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El asalto a Barcelona: los verdaderos CDR del 21-D visten corbatas de Hermès
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Nacho Cardero

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El asalto a Barcelona: los verdaderos CDR del 21-D visten corbatas de Hermès

Es el 'apreteu, apreteu', el mantra de Torra con el que regurgitan algunos miembros de la burguesía catalana, los mismos que, cuando la cosa está fea, miran a otro lado para seguir haciendo dinero

Foto: Torrent, Aragonès y Colau, en la 65ª edición de los Premios Ondas. (EFE)
Torrent, Aragonès y Colau, en la 65ª edición de los Premios Ondas. (EFE)

Lo de los CDR se ha convertido en un reclamo publicitario de Barcelona como lo pueden ser los sanfermines en Pamplona o la Tomatina de Buñol. “Vente este viernes y presenciarás una revolución en directo”, dice con tono de cuña radiofónica un empresario catalán con balcones a la avenida Diagonal.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya ha dicho que no quiere perdérselo. Insiste en celebrar el Consejo de Ministros en la Casa Llotja de Mar y en reunirse con el 'president' de la Generalitat, Quim Torra, para alegría de Zapatero, quien asegura que lo de Puigdemont no es golpismo y que hay que continuar con el diálogo, y para desazón de los barones socialistas, que ven marchar los votos por las alcantarillas catalanas de la desinflamación.

Hay varias Barcelonas: la de los que hacen la revolución y la de los que se rigen por la legalidad. Y de la de los primeros, se puede establecer otra división: por un lado están los que ya se han desplazado a Cadaqués para recibir la Nochebuena entre copas de cava, 'suquets' y erizos de mar, mientras ‘celebran’ frente a su televisión de 50 pulgadas los altercados del 21-D, y en el otro lado están los que reciben los ‘palos’, activistas de los CDR y 'borrokas' de Arran que se enfrentan a 'mossos' y policías embozados con pañuelos negros.

Los peligrosos son los CDR que visten ‘dress code’ de Santa Eulalia y lanzan por control remoto a miles de catalanes para que les partan la cara

Los peligrosos, curiosamente, no son los que queman contenedores y hacen pintadas de lazos en la pared sino los otros comités de defensa de la república, los que visten corbatas Hermès y ‘dress code’ de Santa Eulalia, y lanzan por control remoto a miles de catalanes a que se partan la cara para una ‘revolución fake’ salida del magín del de Waterloo.

“Hay que movilizarse al máximo para el 21-D”, arengan ‘sotto voce’ en el entorno de Puigdemont. Es el 'apreteu, apreteu', el mantra del 'president' Torra con el que regurgitan algunos respetables miembros de la burguesía catalana, los mismos que, cuando la cosa se pone fea, silban y miran para otro lado por eso de que hay que seguir haciendo dinero. “El 'seny' es una leyenda urbana”, sentenciaba Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España, en un reciente artículo en 'La Vanguardia'.

Vídeo de TV3 de 'La jungla', programa de humor de la televisión autonómica

Insisto: tan preocupante o más que esa Barcelona insegura y paulatinamente decadente a que ha llevado el desgobierno de la alcaldesa Colau, es esa otra Barcelona tomada por los empresarios del independentismo, que sin prisa pero sin pausa, impulsados desde la Generalitat por arriba y parapetados tras los CDR por abajo, se han ido haciendo con las instituciones clave de la Ciudad Condal ante la pasividad del mal llamado bloque constitucionalista y, sobre todo, del Gobierno de Madrid.

El viernes, el independentista Pau Relat (MAT Holding) era nombrado presidente de la Fira, al tiempo que se lanzaba el nombre de Enric Crous, de mismo perfil que el anterior y apoyos de FemCat y la ANC, para la Cámara de Comercio, y se aventaba la idea de sacar a Joan Gaspart del organismo rector de Turismo de Barcelona. Ningún cóctel molotov que se pueda lanzar el 21-D será tan efectivo para el secesionismo como esta política de hechos consumados impulsada desde la Generalitat por Elsa Artadi.

“El independentismo le ha tomado la medida a Isidre Fainé, presidente de la Fundación Bancaria La Caixa, y al resto de los miembros del 'gotha' económico catalán” que se inscriben dentro de la ley y el constitucionalismo, escribía aquí Marcos Lamelas.

Por mucho que se insista en que el conjunto de los empresarios está por la distensión que se propugna desde el Gobierno de Madrid (lo cual es cierto) y que los dirigentes que se están instalando en las principales instituciones económicas son ‘solo’ un poco independentistas (como si todavía pudieran serlo más y hubiera que dar gracias por ello), la verdad es que el secesionismo está cada vez más fuerte en Barcelona, y el Estado, que sigue en la inopia, parece haber dejado de existir en aquellos predios. No lo duden: los CDR más peligrosos siempre llevan corbata.

No hay industria más improductiva que la política municipal barcelonesa. Si fuera una empresa, ya habría tenido que ser objeto de un ERE

Mentes biempensantes invocan a la clase política para desenmarañar este quilombo empresarial, pero lo cierto es que los políticos, lejos de ser la solución, forman parte del problema, tal y como ponía blanco sobre negro la última encuesta del CIS de ‘masterchef’ Tezanos. El Ejecutivo de la nación, con Pedro Sánchez a la cabeza, no está actuando tanto con criterios de buena gobernanza como demoscópicos, sabedor del papel que va a tener Cataluña en los próximos comicios y del difícil equilibrio que ha de mantener para no ser percibido como españolista, en unos casos, o como cómplice del independentismo, en otros.

Tampoco ayuda la batalla que se está montando en torno al Ayuntamiento de Barcelona. No hay industria más improductiva que la política municipal barcelonesa. Si estuviéramos hablando de una empresa, esta ya habría sido objeto de un expediente de regulación de empleo (ERE) por el incremento exponencial de partidos y asesores varios. Cada vez hay más apesebrados y cada vez se gobierna menos.

Según la encuesta de este fin de semana publicada por Crónica Global, Ernest Maragall es quien más probabilidades tiene de ocupar la Casa de la Ciutat el próximo mes de mayo. El candidato de ERC obtendría 13 ediles (26,6% de los votos), por delante de Ada Colau, que sacaría ocho concejales (17,8%), de Manuel Valls, con siete (15%), y de Collboni, también con siete (16%).

placeholder El candidato a la alcaldía de Barcelona y ex primer ministro francés, Manuel Valls, en el acto de presentación de su campaña. (EFE)
El candidato a la alcaldía de Barcelona y ex primer ministro francés, Manuel Valls, en el acto de presentación de su campaña. (EFE)

El candidato o candidatos que se presenten por la sopa de letras que se mueve en torno a Torra y Puigdemont (Crida, PDeCAT, JxCAT), que van desde Ferran Mascarell hasta Graupera, caerían hasta los cuatro regidores. La CUP sacaría dos mientras el PP se quedaría fuera del consistorio. El trabajo de campo se hizo cuando todavía se desconocía que el candidato de los populares iba a ser Josep Bou, hasta ahora presidente de la asociación Empresaris de Cataluña, y antes del anuncio de Vox de presentarse por Barcelona.

De todos estos datos, no llama tanto la atención el más que probable Gobierno del bloque independentista en torno a la figura de Maragall (se descarta, 'a priori', la suma de un bloque de izquierdas mientras los dirigentes secesionistas se encuentren en prisión) como el tibio resultado obtenido por las denominadas fuerzas constitucionalistas.

Hay quien piensa que Manuel Valls ha comenzado demasiado pronto y se le puede hacer la campaña más larga de lo esperado. También que le pueda penalizar el hecho de presentarse por una plataforma, Barcelona Capital Europea, poco conocida y con una identidad difusa, pues si bien tiene detrás a Ciudadanos, en el equipo que conforma la candidatura hay más socialistas que simpatizantes de la formación naranja, e incluso se especula con que puedan tirar con antiguos miembros de Convergència i Unió.

El PSC, por su parte, sube de forma notable pero no suficiente. Su candidato, Jaume Collboni, carece del tirón popular necesario. De hecho, se le ha estado buscando sustituto hasta el último minuto. Las penas serían menos si los socialistas y Valls sumaran, pero la aritmética no da ni en el mejor de los casos. Al menos, a día de hoy. Así, al fracaso empresarial en Barcelona es más que probable que se le sume en mayo otro fracaso político.

Lo de los CDR se ha convertido en un reclamo publicitario de Barcelona como lo pueden ser los sanfermines en Pamplona o la Tomatina de Buñol. “Vente este viernes y presenciarás una revolución en directo”, dice con tono de cuña radiofónica un empresario catalán con balcones a la avenida Diagonal.

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