Efecto Perelló: un CGPJ libre de sanchismo

Habemus fin del culebrón de un largo lustro de lamentable vacío en la cúpula del Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Supremo. Ya tenemos cara visible de uno de los tres poderes del Estado. Personalizada en este caso por la magistrada Isabel Perelló. Bienvenida.

Y no tanto por ser mujer. También por eso, como todos hemos destacado, empezando por ella misma con ocasión de la solemne apertura del Año Judicial. Pero, sobre todo, porque cancela por ahora (algunos daños van a ser de muy difícil reparación) un bochornoso y autodestructivo comportamiento del PSOE y el PP, incluida la insensata incomunicación entre Sánchez y Feijóo, siempre con tendencia rivalizar en la trastienda de los dos otros dos poderes, el Ejecutivo y el Legislativo.

No había precedente en la historia de esta alta dignidad (cuarta autoridad del Estado), que hunde sus raíces en la creación del Tribunal Supremo en la Constitución de Cádiz, promulgada y jurada en 1812. La propia Perelló se lo ha tomado como un reconocimiento a la condición femenina, ya mayoritaria en el muy cualificado estamento de la Judicatura.

Lo más relevante, con serlo y mucho, no es que el puesto lo ocupe una mujer, sino que por fin se desatasca el normal funcionamiento de la Administración de Justicia, que estaba renqueante por el exagerado número de vacantes en más de un centenar de tribunales y órganos de distinta planta, incluido el mismo Tribunal Supremo. La presidenta promete gestionar la cobertura de dichas vacantes con "rigor y transparencia".

En el nombramiento de Perelló los líderes políticos han influido menos que los 20 jueces y juristas de reconocido prestigio del CGPJ

Otro motivo de satisfacción es que en el salto de Perelló los líderes políticos han influido menos que los veinte jueces y juristas de reconocido prestigio que forman el CGPJ. Es entre ellos mismos donde se ha forjado el consenso transversal que ha hecho posible el nombramiento.

Eureka, un consenso entre los de sensibilidad "progresista" y los de sensibilidad "conservadora", a partir de una propuesta del "bando" contrario (a la "progresista" Isabel Perelló la propuso el conservador José Antonio Montero).

Opinión

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Un especial motivo de celebración reina entre los muy cafeteros de la política nacional: el perfil de Isabel Perelló no encaje en la malsana tendencia política y mediática a confundir progresismo con sanchismo. Llamaré "efecto Perelló" a este vector del análisis. Consiste en profesar ideas de izquierda, moderada en este caso, sin correr el riesgo de que te confundan con la inconsistente pero utilitaria hoja de ruta del todavía presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

¿Quién entre quienes andamos en el seguimiento habitual de la reyerta política permanente resistirá la tentación de identificar al destinatario del doble aviso fundacional de la presidenta del CGPJ en su discurso del jueves pasado? Uno: "Ningún poder del Estado puede dar indicaciones ni instrucciones a los jueces y magistrados". O sea, que el Gobierno no es quien para decir a los jueces cómo deben interpretar, por ejemplo, la Ley de Amnistía. Y dos: "En un Estado democrático nadie está por encima de la ley". Totalmente de acuerdo. Ni siquiera la esposa del presidente, en virtud de este sagrado dogma civil de la democracia.

A ver si nos cunde.