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El secreto está en la almohada

Haga lo que haga hoy, se acelera la cuenta atrás de Sánchez. Si renuncia, por irresponsable. Si sigue, por chantajista

Foto: Manifestantes en Valencia a favor de Sánchez. (EFE/Manuel Bruque)
Manifestantes en Valencia a favor de Sánchez. (EFE/Manuel Bruque)
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Con los ministros, los órganos del PSOE, el Parlamento y el resto de las instituciones a verlas venir, en el día de hoy, 29 de abril —San Pedro Mártir, en el calendario cristiano— el presidente del Gobierno dirá si va a dimitir, como le pide su alma resentida, o va a continuar, como le imploran sus seguidores.

Presentarse ante los ciudadanos como el lobito bueno al que maltrataban todos los corderos —grande José Agustín Goytisolo— no cuela. A partir de hoy se acelera la cuenta atrás de su mandato. Si renuncia, por irresponsable. Desestabilizaría el sistema y dejaría un PSOE desangrado. Si sigue, por chantajista. Quedaría clara su maniobra plebiscitaria.

No nos cuesta razonar lo uno y lo otro a quienes, antes del "caso Begoña", ya veníamos diciendo que Sánchez está en tiempo de descuento. Por lo que sabíamos y por lo que podremos saber antes o después, aunque de momento siga bajo la línea de flotación. Algo de mayor alcance que una operación de acoso y derribo de la derecha o el contratiempo judicial de su esposa.

A la hora de entregar este comentario nadie parece saber lo que ha decidido en singular diálogo con la almohada compartida. Cuesta sobreponerse al historial de un personaje aferrado al poder como los moluscos a la roca.

No se sabe lo que hará, pero cuesta sobreponerse al historial de un personaje que se aferra al poder como los moluscos a la roca

Si canjeó su continuidad en la Moncloa por siete escaños subversivos del orden constitucional, no se entendería que quiera irse solo porque la "jauría derechista" ataca a su familia y a "lo que represento".

En esa perspectiva tiene poca lógica en una eventual renuncia al cargo. No hace ni un mes Sánchez iba por la vida pregonando que agotaría la Legislatura y que a Feijóo se le iba a hacer muy larga. Así que resulta poco creíble imaginarlo con la cintura rota porque un juez abre diligencias sobre las actividades profesionales de su mujer —la de Sánchez, no la del juez Peinado—.

Si dimite, se le reprochará haber dinamitado el orden institucional y dejar un partido descapitalizado por su hiperliderazgo

Claro que si decide continuar siempre le perseguirá el pecado mortal de haber alterado gravemente el funcionamiento del Estado en defensa de una causa privada. Por el contrario, optar por el "ahí os quedáis" nunca le libraría de un severo reproche: haber puesto una bomba en las bases del orden institucional y dejar un partido descapitalizado en aras de un hiperliderazgo con pies de barro.

Entonces, si se produce el mutis, resultaría que no le importaba tanto como decía eso de frenar a la ultraderecha, luchar por la igualdad, resolver el problema de la vivienda o parar la guerra en Gaza, sino colmar sus inclinaciones populistas.

No hay manera de empatizar con los motivos de Sánchez. No se justifican si son políticos porque generan problemas de mayor cuantía. Se pueden comprender si son emocionales, en solidaridad con su esposa.

Foto: Pedro Sánchez, saliendo del Congreso. (Europa Press/Jesús Hellín)

Compadecerse de la persona que sufre por amor es asumir el factor humano de este lance raro, raro. Pero también significa asumir su incapacidad para ejercer el cargo público que ocupa por mandato del pueblo soberano.

El timón de la gobernación de un Estado no puede estar en manos de alguien tan vulnerable a los contratiempos emocionales.

Con los ministros, los órganos del PSOE, el Parlamento y el resto de las instituciones a verlas venir, en el día de hoy, 29 de abril —San Pedro Mártir, en el calendario cristiano— el presidente del Gobierno dirá si va a dimitir, como le pide su alma resentida, o va a continuar, como le imploran sus seguidores.

Pedro Sánchez PSOE
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