos productos, si bien con un pequeño coste.

O no.

Si tu entrevistador tiene algún conocimiento sobre las ciencias del comportamiento, te acaba de poner un gran punto negro en tu entrevista. Yo te lo pondría. Aunque siempre esa es mejor respuesta que la que obtuve una vez de una chica a la que entrevisté, cuya respuesta a esa misma pregunta, después de mirar al techo para inspirarse, fue: “Ninguno. No tengo ninguna área de mejora”. El colmo de la perfección. En fin, pues no la contraté.

¿Qué es el perfeccionismo? El perfeccionismo es “la tendencia a exigir de los demás o de uno mismo un nivel extremadamente alto”

¿Qué es el perfeccionismo, realmente? El DRAE nos da una buena pista: “Tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado”. En una definición más técnica, la Asociación Estadounidense de Psicología nos dice que el perfeccionismo es “la tendencia a exigir de los demás o de uno mismo un nivel extremadamente alto, o incluso sin defectos, de rendimiento, de forma excesiva sobre lo que requiere la situación”.

Existen muchos tipos de perfeccionismo. Es interesante la clasificación realizada por los psicólogos T. Curran, de la Universidad de Bath, y A. Hill, de la Universidad St. John de York, en su estudio de 2018, según el que citan tres tipos: perfeccionismo personal, o la autoimposición de un deseo irrealista de ser perfecto; perfeccionismo ajeno, o la imposición de estándares irrealistas de perfección sobre los demás, y perfeccionismo de prescripción social, o la percepción de expectativas excesivas o irrealistas de los demás sobre nosotros mismos. En este estudio, realizado sobre 41.000 estudiantes en EEUU, Canadá y Reino Unido desde 1989 hasta 2016, encontraron que el perfeccionismo personal había aumentado en un 10%, el ajeno en un 16% y el social en un 33%. Es una tendencia que no hace sino aumentar.

¿Pero por qué es malo el perfeccionismo? Si pudiéramos tenerlo bajo control, el perfeccionismo nos ayudaría, y mucho

¿Pero por qué es malo el perfeccionismo? Si pudiéramos tenerlo bajo control, el perfeccionismo nos ayudaría, y mucho: nos hace estar más preparados, empujar hacia altos estándares de rendimiento o dar lo mejor de nosotros mismos. Pero el perfeccionismo tiene una cara oculta, sigilosa y destructiva.

Es tu perfeccionismo el que te impide salir de tu zona de confort. El que te susurra que no te embarques en ese proyecto, porque tú no conoces bien este tema y no vas a poder hacerlo perfecto. El que te dice que no hagas esta intervención, porque no estás segura de que tenga sentido y tú tienes que hacerlo todo bien. El que te dice que no te pongas a bailar, practicar ese deporte o hacer esa actividad porque no lo haces todo lo bien que quisieras, y tú en el fondo lo tienes que hacer todo perfecto.

Foto: Hay que aprender a tomar el éxito con cautela. (iStock)

Ese perfeccionismo no te deja avanzar. Te tiene agarrada en lo que sabes hacer y no te permite buscar nuevos retos, acometer nuevos proyectos y crecer más allá de lo que ya dominas. Y no solo te ataca a ti, sino también a tus equipos y la gente que trabaja contigo. Tu afán de perfeccionismo les agobia, les agota y les lleva a pensar que no confías en ellos, porque tienes que revisarlo todo y asegurarte de que está, pues eso, 'perfecto'. Así nos habla el conocido 'coach' Marshall Goldsmith, en su libro de 2018 con Sally Helgesen, 'How Women Rise' ('Cómo suben las mujeres'). Allí describen “la trampa de la perfección” y nos revelan que a medida que eres más sénior en la empresa, menos te ayuda este comportamiento, pues no puedes perderte en los detalles, tienes que delegar mucho más, supervisas multitud de actividades y no podrás seguir siendo perfeccionista y alcanzar el éxito.

Ese perfeccionismo no te deja avanzar. Te tiene agarrada en lo que sabes hacer y no te permite crecer más allá de lo que ya dominas

Pero hay algo más negro aún en el perfeccionismo. ¿Cuál es el porqué último de tu búsqueda de perfección? Si buceas suficientemente profundo, probablemente darás con esa explicación que no queremos oír: la falta de confianza. Sin suficiente confianza en una misma, tenemos que hacerlo todo bien, todo perfecto, pues de lo contrario podemos fracasar. Y esa sí es la palabra que nunca queremos oír.

Existe incontable material sobre la rémora del perfeccionismo, pero me gustaría mencionar a Reshma Saujani, la fundadora y CEO de Girls Who Code, quien después de su inspiradora charla en TED Talks que puedes ver aquí, escribió a continuación el libro 'Brave, not perfect' ('Valiente, no perfecta') en 2019. En él, nos urge a todas las mujeres a “temer menos, fallar más y vivir más valientemente”. Te recomiendo su charla y su libro, si sientes que tu perfeccionismo a veces te ahoga o te tiene presa en lo que sabes hacer.

Yo misma no puedo confesarme libre de este defecto. Me gusta hacer las cosas bien, y si no perfectas, de muy alta calidad, y muchas veces tengo dudas de si es suficiente. Pero intento que no me detenga para lanzarme a realizar cosas nuevas, aunque no las controle. Y lucho por salir de mi zona de confort para continuar creciendo profesional y personalmente.

Esto es lo que te animo a hacer: sal de tu cascarón de perfección. Empieza a ser un poco imperfecta, incluso de manera consciente

Esto es lo que te animo a hacer: sal de tu cascarón de perfección. Empieza a ser un poco imperfecta, incluso de manera consciente. Si un día la comida no te sale bien, no es el fin del mundo. Si el 'e-mail' sale con un par de 'typos', no pasa nada. Si tu pregunta no ha sido la mejor, por lo menos te atreviste a hacerla. Si tu informe no está perfecto, pero tiene ideas brillantes, es lo mejor que podías haber hecho. Busca la excelencia si quieres, pero no la perfección. Sé más valiente y atrévete a equivocarte: todo este aprendizaje conduce a que cada vez tendrás más arrestos, más capacidad de enfrentarte a lo que no controlas y entender que no puedes ser siempre perfecta, ni los demás esperan que lo seas.

Así que ya sabes, si en la próxima entrevista te preguntan cuáles son tus puntos de mejora más importantes y quieres sacar tu perfeccionismo a colación, añade que, aunque seas perfeccionista, eso no te para: si bien lo desconocido o nuevo te puede inspirar respeto, tú eres capaz de ir a por lo que se te ponga por delante.

Falta poco para que termine tu entrevista. Todavía te notas la espalda un poco rígida, pero has pasado ya casi todas las preguntas difíciles y piensas que lo estás haciendo bien. El entrevistador mira sus notas, se lleva el bolígrafo a la boca pensativo y tras unos segundos te pide que le comentes cuáles son tus principales puntos de mejora. Ah, entonces tú sonríes confiada, porque piensas que esta pregunta te la sabes bien. Y dices con desparpajo: “Bueno, quizá que soy perfeccionista: miro mucho el detalle y necesito que las cosas que hago me salgan muy bien. Eso me lleva a que a veces trabajo de más para sacar los temas o que me lleven un poco más de tiempo”. Y piensas que la has clavado, porque has dado con un concepto que podría considerarse como un defecto menor, pero que en realidad no lo es, porque te lleva a hacer muy buenos productos, si bien con un pequeño coste.

Trabajo