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El destape de Ford en Almussafes o cómo pinchar la burbuja del coche eléctrico
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Víctor Romero

Nadie es perfecto

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El destape de Ford en Almussafes o cómo pinchar la burbuja del coche eléctrico

La multinacional juega al palo y la zanahoria otra vez con la planta valenciana con la única certeza de que habrá más ajustes de empleo y que el Perte va más rápido que la realidad de la industria

Foto: Jim Farley, presidente y CEO de Ford Motor Company. (Reuters/Rebecca Cook)
Jim Farley, presidente y CEO de Ford Motor Company. (Reuters/Rebecca Cook)
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Hagamos memoria: “La decisión ahora es cuántos ingenieros, cuánta gente necesitamos en Europa, y cuál es la dimensión que necesitamos en el segmento de coches de pasajeros”. La reflexión la expuso Jim Farley, presidente y CEO mundial de Ford Motor Company en febrero de 2023 y ya apuntaba a una reducción importante de la capacidad productiva del histórico fabricante de automóviles en el Viejo Continente. Desde entonces, pese a las muchas promesas de un futuro industrial luminoso y descarbonizado, todo han sido malas noticias para las unidades de producción en Europa.

La última se produjo pasado miércoles 15 de mayo con la comunicación del inicio de un nuevo periodo de consultas para acometer otro ajuste permanente de empleo en la planta española de Almussafes. La factoría valenciana no termina de ver la luz al final del túnel. La sustitución de la combustión por el motor eléctrico se demora en el mercado, al tiempo que se dejan de fabricar modelos como la furgoneta Transit. Lejos, muy lejos, ha quedado la etapa dorada en la que salían de la cadena de montaje casi 450.000 vehículos al año y se firmaban nóminas para más de 8.000 trabajadores directos (y muchos miles más indirectos). El año pasado, la cifra de producción cayó a menos de 220.000 coches. Para 2024, las previsiones no son mejores, solo con el Kuga en el porfolio.

Es lógico que la inquietud vaya in crescendo entre los operarios de la planta y las plantillas de la industria auxiliar del Parque Industrial Juan Carlos I. Cada estornudo de Almussafes provoca además una gripe entre sus proveedores, sin que, por cierto, parezcan darse por aludidos en la Generalitat de Carlos Mazón y el Ministerio de Industria de Jordi Hereu. No es que se les reclame una solución a los problemas de una multinacional que mueve sus fichas a su gusto en el tablero global. Pero tampoco es de recibo salir en tromba a felicitarse por el anuncio de un nuevo modelo a tres años vista y borrarse del mapa y ponerse de perfil cuando a continuación se levanta el telón de la cruda realidad, la del inminente hachazo en empleo.

Foto: Jim Farley, CEO de Ford Motor Company. (Reuters) Opinión

¿Qué garantías hay de que Ford cumpla su palabra de asignación del nuevo vehículo en 2027? ¿Convivirá en la cadena de producción con el Kuga, única unidad que se fabrica ahora en Almussafes, o llega para sustituirlo? Demasiadas incógnitas y demasiada poca información, siempre transmitida a través de notas del sindicato hipermayoritario (el resto ya no tiene presencia en el comité). La compañía y UGT Ford son cada vez menos trasparentes a la hora de explicar qué está pasando dentro de las reuniones con la cúpula directiva. Había que irse a la sexta línea del tercer párrafo del último comunicado de UGT Ford para encontrar el anuncio de un nueve ERE (sin T de temporal) en la planta valenciana. Lo importante para sus representados, la negociación de su futuro inmediato, iba escondido en el texto. Mal.

Lo que sabemos es que en enero de 2022 se firmó entre la empresa y el comité un Acuerdo por la Electrificación de Ford España que, sobre la base de la posible elección de Valencia sobre la alemana Saarlouis para la ubicación de su segunda plataforma eléctrica, llevaba adosado un ERE para el 20% de la plantilla, casi 1.200 empleados. Sin embargo, una vez ejecutado, el cronograma de la electrificación sigue sin aparecer, hasta el punto de que Ford acaba de renunciar a 37,6 millones de las ayudas del segundo Perte VEC porque tiene claro que no cumplirá con los plazos de ejecución que marcan los fondos de recuperación Next Generation. Hizo lo mismo en el primer Perte, cuando dejó pasar la oportunidad de captar 106 millones de euros para empujar su transformación industrial.

Foto: La fábrica de Volkswagen en Dresde, Alemania. (EFE EPA FILIP SINGER)

Aquel acuerdo del 2022 ya es papel mojado. Lo que ha hecho la compañía que lidera Farley es aplicar otra vez al palo y la zanahoria, la promesa de un nuevo vehículo híbrido a partir de 2027 para calmar las aguas, justo antes de exigir a los trabajadores un nuevo ajuste en forma de Expediente de Regulación de Empleo.

Que Ford es capaz de jugar cruelmente con la información y las expectativas y estados de ánimo de sus trabajadores es algo que ya sabíamos. Lo hizo cuando, al más puro estilo Gordon Gekko, sometió a Almussafes y Saarlouis a una dura competición de rebajas laborales antes de decantarse por la planta valenciana y echar el cerrojo a la germana. En aquella ocasión, la zanahoria era la electrificación, de la que ahora sigue sin haber noticia ni fecha. Demasiados paralelismos como para no ver un patrón. Un modus operandi. Habrá que pensar que Farley tenía razón cuando hace algo más de un año en su cabeza había más una salida progresiva de Europa que una verdadera transición hacia un coche eléctrico que no termina nunca de llegar. Exijamos trasparencia. Por ahora, solo sabemos de despidos y prejubilaciones.

Hagamos memoria: “La decisión ahora es cuántos ingenieros, cuánta gente necesitamos en Europa, y cuál es la dimensión que necesitamos en el segmento de coches de pasajeros”. La reflexión la expuso Jim Farley, presidente y CEO mundial de Ford Motor Company en febrero de 2023 y ya apuntaba a una reducción importante de la capacidad productiva del histórico fabricante de automóviles en el Viejo Continente. Desde entonces, pese a las muchas promesas de un futuro industrial luminoso y descarbonizado, todo han sido malas noticias para las unidades de producción en Europa.

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