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Y el ganador del Mundial es Qatar

Argentina se impuso a Francia por penaltis, pero el verdadero ganador del Mundial ha sido su organizador, el Estado teocrático de Qatar

Foto: El emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, junto a Infantino y Macron. (EFE/Ronald Wittek)
El emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, junto a Infantino y Macron. (EFE/Ronald Wittek)
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Argentina se impuso a Francia por penaltis, pero el verdadero ganador del Mundial ha sido su organizador, el Estado teocrático de Qatar, después de hacerse visible en el campo de las relaciones internacionales. Le ha salido rentable su exposición al mundo. Superó sus problemas de régimen reñido con el respeto a los derechos humanos, consiguió que la nube negra de los sobornos se perdiera en la polvareda y sobrevivió, en fin, a los escándalos de corrupción en la FIFA que estuvieron detrás de su designación como sede del Mundial 22.

Total, para llegar a una final en la que sus dos protagonistas, Lionel Messi y Kylian Mbappé, trabajan a sueldo del Estado catarí, dueño y señor del Paris Saint-Germain (PSG) mediante una sociedad interpuesta. Responde al nombre de Qatar Sports Investments y es una pieza más de la gran operación de relaciones públicas del emirato, lo mismo que la cadena de televisión Al Jazeera, Qatar Airways y, por supuesto, el Mundial clausurado ayer.

Foto: Congreso de los Diputados. (EFE/Kiko Huesca) Opinión

Atrás queda su señalamiento como país cómplice del terrorismo de inspiración iraní, cuando una parte del mundo islámico rompió relaciones con Qatar en 2017 (Arabia Saudí, Egipto, Yemen, Baréin...), aunque se recompusieron en 2021. También parece que ha pasado mucho tiempo desde que la organización ahogó con amenazas de tarjeta roja a las selecciones que quisieron denunciar los atropellos de los derechos humanos en un país que organizó un Mundial de fútbol en medio del desierto, siendo analfabeto en esta práctica deportiva. La cosa no pasó del tapado de la boca de los jugadores alemanes en señal de protesta por las censuras al brazalete donde se criminaliza la homosexualidad y la libertad de expresión.

El “ven y cuéntalo” no ha funcionado. Nos lo temíamos después de escuchar la doctrina del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, según la cual "Qatar respeta los derechos humanos a su manera". Lo que han funcionado son las invitaciones a separar las cuestiones extradeportivas del mero desarrollo de la competición. Se entiende cuando el poderoso caballero, don dinero, impone su ley. Nadie quiere llevarse mal con quienes, en nombre de sus formidables posesiones (gas y petróleo, sobre todo gas), han aprendido a manejar los más persuasivos argumentos como intermediarios del mundo islámico con Occidente.

Foto: Eva Kaili. (Reuters/EP) Opinión
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No tengo noticia de que a nadie se le haya caído la cara de vergüenza por haber estado más pendientes de los quiebros de Messi y Mbappé que por las recientes ejecuciones en Irán. Y por una muy especial que está por venir. Mientras Messi frotaba la lámpara, un compañero de oficio contaba las horas hasta su ejecución por expresarse en favor de las mujeres esclavizadas en Irán.

También eso me lleva a levantar acta de que el Mundial lo gana un Estado cómplice del régimen de los ayatolas de Irán. De lo mayor a lo menor. Lo gana la operación blanqueo de una monarquía absoluta y lo pierde la causa de la dignidad humana que aquí y ahora se encarna en un futbolista iraní. Se llama Amir Nasr Azadani, tiene 27 años y está condenado a muerte por “enemistad con Dios”.

Ante la indiferencia de sus colegas argentinos y franceses, que ayer disputaron la final en el terreno deportivo, y con el silencio cómplice de la FIFA, Amir va a ser colgado de una grúa en público, si alguien no lo remedia, por haberse mostrado solidario con las mujeres iraníes, que viven socialmente tan reprimidas como las cataríes. Ni media palabra en los ceremoniales de la final, en un país que, al igual que Qatar, viola los derechos humanos en nombre de Dios.

Argentina se impuso a Francia por penaltis, pero el verdadero ganador del Mundial ha sido su organizador, el Estado teocrático de Qatar, después de hacerse visible en el campo de las relaciones internacionales. Le ha salido rentable su exposición al mundo. Superó sus problemas de régimen reñido con el respeto a los derechos humanos, consiguió que la nube negra de los sobornos se perdiera en la polvareda y sobrevivió, en fin, a los escándalos de corrupción en la FIFA que estuvieron detrás de su designación como sede del Mundial 22.

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