Caza Mayor
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El trampantojo de Errejón y la división de la izquierda
El líder de Más Madrid pretende vengarse de Iglesias y doblarle la cerviz dinamitando las confluencias que arropan a Unidas Podemos
Errejón es uno de esos fenómenos de difícil explicación. Desde un punto de vista factual, cuesta entender cómo un político de sus características, dubitativo, cuyo currículo viene engordado por una nada desdeñable cifra de derrotas y traiciones, luego es considerado por la izquierda, medios progresistas y no pocos opinadores conservadores —he ahí su mérito— como un Marco Aurelio patrio, el astro sol que ilumina la política española.
Los ditirambos hacia el exdirigente de Podemos se suceden sin que haya, aparentemente, razón para ello. "¿Con quién ha empatado Errejón?", se pregunta un antiguo compañero de partido. El escritor Montero Glez se refería a él como el instrumento con el que el "neocapitalismo engrasa su piel de cordero; un traje a medida, de guay, populista y transversal" cuya valía más destacable ha sido "entregar el poder institucional a la derecha".
Ayer domingo, los militantes de Más Madrid se reunían en el Centro Cultural Galileo y aprobaban concurrir a las generales del 10-N, a pesar de que Íñigo Errejón había negado tal posibilidad reiteradamente.
En cuanto al candidato, el portavoz en la Asamblea se sigue resistiendo a encabezar la lista tanto por cuestión de tiempos como de estrategia. Según escribía Iván Gil en este mismo periódico, "su objetivo ahora pasa por desarrollar sin prisas una organización que todavía no cuenta con estructura". Los que le conocen más aseguran que no son tanto cuestiones logísticas como su vértigo a asumir riesgos y, sobre todo, a verse lastrado por unos malos resultados. Preferiría, por ello, parapetarse tras otro nombre.
"Al Errejón que conozco le sobran la mitad de lecturas y le faltan el doble de 'huevos', pero lo cierto es que este es el momento"
Errejón sigue pensando en Carmena, pero la exalcaldesa ya le ha dicho que nones. Bescansa también se ha autodescartado. Algunos se malician que tiene a alguna figura tapada que le sirva de golpe de efecto en los próximos días. Otros apuntan a que, forzado ante la imposibilidad de encontrar un perfil a la altura por falta de tiempo, no le quedará más remedio que dar un paso al frente pese a su resistencia.
"A Errejón le sobran la mitad de lecturas y le faltan el doble de 'huevos', pero lo cierto es que este es el momento oportuno. El MOMÉNTUM con mayúsculas. La mezcla de cansancio y enfado en la izquierda es tremenda. Si salta, pone el tablero patas arriba", comenta un estratega electoral de izquierdas.
La política lleva demasiado tiempo estrechándose, cerrándose sobre sí misma, sobre discusiones y negociaciones entre políticos. Así se aleja de la vida de la ciudadanía y de las transformaciones que necesitamos como país. Y en ese clima crece el cinismo pic.twitter.com/VHEZm3LSlk
— Íñigo Errejón (@ierrejon) September 16, 2019
Errejón salió del mismo paño que Pablo Iglesias. “Lo conocí comiendo pan con azúcar —es como un suizo— en el puesto de chuches de la facultad”, dice el líder de la formación morada en su tesis doctoral. A pesar de la diferencia de edad —se llevan cinco años— compartieron misma universidad, mismos derroteros académicos, mismos movimientos sociales, mismos proyectos políticos y mismas ambiciones.
Fueron estas ambiciones, precisamente, las que terminaron por hacerles incompatibles. Iglesias hizo de Podemos una formación de estructura vertical y se fusionó con Izquierda Unida en contra de la opinión de Errejón. Ahora, el líder de Más Madrid puede vengarse y doblarle la cerviz a su antiguo compañero de facultad dinamitando las confluencias que orbitan en torno a Unidas Podemos. La apuesta es arriesgada. Como decía Confucio, antes de embarcarse en un viaje de venganza, es preferible cavar dos tumbas.
El líder de Más Madrid —líder de esta formación no tanto por méritos propios como por obra y gracia de Manuela Carmena, que le dejó el camino expedito luego de abandonar la política tras ceder el bastón de mando del ayuntamiento a Martínez Almeida— puede ocupar el espacio que han dejado PSOE y Unidas Podemos, y llevarse entre medio millón y un millón de votos.
¿Y si el reflujo de votos hacia el PP, la desmovilización y la atomización de la izquierda hacen cambiar las tornas en los comicios del 10-N?
Calculan que podría arramplar con hasta el 30% de las papeletas de la formación de Pablo Iglesias y darle un buen bocado también al electorado del PSOE como castigo por la investidura fallida y la imposibilidad de formar un Gobierno progresista ("poneos de acuerdo, por favor", que imploraba José Sacristán a Carmen Clavo). Unidas Podemos ha hecho cálculos similares: una lista de Errejón presentándose por la circunscripción madrileña le robaría dos escaños y hasta uno de cada tres votos.
Nadie duda de que, en uno u otro sentido, la irrupción de Más Madrid supondrá un tsunami electoral. Hasta ahora, todos los sondeos dados a conocer dan un repunte del PSOE. Un repunte que algunos quieren situar en los 140 escaños, unos números que no son sino una ilusión óptica. Ilusión porque hoy y mañana, 23 y 24 de septiembre, cuando se disuelvan las Cortes y convoquen elecciones, se producirá una contracción de la opinión pública. Todo empezará de cero y se buscarán responsables.
Será entonces cuando la consumación del fracaso de la investidura, y de cómo este afecta a los distintos partidos, especialmente a PSOE y Unidas Podemos, empiece a adquirir corporeidad. "Yo sí habría aceptado la oferta de Pedro Sánchez", dijo aviesamente Errejón a 'El País'.
Luego está la amenaza de una baja participación. Habrá que ver cómo el desencanto de las negociaciones para formar Gobierno influye en el ánimo de los votantes. Es matemático: las grandes derrotas de la izquierda desde el inicio de la democracia siempre se han producido por culpa de la baja participación.
Se puede dar la paradoja de que, a pesar de la llegada de un nuevo actor, como es el caso de Errejón, el trío PP-Ciudadanos-Vox gane las elecciones. No es cierto que el bloque de derechas sacara menos votos que el de izquierdas en las generales del 28 de abril. En realidad, hubo un empate técnico. Otra cosa fueron los escaños. El sistema electoral y la fragmentación de la derecha favorecieron enormemente a la izquierda y provocaron que la distancia entre unos y otros fuera mayor de lo que el recuento de votos reflejaba.
¿Y si ahora ocurriera al revés? ¿Y si el reflujo de votos hacia el PP, la desmovilización y la atomización de la izquierda con la llegada de un nuevo partido hacen que a los que se han estado repartiendo sillones en Moncloa no les den ahora los números? ¿Y si lo que le pasó en las anteriores elecciones a la derecha le ocurre ahora a la izquierda? El escenario no parece tan descabellado. Algunos en Génova ya se han puesto a contar con los dedos.
Errejón es uno de esos fenómenos de difícil explicación. Desde un punto de vista factual, cuesta entender cómo un político de sus características, dubitativo, cuyo currículo viene engordado por una nada desdeñable cifra de derrotas y traiciones, luego es considerado por la izquierda, medios progresistas y no pocos opinadores conservadores —he ahí su mérito— como un Marco Aurelio patrio, el astro sol que ilumina la política española.