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"¿Crees que Sánchez puede volver a hacerlo?"
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Nacho Cardero

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"¿Crees que Sánchez puede volver a hacerlo?"

Da la impresión de que a Feijóo se le van a hacer largas estas tres semanas de no-campaña. Decimos no-campaña porque la estrategia de los de Génova pasa por exponer al líder lo menos posible ante el escrutinio de la opinión pública

Foto: El presidente Sánchez, en su comparecencia tras la reunión que ha mantenido con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. (EFE/Mariscal)
El presidente Sánchez, en su comparecencia tras la reunión que ha mantenido con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. (EFE/Mariscal)
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La especie empezó a correr la semana pasada a cuenta del baño de multitudes que se dio el presidente en El Hormiguero y el traspiés del PP en Extremadura. "¿Crees que Sánchez puede volver a hacerlo?", se preguntaba entre ojiplático e indignado uno de esos personajes paradigma del todo Madrid. Los datos de la última encuesta de IMOP para El Confidencial ponen sobre el mantel esta posibilidad y avientan la idea de que, a falta de tres semanas para las generales, cualquier escenario resulta plausible. Sí, también el de otro Gobierno Frankenstein liderado por Pedro Sánchez.

Aunque la diferencia entre los bloques de centro derecha y centro izquierda se mantiene estable a favor del primero, sí que resulta perceptible una caída suave, pero sostenida en el tiempo, del Partido Popular. Desde el sondeo exprés, realizado tras el subidón de las municipales y autonómicas, a la encuesta que publicamos este lunes, los populares han retrocedido casi dos puntos y se han dejado 11 escaños. La tasa de fidelidad del PP, aun siendo la más alta de todos los partidos, también ha descendido en los últimos 15 días. Un 14% de quienes votaron al PP en 2019 está indeciso o inclinado a la abstención. Esta cifra era solo del 9% en la encuesta anterior.

Foto: Pedro Sánchez, en la Moncloa. (EFE/Mariscal)

El beneficiado de este retroceso no es otro que el partido de Abascal. Esta circunstancia hace que la correlación de bloques continúe inalterable, pero que el cómputo de escaños, por mor de la Ley D'Hondt, favorezca a los socialistas. Mientras en la derecha es el partido pequeño (Vox) el que crece a costa del grande (PP), en la izquierda es el capo del Gobierno de coalición (PSOE) quien le está robando la cartera al escudero (Sumar).

Da la impresión de que a Feijóo se le van a hacer largas estas tres semanas de no-campaña. Decimos no-campaña porque la estrategia de los de Génova pasa por exponer al líder lo menos posible ante el escrutinio de la opinión pública con el propósito de evitar errores y lapsus linguae, salvo cuando se juega sobre seguro, como en el vídeo biográfico (y hagiográfico) de este fin de semana.

En la derecha, el partido pequeño es el que crece a costa del grande, en la izquierda, es el capo quien le está robando la cartera al escudero

Lo segundo que pretenden en el PP es hacer un llamamiento al voto útil, lo que, a tenor de los resultados de la encuesta, tampoco están logrando. Más bien al contrario, han caído cual ratones en todas las trampas que les están poniendo en el camino, caso de los acuerdos con Abascal o los debates televisivos. En este último punto, los satélites mediáticos afines al Gobierno han desplegado un sinfín de celadas que los de Génova no han sabido rebatir. La impresión generalizada es que todo el argumentario esgrimido no son más que excusas vanas para no acudir a los debates.

En cuanto a Vox, los pactos ya están naturalizados. Lo están desde el mismo momento en que Sánchez dejó entrar en el Ejecutivo a la izquierda radical de Pablo Iglesias y Mañueco hizo vicepresidente de Castilla y León a Gallardo. Según los cálculos internos, estas alianzas apenas tienen castigo entre los votantes del PP. Sin embargo, azuzado por las presiones externas, Feijóo se ha visto obligado a soplar y sorber al mismo tiempo, es decir, a asegurar que no va a pactar con los de Vox tras el 23-J y hacer justo lo contrario cuando tiene que cerrar los gobiernos autonómicos, como ha sucedido en Extremadura.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo; junto al ganador de las elecciones del 28-M en Comunidad Valenciana, Carlos Mazón (EFE/Kai Forsterling)

El votante del PP no censura que se pacte con Vox, sino la ambigüedad y la falta de coherencia en el discurso. Así, el rédito cosechado con los inteligentes movimientos de los ayuntamientos de Barcelona y Vitoria, dejando gobernar al PSOE, y con los acercamientos a formaciones hasta ahora lejanas como PNV y Teruel Existe, se ha evaporado en cuestión de días, poniendo en evidencia que los acontecimientos se suceden demasiado rápido y que la última semana, con más de cuatro millones de indecisos, resultará decisiva.

En cambio, la estrategia de Sánchez, consistente en sobreexponerse y asumir riesgos, está funcionando como un reloj. Si hay que ir al pódcast de La Pija y la Quinqui, pues se va, igual que se viaja a Kiev para la presidencia europea. El PSOE ha subido 1,7 puntos en dos semanas y se acerca ya a los 100 escaños. El dato más llamativo, que abre en Ferraz una puerta inédita hasta ahora, es un porcentaje significativo de antiguos votantes de Ciudadanos (14%) que ahora se inclina por los socialistas.

El dato más llamativo, que abre en Ferraz una puerta inédita, es un porcentaje significativo de antiguos votantes de Ciudadanos (14%)

Todos estos datos, analizados en frío, nos podrían llevar a pensar que la revalidación de Sánchez como presidente del Gobierno no está tan lejos como las terminales mediáticas de la derecha nos están haciendo creer (sic). Sin embargo, la estrategia del PSOE llega tarde. Demasiado tarde.

Hay una percepción que circula bajo el radar, que no se puede calcular en números y que también está generalizada, que no es otra que la animadversión que desprende la figura de Sánchez. Una sensación que ha calado hasta el tuétano de la sociedad española, incluso entre los propios, y que difícilmente se va a poder revertir. Solo el 58% de los socialistas que votaron a Sánchez en 2019 declara ahora que hará lo mismo. En Andalucía, esta percepción resulta abrumadora. No es que vayan a votar a Feijóo, es que se van a quedar en casa. Por los escarceos con Bildu y ERC, que allí son pecado mortal, y porque hace tiempo que dejaron de creerle.

La especie empezó a correr la semana pasada a cuenta del baño de multitudes que se dio el presidente en El Hormiguero y el traspiés del PP en Extremadura. "¿Crees que Sánchez puede volver a hacerlo?", se preguntaba entre ojiplático e indignado uno de esos personajes paradigma del todo Madrid. Los datos de la última encuesta de IMOP para El Confidencial ponen sobre el mantel esta posibilidad y avientan la idea de que, a falta de tres semanas para las generales, cualquier escenario resulta plausible. Sí, también el de otro Gobierno Frankenstein liderado por Pedro Sánchez.

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