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Draghi y Macron doblan la cerviz a Sánchez y entierran el sueño gasista español
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Nacho Cardero

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Draghi y Macron doblan la cerviz a Sánchez y entierran el sueño gasista español

El problema de Ribera es que su ministerio, el de Transición Ecológica, consta de dos palabras, 'transición' y 'ecológica', y nos hemos centrado en la segunda, pero nos hemos olvidado de la primera, como nos hemos olvidado del Midcat

Foto: El presidente de España, Pedro Sánchez, el primer ministro italiano, Mario Draghi, y su homólogo francés, Emmanuel Macron. (Reuters/Costas Baltas)
El presidente de España, Pedro Sánchez, el primer ministro italiano, Mario Draghi, y su homólogo francés, Emmanuel Macron. (Reuters/Costas Baltas)
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¿Se acuerdan cuando, desde el Ministerio de Economía, difundían el desiderátum de que España contaba con una infraestructura gasista pintiparada para convertir nuestro país en el 'hub' de abastecimiento de gas de Europa, especialmente tras la invasión de Ucrania? Pues bien, este lunes, Mario Draghi se encargará de enterrar de por vida el sueño gasista español.

El primer ministro italiano viaja a Argelia con el principal cometido de convertirse en cliente preferente para la compra de gas, muy por delante de España. El momento, como imaginarán, no puede resultar más oportuno. En 2021, Italia importó más de 20.000 millones de metros cúbicos de gas argelino. Ahora pretende traerse 30.000 millones.

Teresa Ribera, que comienza a darse cuenta de por dónde sopla el viento, se ha puesto la venda antes que la herida

Frente a estas prebendas que ofrece generosa a Italia, Argelia tiene previsto penalizar a España con una subida de los precios. Golpea a nuestro país donde más duele. Teresa Ribera, que comienza a darse cuenta de por dónde sopla el viento, se ha puesto la venda antes que la herida. "La intención de Sonatrach viene desde octubre, porque entiende que los precios están muy por debajo del precio al que cotizaba el gas en los mercados internacionales", se excusaba la ministra de Transición Ecológica en declaraciones recientes a TVE.

Argelia nos la tiene jurada por el cambio de posición del Gobierno de Madrid en el tema del Sáhara Occidental y pretende subirnos los precios, revisar los acuerdos actuales y todo lo que sea menester para evidenciar su desagrado con el acercamiento a Mohamed VI. El secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores de aquel país, Chakib Kaid, ha amenazado en público con no renovar los contratos que Naturgy mantiene con Sonatrach cuando llegue su vencimiento. La lista de desagravios no parece que vaya a terminar aquí.

Foto: Una estación de compresión de gas. (Reuters/Vasily Fedosenko)

Mientras Draghi viaja a Argel para reunirse con el presidente Tebune y traerse la mochila repleta de contratos, Pedro Sánchez hizo lo propio la semana pasada en su vuelo a Rabat y posterior cena con el rey de Marruecos. En este caso, en cambio, no sabemos realmente lo que se ha traído, si es que se ha traído algo. Gas seguro que no. Por lo que se desprende del comunicado conjunto de los 16 puntos, tampoco parece que quede asegurada la integridad territorial de España con Ceuta y Melilla, el respeto a las aguas jurisdiccionales de Canarias y un compromiso explícito de combatir la inmigración ilegal.

En definitiva, la visita de Draghi a Argel pone negro sobre blanco que lo del 'hub' gasista no era una posibilidad real, sino un trampantojo para tranquilizar a una opinión pública, la de nuestro país, a la que no le llega la camisa al cuello por la crisis energética.

Lo cierto es que a este Gobierno, y en especial al frente que comanda Teresa Ribera, no le gusta el gas. Por una cuestión puramente ideológica

¿Se acuerdan de las rimbombantes palabras de Sánchez en Versalles, rodeado del resto de líderes europeos, cuando dijo aquello de que no era de recibo que la península Ibérica fuera una isla energética, de que era el momento de poner en marcha interconexiones desde España de gas e hidrógeno verde financiadas por la Unión Europea, en referencia al gasoducto Midcat, que uniría nuestro país con Francia y el resto del continente a través de Cataluña? ¿Se acuerdan del proyecto? ¿Sí? Pues deben ser los únicos.

Según Sánchez iba pronunciando aquellas palabras, se le fueron olvidando. Lo cierto es que a este Gobierno, y en especial al frente que comanda Teresa Ribera, no le gusta el gas. Nunca le ha gustado. Ni con guerra ni sin guerra. Por una cuestión puramente ideológica. La reflexión que se hacen es de perogrullo: una megainfraestructura como la del Midcat jamás será rentable porque el mundo del futuro es renovable y sostenible, el gas tiende a la marginalidad y cualquier inversión en esta última energía sería como tirar el dinero.

Macron jamás ha estado interesado en sacar adelante esta infraestructura porque con la nuclear le basta y le sobra

Es la opinión del Ejecutivo y también de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, donde por cierto trabaja el marido de la ministra como consejero responsable de los temas energéticos en la sala de regulación. Ya en enero de 2019, la CNMC y la Comisión francesa de Regulación de la Energía (CRE) tumbaron el proyecto de interconexión gasista entre España y Francia a través del Pirineo Oriental, denominado STEP (South Transit East Pyrenees), al rechazar la solicitud de inversión presentada por Enagás y la gala Teréga.

Macron jamás ha estado interesado en sacar adelante esta infraestructura porque con la nuclear le basta y le sobra, y que España se apañe como pueda. En la resolución, la CNMC y la francesa CRE aseguran que el mercado no ha manifestado "ningún interés comercial" por nuevas capacidades de interconexión, al tiempo que subrayan que la capacidad actual de interconexión gasista entre Francia y España "no está congestionada", afirmaciones que no casan del todo bien con las necesidades actuales. Por si quedara alguna duda del sesgo ideológico de la decisión, el comunicado de los reguladores minusvalora el papel futuro de la energía del gas atendiendo a los acuerdos de energía limpia sellados en Europa.

Foto: Terminal de Enagás en el puerto de Barcelona. (Reuters/Nacho Doce)

El problema de Ribera es que su ministerio, el de Transición Ecológica, consta de dos palabras, 'transición' y 'ecológica', y nos hemos centrado en la segunda, pero nos hemos olvidado de la primera, como nos hemos olvidado del Midcat. Este hecho está provocando disfunciones en nuestra economía que hacen que lo estemos pasando peor que nuestros vecinos europeos cuando nuestra dependencia del gas ruso es mucho menor.

De ahí que, cuando se habla de medidas para atajar la crisis energética, como las recogidas por el real decreto-ley del Consejo de Ministros, nos refiramos a medidas cortoplacistas como extender el bono social, el descuento en el coste de los carburantes, la limitación de los alquileres o el tope en los precios del gas en la generación de electricidad, y nos olvidemos de medidas de largo plazo y de los Midcat, que son lo que necesita España para que no nos vuelva a pillar otra crisis como la actual. Lo demás es pan para hoy y hambre para mañana.

¿Se acuerdan cuando, desde el Ministerio de Economía, difundían el desiderátum de que España contaba con una infraestructura gasista pintiparada para convertir nuestro país en el 'hub' de abastecimiento de gas de Europa, especialmente tras la invasión de Ucrania? Pues bien, este lunes, Mario Draghi se encargará de enterrar de por vida el sueño gasista español.

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