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Lo de siempre del PP en campaña: los dos riesgos que acechan a Feijóo
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Esteban Hernández

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Lo de siempre del PP en campaña: los dos riesgos que acechan a Feijóo

La dirección popular tenía claro que las elecciones estaban en su mano, y que en estas semanas no había que cometer errores. Están incurriendo en ellos. Ahora tienen que afrontar dos amenazas

Foto: Alberto Núñez-Feijóo, en 'El hormiguero'. (Atresmedia)
Alberto Núñez-Feijóo, en 'El hormiguero'. (Atresmedia)
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No incurrir en riesgos es también un riesgo, y el PP está aprendiendo la lección estos días. Feijóo salió del 28-M ofreciendo la impresión de que un gobierno de derechas era inevitable; la duda residía en si los números permitirían un gobierno en solitario o si tendría que gobernar con Vox. Dado que el viento les empujaba, en Génova se pensó en una estrategia a lo Rajoy: moverse lo mínimo indispensable y tratar de no caer en equivocaciones. No está saliendo bien.

Como me recuerda un experto con experiencia en competiciones electorales, "el PP ha hecho tradicionalmente malas campañas. Ocurrió en 2004, 2008, 2015 y 2016, con la excepción de 2011, en un contexto que le era muy favorable". Y en este arranque, hay varias señales, como la polémica sobre el SMI, la indefinición y los cambios de postura en los gobiernos con Vox o la incomprensible política de debates, de que esta puede ser una más de esas campañas. A día de hoy, esa sensación de que las derechas ganarán el 23-J sigue presente en buena parte de la sociedad, pero se trata de una convicción menos firme.

Una campaña rara

La campaña está siendo inusual, quizá por las razones de fondo del adelanto electoral, y por la herida que ha causado la derrota del 28-M entre los socialistas. Y es rara también porque los ejes discursivos de la campaña de Moncloa son los mismos que se hubieran utilizado si la derrota de las municipales no se hubiera producido; y son los mismos empleados en las municipales y las autonómicas: el PSOE está insistiendo en la buena gestión que ha hecho el gobierno y en el riesgo para España que supone un gobierno PP y Vox. Hay una diferencia, claro está, esa que le permite jugar la baza de la resistencia: las mentiras, las manipulaciones y la maldad han construido una esfera antisanchista que ignora y desprecia los buenos datos de la realidad. En Moncloa decidieron que había que combatir decididamente desde ese marco.

Que Feijóo acuda a programas en los que Sánchez es entrevistado suena a evitar los debates cara a cara y tenerlos en diferido

Por eso, como señalaba Ignacio Varela, más que una campaña electoral, el PSOE ha puesto en marcha una campaña de comunicación centrada en la figura del presidente. Sánchez ha llevado a cabo esa política incesante de ocupación de los espacios, que era una constante en la época de Iván Redondo. Las entrevistas mediáticas al presidente han marcado las agendas comunicativa y política del arranque de campaña. El PP, en parte porque estaba centrado en la configuración de los gobiernos municipales y autonómicos, y en parte porque no tenía una estrategia, ha permitido que Sánchez marque una y otra vez la agenda. Su respuesta ha sido fijar entrevistas con Feijóo en programas de televisión que Sánchez había señalado como conservadores, un día antes o un día después de que el presidente sea entrevistado, lo que suena a evitar debates cara a cara y tenerlos en diferido.

El caso de Carmena

Ahí reside el primer riesgo serio para el triunfo del PP. Como apunta el experto electoral, a pesar de que el PP tiene todo a favor, porque su electorado está motivado y movilizado, y porque cuenta con la rentabilidad que le otorga la ley electoral al primer partido a la hora de traducir votos en escaños, está perdiendo terreno en un aspecto relevante, el de la percepción social. Si la izquierda sigue subiendo y algunas encuestas arrojan una supuesta pérdida de la mayoría de la derecha, estaremos en otro escenario, porque los votantes desmovilizados de la izquierda pueden activarse. Un ejemplo no tan lejano: el triunfo electoral de Carmena en Madrid, que era inesperado al inicio de la campaña, se fraguó una semana antes de las elecciones, cuando una encuesta otorgó la mayoría a la izquierda frente a Esperanza Aguirre, y el voto progresista se movilizó con éxito.

"Feijóo está tan convencido de que no debe debatir con Vox que está dispuesto a pagar el precio político que sea"

El segundo riesgo para el PP proviene de su espectro ideológico, porque hay un número relativamente importante de electores que pueden dar su voto al PP o a Vox. Celebrados los acuerdos entre ambos partidos, la idea de voto útil decae, porque ese sector sabe que Vox gobernará con el PP, y que, por tanto, preferir a Vox no mina las posibilidades de éxito de la derecha. En ese escenario, desde Vox se está insistiendo en la decisión interesada de evitar cualquier debate en el que Abascal esté presente: "Está tan convencido de que no debe debatir con Vox que está dispuesto a pagar el precio político que sea. Cualquier cosa antes de que Santiago le pregunte cuatro cosas", afirman desde la dirección del partido.

La importancia de los últimos días

Es una partida compleja para Génova, porque acordar con Vox al mismo tiempo que pretende alejarse de ellos utilizando calificativos negativos, puede molestar a ese núcleo de votantes limítrofes, que quizá estimen más interesante que el PP tenga el refuerzo de Vox en el gobierno: el temor de que un Feijóo "blando" lleve al PP a posiciones indeseadas puede ser una motivación electoral potente. Esa falta de confrontación en los debates con Abascal (esa silla vacía) tiene el riesgo de activar el voto a Vox. En ese caso, la distancia con el PSOE se acortaría.

Quedan tres semanas y los últimos días van a ser determinantes, en la medida en que la movilización real se decidirá a última hora, y esta dependerá de la percepción de que las elecciones estén decididas o sigan abiertas. Y, en segundo lugar, porque podemos ver trasvases significativos de voto intrabloques: personas que iban a votar a Sumar y que terminen decantándose por el PSOE o al revés, y electores que cambian la papeleta del PP por la de Vox. Llegar a ese momento final en buenas condiciones dependerá, para cada partido, de su tarea en estas semanas. El PSOE y Vox han arrancado mejor que PP y Sumar.

No incurrir en riesgos es también un riesgo, y el PP está aprendiendo la lección estos días. Feijóo salió del 28-M ofreciendo la impresión de que un gobierno de derechas era inevitable; la duda residía en si los números permitirían un gobierno en solitario o si tendría que gobernar con Vox. Dado que el viento les empujaba, en Génova se pensó en una estrategia a lo Rajoy: moverse lo mínimo indispensable y tratar de no caer en equivocaciones. No está saliendo bien.

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