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Entre Filomena y el covid: no hay tregua para nuestros héroes
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Nacho Cardero

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Entre Filomena y el covid: no hay tregua para nuestros héroes

Son los sanitarios. Otra vez. En esta ocasión, a tres grados bajo cero y con una nevada como no se recuerda en Madrid. Siempre habían estado ahí

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Las excavadoras pasaban por O'Donnell y al poco la nieve volvía a cubrir el surco que dejaban las ruedas. Los médicos y auxiliares del Gregorio Marañón, que doblaban turno, alguno incluso triplicaba al no haber podido llegar el relevo por culpa del temporal, contemplaban, atrapados, el níveo espectáculo tras los cristales de la puerta principal.

"Lo que nos faltaba. Y ahora esto", bisbiseaba uno. "Vaya añito que nos espera", decía otro, sumándose a la francachela improvisada en torno a la entrada. Empezamos con la primera ola, luego la segunda, la tercera, los problemas logísticos con la vacunación y ahora Filomena. Circulaba el mensaje de WhatsApp de móvil en móvil: "Antes de entrar en el 2021, ¿no podíamos haber visto el trailer?".

Ambiente de tensa calma. Pese al caos climático y las incidencias, apenas había movimiento. Ni siquiera en urgencias. El acceso resultaba imposible. Algunas trochas improvisadas en la nieve trataban de alcanzar sin éxito la puerta de entrada.

Foto: Estación de Sol nevada. (Sergio Beleña)

El alcalde advertía de la nieve acumulada en las cornisas que, como ocurría en los hospitales, caía a plomo por acumulación. La consejería reforzaba las ambulancias del 112 para garantizar la asistencia a situaciones de riesgo vital como los ictus o los infartos.

Algunos enfermeros, los más aguerridos (o necesitados), salían a echarse un cigarro desafiando el temporal. Miraban con melancolía el 'Boj' de enfrente, cerrado, donde acostumbran a tomar café. Este sábado, por desgracia, no había manera de encontrar uno mínimamente decente.

Son los sanitarios. Otra vez. En esta ocasión, a tres grados bajo cero y con una nevada como no se recuerda en Madrid. Siempre habían estado ahí, pero nunca antes habían gozado, muy a su pesar, como Filomena, de tanta visibilidad.

Foto: El alcalde de madrid visita el dispositivo del plan de emergencias invernales. (EFE)

Los llaman los 'héroes' de la pandemia, esos que, en palabras de José Eugenio Guerrero Sanz, jefe de la UCI del Gregorio Marañón, encargado de recoger el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, "construimos la vida diaria anónimamente, sin que el nombre aparezca en ningún sitio, pero son o somos los verdaderos protagonistas de la historia".

Viven situaciones de estrés en los hospitales, extremas en las UCI, jornadas maratonianas arrebatadas al sueño y decisiones difíciles por mor del triaje, en las que tienen que elegir entre unos pacientes y otros. Ellos también cayeron. Lo siguen haciendo. La cifra de sanitarios infectados por covid-19 está por encima de los 100.000 desde el inicio de la pandemia, lo que sitúa a España a la cabeza de este triste 'ranking' mundial.

Les dijeron que, gracias a los planes de prevención y las vacunas, dejaríamos atrás el 'annus horribilis' de 2020 para pasar al ‘annus mirabilis’ de 2021. Nada de eso está ocurriendo. Al contrario. Las previsiones yerran al compás que marcan los políticos.

Fallaron desde el inicio de la pandemia: faltó material de protección para colectivos sensibles como era el de los médicos, se realizaron compras fraudulentas de tests y mascarillas y se gestionaron deficientemente las residencias, tal y como puso negro sobre blanco el Tribunal Supremo.

Luego llegó esa nueva normalidad que ni era nueva ni era normal, pues se trataba de un oxímoron ideado por algún magín del marketing, pero que sirvió para abrir el turismo y darnos de bruces con la segunda ola.

Después del S.O.S. al turismo vino el S.O.S. a la Navidad con medidas más laxas y contactos sociales recurrentes que, según apuntan los números, nos llevarán directos a la tercera de las olas.

La incidencia acumulada sube a un ritmo preocupante. Se sitúa ya en los 350,48 por cada 100.000 habitantes, muy por encima del límite de los 250 fijados como tolerables por Sanidad. Las peores cifras en las últimas dos semanas las tiene Extremadura, con casi 800. Según las previsiones del exministro Miguel Sebastián, lo peor está por llegar.

Las tropas nacionales (nuestros sanitarios) se portan con valor en el combate, mientras los jefes (nuestros políticos) lo hacen con torpeza. Vuelven tiempos duros sin que los dirigentes hayan aprendido las lecciones de estos meses por la deficiente gestión del covid-19, sin que haya mayor coordinación entre administraciones, como ha vuelto a quedar patente durante la nevada, y con un Gobierno central experto en lavarse las manos cual Pilatos.

Vuelven los tiempos duros sin que el plan de vacunación esté funcionando a los ritmos previstos. Se requería de un Plan de Vacunación Nacional, impulsado por el Ejecutivo y coordinado con las CCAA, con "la élite de nuestro país, lo mejor de nuestro sector público y de nuestro sector privado", como señala Pablo Pombo, pero nada se ha hecho.

Filomena se irá, pero quedará el covid. Se han empezado a distribuir las dosis, pero los sanitarios, quienes se sitúan en primera línea de fuego, todavía no las han recibido. Son los 'paganini' del desaguisado. Nuestros sanitarios, nuestros héroes anónimos, que lo único que saben hacer, sin rechistar y a tres bajo cero, es lo que les enseñaron: salvar vidas.

Las excavadoras pasaban por O'Donnell y al poco la nieve volvía a cubrir el surco que dejaban las ruedas. Los médicos y auxiliares del Gregorio Marañón, que doblaban turno, alguno incluso triplicaba al no haber podido llegar el relevo por culpa del temporal, contemplaban, atrapados, el níveo espectáculo tras los cristales de la puerta principal.

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