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El atasco de los Docks o por qué la vida sigue (casi) igual en Valencia ciudad
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Víctor Romero

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El atasco de los Docks o por qué la vida sigue (casi) igual en Valencia ciudad

La decisión la alcaldesa Catalá de paralizar el procedimiento para construir un centro de datos en la Marina va a terminar en un encallamiento como el del Nuevo Mestalla o Benimaclet

Foto: El edificio de los 'docks', en la Marina de Valencia.
El edificio de los 'docks', en la Marina de Valencia.
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Con lo prudente, cauta y precavida que es la nueva alcaldesa de Valencia, María José Catalá, y ha tenido que pisar el charco del único jardín en el que no tenía que haberse metido ante el peligro de ser tildada de antimoderna, promotora de la vieja economía de la combustión y negacionista de la nueva fe de la movilidad sostenible. La eliminación parcial del carril bici del barrio de San Isidro, que ni siquiera ha cumplido con el favor que le pedían desde los dos periódicos impresos de la ciudad (Levante-EMV y Las Provincias) de liberar espacio para aparcar cerca de sus sedes en Vara de Quart, ha sido visto como el primer hachazo a la proliferación de vías limpias de la anterior legislatura con el objetivo de ganar “espacio para el vehículo”, según enfatizó la propia munícipe

Sea por los cuatro votos de parte de la caverna voxista, sea por por poner un poco de orden en los supuestos estrangulamientos del tráfico rodado provocados por el anterior concejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi (Compromís), el aparente paso atrás iniciado en una ciudad galardonada con la distinción de Capital Verde Europea corre riesgo de contaminar el aura de servidora pública abierta, moderada y equiparable a los políticos católicos y liberales del Partido Demócrata americanos en cuya imagen tanto se inspira Catalá.

Puestos a ser audaces, igual lo valiente hubiera sido dar continuidad al proceso administrativo heredado de Joan Ribó para la concesión del edificio de los Docks de la Marina de Valencia, después de que tras años de idas y venidas sin proyectos aceptados, madurase por fin la idea de instalar en el viejo almacén de fachada protegida un millonario data center que encajase en el ADN tecnológico con el que siempre se ha intentado impregnar el espacio ganado al recinto comercial del Puerto de Valencia.

Foto: Marina Real Juan Carlos I en Valencia (web oficial) Opinión
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Catalá ha decidido desistir de un proceso que ya contaba con adjudicatario oficioso a propuesta de la mesa de contratación desde el pasado 8 de marzo. La plica de la mercantil Sineasen (Datium) ofrecía el desembolso de un canon superior al millón de euros, una inversión de 43 millones de euros, la creación de 590 empleos y la puesta en marcha de un edificio de usos mixtos para convertir los Docks en un nuevo nodo de innovacion y conexión con la fachada marítima integrado con el resto de elementos de la Marina.

Con ello, el ofertante estaba convencido de cumplir con el mandato de utilidad pública e interés social que reclamaban los pliegos del concurso, convocado a raíz de la primera propuesta original del operador de telecomunicaciones Nethis, que todavía maldice la hora en la que se embarcó en un procedimiento administrativo en el que solamente ha perdido tiempo y dinero, siendo como era el que más clara tenía su intención de montar un centro de datos en la ciudad de Valencia, fuera allí o en otro lugar.

placeholder El Ayuntamiento de Valencia ha paralizado el proceso para un centro de datos en los Docks de Valencia.
El Ayuntamiento de Valencia ha paralizado el proceso para un centro de datos en los Docks de Valencia.

La consecuencia del bloqueo propiciado por el nuevo equipo de gobierno municipal, que no mueve un dedo sin permiso de la nueva alcaldesa, ya sabemos cuál va a ser. Un nuevo empantanamiento en el desarrollo del edificio de los Docks, camino de la judicialización en el Contencioso-Administrativo, según relatan quienes conocen las intenciones de Sineasen, y la posibilidad para nada descartable de que acabe costando dinero a las arcas locales en forma de indemnización por orden judicial.

Caso que recuerda a otros atascos para los que no termina de verse la voluntad de solución en el corto plazo de la reciente Administración local del Partido Popular, como la recuperación para la ciudad de la propia Marina, secuestrada por las garras de los abogados del Estado de la Autoridad Portuaria de Valencia, la firma del necesario convenio de Nuevo Mestalla con Peter Lim o el desencallamiento en el PAI de Benimaclet, también valiente y buscando el mejor modelo de sostenibilidad y espacio de convivencia ciudadana, compatible con los derechos de los propietarios del suelo. Nada que no se solucione en una sentada si la paquidérmica burocracia municipal no fuera tan desesperante en clave de tramitación.

Foto: Kio Networks ya tiene en marcha un centro de datos en Murcia, en el Campus de Espinardo.

Lo extraño es que la alcaldesa no ha explicitado claramente las razones del descarte de un proyecto como el que se había arrancado en los Docks ni sus posibles alternativas, más allá de que no cree que un inmueble emblemático de 1917 y con cierta trascendencia histórica termine albergando lo que aparentemente solo es una granja de servidores.

Quizás si antes de tomar la decisión hubiera hablado con los empresarios, que sí han hecho los deberes vía consultoría en busca de modelos de inspiración, le hubieran explicado la mucha casuística que hay por todo el mundo, empezando por el Mare Nostrum, el superordenador que el Centro Nacional de Supercomputación ha ubicado en la Torre Girona de Barcelona, un edificio neoclásico del siglo XIX; el Bahnhof Data Center, en un viejo refugio nuclear bajo el parque Vita Berg de Estocolmo; o la Salem Chapel de Leeds (Reino Unido), una antigua capilla de 1791 convertida hoy en sede la empresa de telecomunicaciones Aql y espacio de usos mixtos con centro de datos, auditorio y oferta de restauración, por poner algunos ejemplos. Todo depende del enfoque.

Confiemos en que este nuevo empeño en hacer tabla rasa de nuestros políticos cuando acceden al poder no culmine como siempre en opciones mucho menos atractivas, como la aparición en escena del influyente lobby de la noche (no olvidemos que el uso más reciento del edificio había sido una discoteca) o los apologetas de los centros comerciales que seguro que ya andan tocando puertas. Ni con carril bici hasta la puerta.

Con lo prudente, cauta y precavida que es la nueva alcaldesa de Valencia, María José Catalá, y ha tenido que pisar el charco del único jardín en el que no tenía que haberse metido ante el peligro de ser tildada de antimoderna, promotora de la vieja economía de la combustión y negacionista de la nueva fe de la movilidad sostenible. La eliminación parcial del carril bici del barrio de San Isidro, que ni siquiera ha cumplido con el favor que le pedían desde los dos periódicos impresos de la ciudad (Levante-EMV y Las Provincias) de liberar espacio para aparcar cerca de sus sedes en Vara de Quart, ha sido visto como el primer hachazo a la proliferación de vías limpias de la anterior legislatura con el objetivo de ganar “espacio para el vehículo”, según enfatizó la propia munícipe

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