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Un tejido productivo que lastra la calidad del empleo
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Un tejido productivo que lastra la calidad del empleo

El salario, la seguridad y estabilidad de la relación laboral, el ajuste respecto a las preferencias y características del trabajador, los horarios y la duración de la jornada... son dimensiones del empleo que, sin duda, afectan al bienestar

Foto: Un trabajador en la fábrica de Ford en Almussafes, Valencia. (EFE/Kai Forsterling)
Un trabajador en la fábrica de Ford en Almussafes, Valencia. (EFE/Kai Forsterling)

El empleo es un factor fundamental para el bienestar, tanto desde el punto de vista individual como desde la perspectiva del conjunto de la sociedad. Lograr que quienes deseen trabajar puedan encontrar empleo y conseguir así un salario constituye un objetivo prioritario, reduciendo las tasas de desempleo hasta alcanzar el pleno empleo. Sin embargo, al margen de esos aspectos cuantitativos, la calidad del empleo es otro factor fundamental de la contribución del trabajo al bienestar personal y el desarrollo social, ya que los empleos pueden presentar características muy diversas.

El salario, la seguridad y estabilidad de la relación laboral, el ajuste respecto a las preferencias y características del trabajador, los horarios y la duración de la jornada, la forma en que se organiza el trabajo, los riesgos para la salud, la siniestralidad, las tareas concretas a realizar o las posibilidades de conciliación con la vida familiar son dimensiones del empleo que, sin duda, afectan al bienestar.

Por otra parte, la medición de la calidad resulta problemática precisamente por su multidimensionalidad. La calidad del empleo depende de multitud de diversos aspectos. Cuantificar algunos de ellos no resulta sencillo a partir de la limitada información que ofrecen las fuentes estadísticas, como tampoco lo es integrar todas esas dimensiones para obtener una imagen global de la calidad del empleo en un territorio. Un reciente informe del Ivie para la Fundación Ramón Areces, La calidad del empleo en España y sus comunidades autónomas, ha acometido esa tarea para el caso español.

Foto: Las vicepresidentas Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera. (EFE/Chema Moya)

El informe muestra la situación actual de la calidad del empleo a nivel autonómico y la compara con la de 2007. Para ello se consideran 40 indicadores relativos a características del empleo y de su ajuste con las características, necesidades y preferencias de los trabajadores. Además, el informe ofrece un índice sintético de calidad del empleo que muestra la situación global de la calidad del empleo en cada comunidad.

El análisis de los determinantes de la calidad del empleo muestra que el tipo de tejido productivo es un factor decisivo para la calidad el empleo. Algunos sectores son más productivos, innovan más, aprovechan mejor el capital humano y procuran la formación continua de sus trabajadores en mayor medida que otros. En ellos los salarios son más altos, las relaciones laborales más estables, el grado de ajuste respecto a las preferencias y competencias de los trabajadores más elevado, las ocupaciones más cualificadas, hay más seguridad y la satisfacción con el empleo es mayor.

Los microdatos

Los análisis econométricos a partir de microdatos individuales indican que, a igualdad de características personales del trabajador como edad, sexo o nivel de estudios, la probabilidad de que el contrato sea temporal varía en más de 25 puntos porcentuales según sector, la de tener un trabajo a tiempo parcial de modo no deseado en 15 puntos, la de subempleo por falta de horas en 12 puntos o la de tener una ocupación de alta cualificación en más de 50 puntos, mientras que las diferencias salariales por sector alcanzan casi el 60%.

La importancia de la especialización sectorial es, pues, más que evidente. En particular, en este sentido cabe señalar que en el caso de las comunidades autónomas españolas existe una relación muy estrecha y altamente significativa entre el índice de calidad del empleo y la intensidad digital de los sectores de actividad. Las comunidades con un mayor porcentaje de ocupados en sectores de intensidad digital alta (Madrid, País Vasco, Cataluña, todas ellas por encima del 20%) presentan asimismo la mayor calidad global del empleo.

La situación de la Comunidad Valenciana es bien distinta. En su caso esos sectores solo representan el 16,1% del empleo total, algo que ayuda a explicar su menor calidad del empleo. La situación, por tanto, se asemeja más a la de Canarias, Extremadura, Murcia, Andalucía o Castilla-La Mancha que a la de las regiones líderes.

En definitiva, los resultados del informe indican que, pese a los avances registrados entre 2007 y 2022, la Comunidad Valenciana sigue formando parte del grupo de regiones con menor calidad el empleo, por debajo de la media nacional y únicamente por delante de Murcia, Andalucía, Canarias y Extremadura. Así, por ejemplo, actualmente el 9,7% de los trabajadores sigue buscando otro empleo, la tasa de temporalidad pese a descender es del 19%, un 7,4% de los ocupados trabaja a tiempo parcial simplemente por no encontrar empleo a tiempo completo, un 21,3% tiene salarios bajos (inferiores a 2/3 del salario mediano) y un 19,3% desearía modificar su horario.

Se trata de un problema relevante. La mayoría de las personas pasa gran parte de su vida en el puesto de trabajo, por lo que las características del empleo y del entorno laboral en que desarrollan su actividad laboral son un elemento al que se presta cada vez una mayor atención por parte de gobiernos y agentes sociales. La calidad del empleo ha pasado a formar parte de las agendas gubernamentales y de los objetivos de las políticas económicas y sociales, orientadas cada vez más hacia el reto de la creación de empleo de calidad para todos en un entorno laboral cada vez más cambiante. Baste mencionar su inclusión en el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 8, relativo al trabajo decente y el crecimiento económico.

Sin embargo, difícilmente podrá la Comunidad Valenciana mejorar la calidad del empleo, impulsando así el bienestar de su población de modo sostenible, sin un esfuerzo más intenso por la innovación y la transformación de su tejido productivo. Esto pasa por potenciar políticas que estimulen el emprendimiento, la inversión en I+D y la adaptación a la economía digital; remuevan los obstáculos (financieros, fiscales o regulatorios) que dificultan el crecimiento de las empresas; y mejoren la formación de los trabajadores y la colaboración entre el mundo académico y el empresarial. En última instancia se trata de una tarea que requiere el esfuerzo colectivo de toda la sociedad: empresas, sindicatos, administraciones públicas, sistema educativo y trabajadores.

*Lorenzo Serrano es investigador del Ivie y catedrático de la Universitat de València

El empleo es un factor fundamental para el bienestar, tanto desde el punto de vista individual como desde la perspectiva del conjunto de la sociedad. Lograr que quienes deseen trabajar puedan encontrar empleo y conseguir así un salario constituye un objetivo prioritario, reduciendo las tasas de desempleo hasta alcanzar el pleno empleo. Sin embargo, al margen de esos aspectos cuantitativos, la calidad del empleo es otro factor fundamental de la contribución del trabajo al bienestar personal y el desarrollo social, ya que los empleos pueden presentar características muy diversas.

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