Es noticia
¡Era la economía, estúpidos!
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

¡Era la economía, estúpidos!

Carece de interés lo que este lunes ocurra en sede política y judicial porque viene envuelto en un intrascendente quinielismo

Foto: Dos hombres con coronas de papel y una estelada a la espalda participan en una manifestación a favor de la independencia. (Reuters)
Dos hombres con coronas de papel y una estelada a la espalda participan en una manifestación a favor de la independencia. (Reuters)

Estando en Cartagena de Indias siguiendo la huella de Gabo, como es el caso, es inevitable apropiarse de la referencia de Borrell al realismo mágico para caracterizar el fallido golpe del nacionalismo catalán. Tan inevitable como acordarse de James Carville, el asesor de Bill Clinton que hizo famoso aquel “it’s the economy, stupid!”.

En cualquier caso, eso no deroga la crudeza de los hechos reales siempre reñidos con la demagogia y los juegos de palabras. Nada tiene que ver con el realismo mágico lo que hoy puede salir de la Audiencia Nacional (el 'major' de los Mossos, Trapero, además de 'los Jordis' de las asociaciones independentistas, empapelado por sedición) o del despacho de Puigdemont (la pelota política está en su tejado). Y tampoco va a marcar el desenlace del conflicto.

Poca curiosidad, ningún miedo, ninguna preocupación y ningún morbo, a lo que diga o deje de decir, haga o deje de hacer el 'president'

Carece de interés lo que este lunes ocurra en sede política y judicial porque viene envuelto en un intrascendente quinielismo, mientras los focos políticos y mediáticos se concentran en iluminar las causas del nuevo e histórico gatillazo del nacionalismo catalán.

Poca curiosidad, ningún miedo, ninguna preocupación y ningún morbo, a lo que diga o deje de decir, haga o deje de hacer el presidente de la Generalitat. La respuesta al desdoblado ultimátum de Moncloa (hoy el primero y el jueves el último) ya no va a determinar un desenlace diferente.

Por eso sostengo que, descontado el fracaso del 'procés', a los analistas solo les importa indagar en las causas y explicarlas. A saber: aislamiento internacional, fractura del bloque independentista, fuga del poder económico y cierre de filas de los partidos constitucionalistas.

A los analistas solo les importan las causas: aislamiento internacional, fractura del bloque independentista y fuga del poder económico

Todo eso ha conspirado contra las absurdas esperanzas del soberanismo catalán, pero el factor determinante ha sido el económico.

Tanto éxito tuvo la explotación de las imágenes del 1 de octubre, anunciadoras de una España represora y antidemocrática, que en los centros de decisión del globalizado poder económico y financiero cundió el pánico. Y, en vez de deprimirse por tan descaradas violaciones de los derechos humanos, se pusieron en guardia activa frente a la inseguridad que transmitían las imágenes aireadas por el nacionalismo con un entusiasmo digno de mejor causa.

Para esos poderes ninguna causa más noble que la lucha contra la inseguridad jurídica, que es el cáncer de la economía. A los impulsores del bloque independentista ese detalle se les pasó por alto. Y, sin quererlo, el uso y el abuso del recurso a la supuesta política represiva del Gobierno Rajoy acabó teniendo efectos contrarios.

Estando en Cartagena de Indias siguiendo la huella de Gabo, como es el caso, es inevitable apropiarse de la referencia de Borrell al realismo mágico para caracterizar el fallido golpe del nacionalismo catalán. Tan inevitable como acordarse de James Carville, el asesor de Bill Clinton que hizo famoso aquel “it’s the economy, stupid!”.

Empresas