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'Urbansplaining' a los de los tractores
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Fernando Matres

El Zaguán

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'Urbansplaining' a los de los tractores

España, y concretamente Andalucía, es pionera en Europa en la producción ecológica y sostenible. Los agricultores necesitan ayuda con hechos, y no palabras desde el desconocimiento

Foto: Tractores y agricultores cortan la A-4 en ambas direcciones a la altura de Carmona, en Sevilla. (Francisco J. Olmo/Europa Press)
Tractores y agricultores cortan la A-4 en ambas direcciones a la altura de Carmona, en Sevilla. (Francisco J. Olmo/Europa Press)
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Con las protestas de los agricultores a muchos les está pasando como al joven que por fin se independiza y descubre asombrado que el cartón de leche no surge espontáneamente en la nevera, las pelusas como matojos rodantes de un western no desaparecen solas y el rollo del papel higiénico no se autorrepone. Y no es que para opinar sea necesario estar al día sobre abonos orgánicos o conocer los tiempos de barbecho, pero sí ayudaría al menos tener claro el esfuerzo y dedicación que los hombres y mujeres del campo emplean en una labor fundamental para nuestra vida diaria, y las dificultades a las que se enfrentan.

Pese al desconocimiento generalizado de cuáles son sus principales reivindicaciones, existe una corriente de comprensión hacia el sector, por más que las tractoradas provoquen evidentes molestias para los ciudadanos. De hecho, es un fenómeno curioso porque todo el mundo coincide en señalar a las víctimas y posicionarse a su lado, pero hay enormes diferencias a la hora de identificar a los culpables.

Resulta tan conmovedor como perturbador observar a los representantes de todos los partidos políticos esforzarse por demostrar complicidad con los agricultores, al mismo tiempo que tratan de explicarle a quienes lo sufren dónde está el problema. Con idéntico paternalismo al del hombre que se empeña en contarle a una mujer la importancia del feminismo. Un urbansplaining de manual, valga el término.

Foto: Decenas de agricultores con sus tractores se dirigen hacia el Parlament. (EFE/Quique García)

Para unos, el origen del mal está en las grandes superficies comercializadoras, los malvados empresarios, que les explotan con unos precios de compra abusivos. Para otros, la culpa es de una legislación europea que fija exigencias de sostenibilidad basadas en criterios ideológicos. Los más osados señalan a la Agenda 2030 y si te descuidas te introducen los chemtrails en el debate. Pero los responsables de su situación, como el infierno para Sartre, siempre son los otros.

Esta situación hace recordar la frase de Dwight Eisenhower, “la agricultura se ve fácil cuando el arado es un lápiz y se está a mil millas del campo de maíz”. Hay mucho de esa sentencia en las reacciones a las reivindicaciones, justas y lógicas se apresuran a puntualizar todos los políticos. Por si acaso. Burócratas encorbatados legislando en despachos enmoquetados de Bruselas y Madrid sobre lo que deben hacer un olivarero de Jaén, un productor de fruto rojo de Huelva o un arrocero de Sevilla. Aunque obviamente no todos son iguales, basta con revisar la hemeroteca para comprobar qué ha votado cada partido en las iniciativas del Pacto Verde Europeo o quién viene avisando desde hace tiempo de que esta revuelta podía suceder porque las condiciones del campo eran insostenibles.

España es la despensa de Europa y Andalucía un verdadero referente por la calidad y variedad de sus productos, la innovación de su industria agroalimentaria y su condición como pionera en sostenibilidad. La comunidad andaluza cuenta con más de un millón de hectáreas de superficie ecológica certificada, el 24% de su superficie agraria útil, cuando el objetivo europeo es alcanzar el 25%... en 2030. La gente del campo conoce bien sus fortalezas y sus debilidades.

placeholder Tractorada de protesta en la calle Virgen del Patrocinio, una de las entradas a Sevilla. (María José López/Europa Press)
Tractorada de protesta en la calle Virgen del Patrocinio, una de las entradas a Sevilla. (María José López/Europa Press)

Los agricultores y ganaderos españoles soportan un clima cada vez más cambiante y extremo, una tremenda sequía, una PAC injusta y mal distribuida, una burocratización exasperante de su labor, un aumento sostenido e imparable de los precios de los insumos que les ha hecho pasar de reducir márgenes a vender a pérdidas y además un listado de requisitos medioambientales cada vez más exigente. No necesitan por tanto que nadie pretenda explicarle qué es lo que pasa, lo que reclaman es apoyo basado en hechos, no en palabras de solidaridad.

El Gobierno de Juanma Moreno ha aprovechado la ocasión para aprobar una declaración institucional de apoyo a las reivindicaciones del sector a la que no han querido sumarse el resto de formaciones del Parlamento andaluz. Y además ha reclamado a la Administración central una rebaja del IRPF entre el 50 y el 75% para agricultores y ganaderos por la sequía y la subida de costes. Un gesto importante para algunos, además con el aval de ser consensuado con el sector; un acto de oportunismo, para otros.

Foto: Un tractor durante una manifestación en la entrada de Mercabarna. (Europa Press/Kike Rincón)

Ahí radica el problema, ya que hasta una actividad fundamental para el abastecimiento alimentario del país está politizada. Claro que si ya es motivo de debate partidista hasta la canción que nos represente en Eurovisión o lo que sucede en la alfombra roja de los Goya cómo iba a quedarse fuera de la polémica una protesta de estas dimensiones.

Qué triste resulta que un sector tradicionalmente bien valorado por la sociedad y que ni en los momentos más duros de la pandemia dejó de sacrificarse para alimentarnos a todos ahora sea utilizado o cuestionado. Afirma el viejo dicho popular que “alguna vez en la vida te hará falta un médico, un abogado o un arquitecto, pero tres veces al día durante el resto de tu vida necesitarás a un agricultor”. Ya sólo falta que por la maldita polarización veamos caceroladas en los balcones a las ocho de la tarde contra los profesionales sanitarios. Tiempo al tiempo.

Con las protestas de los agricultores a muchos les está pasando como al joven que por fin se independiza y descubre asombrado que el cartón de leche no surge espontáneamente en la nevera, las pelusas como matojos rodantes de un western no desaparecen solas y el rollo del papel higiénico no se autorrepone. Y no es que para opinar sea necesario estar al día sobre abonos orgánicos o conocer los tiempos de barbecho, pero sí ayudaría al menos tener claro el esfuerzo y dedicación que los hombres y mujeres del campo emplean en una labor fundamental para nuestra vida diaria, y las dificultades a las que se enfrentan.

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